viernes, 30 de noviembre de 2012

El goce de ser feliz en una esquina del Sur

Ahora que lo escucho al juez hispano-argentino Baltazar Garzón hablar sobre España y Argentina en nuestra televisión, y contar sobre la satisfacción que le provoca su trabajo consistente en recorrer nuestro hermoso país asistiendo al estado en los juicios que se realizan, y promoviéndolos, sin que los jueces que intervienen se queden si trabajo por ello, como a él le pasó en mi amada España,
recuerdo el maravilloso poema de Cesar Vallejo:

"¡Cuídate, España, de tu propia España! ¡Cuídate de la hoz sin el martillo, cuídate del martillo sin la hoz! ¡Cuídate de la víctima a pesar suyo, del verdugo a pesar suyo y del indiferente a pesar suyo!

¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo, negárate tres veces, y del que te negó, después, tres veces! ¡Cuídate de las calaveras sin las tibias, y de las tibias sin las calaveras! ¡Cuídate de los nuevos poderosos! ¡Cuídate del que come tus cadáveres, del que devora muertos a tus vivos! ¡Cuídate del leal ciento por ciento!

¡Cuídate del cielo más acá del aire y cuídate del aire más allá del cielo! ¡Cuídate de los que te aman! ¡Cuídate de tus héroes! ¡Cuídate de tus muertos! ¡Cuídate de la República! ¡Cuídate del futuro!..."


La imagen corresponde a la obra "Esquina del Barrio Sur" (Montevideo, Uruguay, 2005) de Daniel Ruggiero.




Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. Ya no compartirás la clara luna ni los lentos jardines. Ya no hay una luna que no sea espejo del pasado, cristal de soledad, sol de agonías. Adiós las mutuas manos y las sienes que acercaba el amor. Hoy sólo tienes la fiel memoria y los desiertos días. Nadie pierde (repites vanamente) sino lo que no tiene y no ha tenido nunca, pero no basta ser valiente para aprender el arte del olvido. Un símbolo, una rosa, te desgarra y te puede matar una guitarra.

Ya no seré feliz. Tal vez no importa. Hay tantas otras cosas en el mundo; un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar. La vida es corta y aunque las horas son tan largas, una oscura maravilla nos acecha, la muerte, ese otro mar, esa otra flecha que nos libra del sol y de la luna y del amor. La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada; lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste, esa vana costumbre que me inclina al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Jorge Luis Borges, 1964.

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