lunes, 30 de noviembre de 2009

La leyenda del tiempo


El eterno espíritu de Camarón de la Isla permanece de alguna forma unido al de su inseparable compañero flamenco Paco de Lucía, a través del arte común y de tantas concordancias compartidas. "Festival Flamenco" por Aguijarro (Antonio Guijarro Morales), pintor y cardiólogo natural de Guadix (Granada)


José Monge Cruz "Camarón de la Isla" nace en San Fernando (Cádiz) en 1950. Nombre artístico debido al color rubio de su pelo aunque era gitano Cantaor. Desde muy pequeño cantaba en las ventas cercanas a San Fernando, especialmente la Venta Vargas - y en fiestas privadas. Se hace profesional a los 16 años con las compañías flamencas de Miguel de los Reyes y Dolores Vargas. Tras una temporada en el tablao de Torres Bermejas (Madrid), graba su primer disco con la guitarra de Paco de Lucía. Tremendo impacto en la música flamenca, fué contratado para actuar en los festivales flamencos andaluces más importantes como primera figura.

Hay obras que trazan una línea, un antes y un después en algunos artistas y en el arte. La leyenda del tiempo cambió definitivamente a Camarón. A partir de este trabajo se vino de la isla a tierra firme, abriéndose nuevos horizontes a él y al flamenco, fusionándolo con el rock progresivo y el jazz. Cuenta la leyenda que fue repudiado por los gitanos tradicionalistas, a quienes su ortodoxia los llevó a las tiendas a devolver los discos diciendo que “eso” no era flamenco; tanto que a punto estuvieron de cambiar de discográfica ya que sus ventas bajaron drásticamente. Mi argentinidad me hace recordar la historia de desencuentros entre Piazzolla y los “tangueros”.





Afortunadamente la audacia y el genio de Camarón, mezclaron explosivamente lo mejor que tenía en su alma, creando esta obra de arte imprescindible, que incluye varias adaptaciones de poemas de Federico García Lorca, y una letra popular: “La Tarara”, con música de Alameda, coproductores del álbum, además de Ricardo Pachón, Kiko Veneno y los hermanos Rafael y Raimundo Amador. A partir de “La leyenda” se desvincula por un tiempo de Paco de Lucía y comienza su colaboración con el guitarrista Tomatito. A la guitarra y las palmas se añaden bajo, batería, flauta, moog, piano Fender e incluso una cítara.

En realidad, Camarón y los músicos que lo acompañaron, no han desfigurado el flamenco, sólo han delineado delicados trazos de rock y jazz sobre él, suaves líneas de colores tenues que, si bien se perciben con claridad, el protagonismo excluyente lo sigue teniendo el flamenco. Sin embargo, esas viscerales pinceladas han reconfigurado el sonido de tal manera, que luego no fue posible vivir el flamenco prescindiendo de la estética del nuevo sonido.


La Leyenda del Tiempo
(Federico García Lorca)

El Sueño va sobre el Tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del Sueño.

¡Ay, cómo canta el alba! ¡Cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!
El Tiempo va sobre el Sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.
¡Ay, cómo canta la noche! ¡Cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Sobre la misma columna,
abrazados Sueño y Tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.
¡Ay cómo canta el alba! ¡Cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Y si el Sueño finge muros
en la llanura del Tiempo,
el Tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.
¡Ay, cómo canta la noche! ¡Cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!


El poema pertenece al inicio del tercer acto de "Así que pasen cinco años", una extraña obra de teatro que Federico García Lorca escribió en 1931 pero que nunca vio estrenada. De hecho esta obra de teatro se estrenó primero, traducida al inglés, en Nueva York en 1945. Fue muchos años más tarde, en 1978, cuando se estrenó en España, aunque la primera versión en español se estrenó en 1954 en la Universidad de Puerto Rico. La letra de la canción cantada por Camarón no es exactamente la misma que el poema de Federico, pero respeta el estilo y el significado.

Ricardo Pachón: "Fue un disco experimental que al cabo de los veinte años se ha convertido en emblemático. Ha sido disco de cabecera para mucha gente joven, de esos discos que se lo han mamado bien. ¿Disco clave? Si clave es bisagra, sí, porque hay un antes y un después de "La leyenda del tiempo". Se trataba de encontrar un nuevo lenguaje para el flamenco y la canción española. El "Blues de la Alameda" de Smash fue también una canción bisagra". Kiko Veneno: "Me parece exagerado oír lo de disco clave, es la evolución la que va dictando la grandeza... aunque es verdad que a veces los comentaristas tienen mejor visión que los embebidos autores. Eso sí, los gitanos estaban rebelados, les costó mucho trabajo entrar. Fue una cosa underground dentro de la industria musical, por ese disco se coló mucha gente de la música moderna".

Seis cortes de "La leyenda del tiempo" se restauran para "Autorretrato", doble recopilatorio publicado en 1990. Como dice Luis Clemente, crítico musical especializado en flamenco, en las nuevas mezclas se arremolinan las percusiones y palmas nada menos que de Manuel Soler, Tino Di Geraldo, Diego Carrasco y Doctor Kelly; intervienen en las variaciones de "Volando voy" y "La tarara" y mientras en la primera Tino pulsa también hacia el Caribe un bajo apasionado, en la segunda se intercala el taranto de la Gabriela. Si en el original del "Romance del Amargo" se dobla la guitarra de Tomatito, aquí es sustituida por la sonanta de aristas de Juan Manuel Cañizares, que también mete guiños jazzísticos en "La tarara". No se intentaba parchear ni exceder lo superior germinal. Son otras tallas, otras joyas pulidas del modelo inicial.

Posiblemente, Camarón de la Isla sea el cantaor más personal de las últimas generaciones flamencas. Posiblemente, otros artistas hayan hecho fusiones de rock y flamenco más intensas que “La leyenda”. Lo que es seguro, es que luego de “La leyenda del tiempo” nada volvió a ser como era. Tampoco para mí: junto con Omega de Morente, fue la obra que me hizo amar definitivamente el flamenco.



Pequeños descubrimientos


Pintura: Velázquez - Los borrachos o el triunfo de Baco




Allende los anchos mares, José, con su modo sereno, me envía cartas de navegación que, más de 10.000Km después, me guían hasta nuevos jardines, nuevos paraísos... sólo debo descorchar un buen Rioja del 2001, y a disfrutar... si Dioniso me viera, se moriría de envidia...















domingo, 29 de noviembre de 2009

Balada para un loco

Marina Cedro es una cantante, poeta y actriz argentina, que desde hace varios años alterna entre los escenarios de España y Francia, donde fusiona el jazz con el tango y los versos de sus poemas. Siempre acompañada por el músico Ricardo Urrutia, músico de jazz, quien transita diversos lenguajes musicales que le conducen al encuentro con la palabra.

Juntos conforman POETANGO, una obra poético musical que incluye más de treinta tangos, milongas y valses de amplio recorrido temático: el amor, la muerte, la poesía, la suerte, la traición, la mentira, la decepción, el heroísmo.



El vídeo de la canción está ilustrado por Josean Morlesín Mellado, artísta plástico español, de 24 años, quien ha recibido diversos premios por sus maravillosos trabajos.






Balada para un loco
(Astor Piazzolla & Horacio Ferrer)


(Recitado)
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese que se yo, viste?Salgo de casa por Arenales, lo de siempre en la calle y en mi...Cuándo, de repente, detras de un árbol, se aparece el.Mezcla rara de penultimo linyeray de primer polizonte en el viaje a Venus.Medio melón en la cabeza,las rayas de la camisa pintadas en la piel,dos medias suelas clavadas en los piesy una banderita de taxi libre levantada en cada mano.Parece que solo yo lo veo,Porque él pasa entre la gente y los maniquíes le guiñan,los semáforos le dan tres luces celestesy las naranjas del frutero de la esquinale tiran azahares.Y así, medio bailando y medio volando,se saca el melón, me saluda,me regalo una banderita y me dice:

(Cantado)
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao,
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor...
¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión
y a vos te vi tan triste...
¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón
de libertad...¡Ya vas a ver!

(Recitado)
Y asi diziendo, el loco me convidaa andar en su ilusión super-sportY vamos a correr por las cornisas¡con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",los locos que inventaron el Amor,y un ángel y un soldado y una niñanos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda...Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:provoca campanarios con su risa,y al fin, me mira, y canta a media voz:

(Cantado)
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

(Gritado)
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!Loca el y loca yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!¡Loca el y loca yo!

El varón del tango


(Julio Sosa por Hermenegildo Sabat)


Nació en 1926 como Roberto Goyeneche, pero el Varón se consagró antes que El Polaco, y puede ser considerado como uno de los más grandes cantores de la historia del tango rioplatense. Nació en Las Piedras, Uruguay, el 2 de febrero de 1926. De familia humilde, tuvo que salir a trabajar desde pibe. Comenzó su carrera en los cafés de su ciudad, donde cantó con la orquestra de Carlos Gilardoni. Su inocultable calidad lo llevó a Montevideo y Punta del Este, con las orquestas de Epifanio Cháin, Hugh Di Carlo y Luis Caruso. Ya en 1949, en Buenos Aires, canta en el café Los Andes. Luego con la orquestra de Joaquín Do Reyes y la de Francini-Pontier, donde cantaba Alberto Podestá, con quien grabó el vals El hijo triste, lo que constituye su primer grabación oficial. En 1953 integra la agrupación de Francisco Rotundo. Ya finalmente en 1955 comenzó su carrera como solista. Leopoldo Federico fue el director, arreglador y primer bandoneón de la orquesta que le dio soporte musical a partir de este momento.

Julio Sosa cantó en radio, en televisión y en cine. Escribió el libro de poemas Dos horas antes del alba. Y fue precisamente a altas horas de la madrugada del 26 de noviembre de 1964 cuando muere: se estrelló contra un semáforo de la avenida Figueroa Alcorta con su automóvil. Murió joven, dando comienzo a la leyenda de una de las voces más portentosas y carismáticas del Río de la Plata.

Horacio Ferrer dijo de Julio Sosa que cultivó un estilo caracterizado un fuerte temperamento, por una voz grave que recuerda a Edmundo Rivero, y que sus mejores interpretaciones fueron los tangos románticos y melódicos, muchos de los cuales exhumó para volverlos al primer plano del interés público.
También Horacio Salas valoró a este genial artista popular, delarando que adelantó lo que habría de ocurrir con el renacimiento tanguero de finales de los sesenta que protagonizaron Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche y Astor Piazzolla. También dijo de él que encarnaba el rescate de los tradicionales valores del tango. Y finalmente lo compara con Alberto Castillo, valorando sociológica y políticamente la carrera de El Varón del tango, ya que en tanto el cantor emblemático del peronismo en el poder fue Castillo, Sosa lo fue durante la proscripción.

Julio Sosa fue el último de los cantores a la vieja usanza tanguera. Con su muerte, aunque de manera tardía, se cerraba definitivamente una época.





Cambalache
(Enrique Santos Discépolo)

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros,
maquiávelos y estafáos,
contentos y amargaos, valores y dublé.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente ya no hay quien lo niegue,
vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao...
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia contra un bandoneon.

Siglo veinte, cambalache, problemático y febril,
el que no llora no mama y el que no roba es un gil.
¡Dale nomás, dale que va,
que allá en el horno te vamo a encontrar!
¡No pienses más, tirate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao!
Si es lo mismo el que labura
noche y día como un buey
que el que vive de las minas,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Sentirme el olvido perenne del mar

DOLOR

Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Oue la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear

Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.







Versiones de Alfonsina y el mar:

Meredes Sosa

Anna Saeki

Cristina Branco

Andrés Calamaro

Chabuca Granda

Simone

Shakira

Alfredo Krauss

Tania Libertad

Los Andariegos y Alberto Cortez



y más y más… y las instrumentales, y sólo guitarra, y etc, y etc… cuántas pasiones Alfonsina… cuánto misterio… qué bella canción de Ariel Ramírez… bueno, y también la letra de Félix Luna…



La Tetera de Russell




Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser vista aún por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera se afirmara en libros antiguos, si se enseñara cada domingo como verdad sagrada, si se instalara en la mente de los niños en la escuela, la vacilación para creer en su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara merecería la atención de un psiquiatra en un tiempo iluminado, o la del inquisidor en tiempos anteriores.

(Bertrand Russell)

La razón por la que la religión organizada merece hostilidad abierta es que, a diferencia de la creencia en la tetera de Russell, la religión es poderosa, influyente, exenta de impuestos y se la inculca sistemáticamente a niños que son demasiado pequeños como para defenderse. Nadie empuja a los niños a pasar sus años de formación memorizando libros locos sobre teteras. Las escuelas subvencionadas por el gobierno no excluyen a los niños cuyos padres prefieren teteras de forma equivocada. Los creyentes en las teteras no lapidan a los no creyentes en las teteras, a los apóstatas de las teteras y a los blasfemos de las teteras. Las madres no advierten a sus hijos en contra de casarse con infieles que creen en tres teteras en lugar de en una sola. La gente que echa primero la leche no da palos en las rodillas a los que echan primero el té.

(Richard Dawkins)


.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Un poco de Rock and Roll



Miguel "Botafogo" Vilanova, hoy por razones legales conocido como Don Vilanova, es un guitarrista argentino de dilatada trayectoria profesional e indudable calidad artística. Es uno de esos músicos que si bien el “gran público” no lo conoce, en el mundillo de la música es una referencia. En el sitio Rock.com.ar hay una detallada información sobre su trayectoria: http://www.rock.com.ar/bios/0/158.shtml.

En estos días Botafogo nos ha encendido las pasiones a los melómanos con una carta abierta en la que pega con dureza al núcleo duro del negocio de la música: http://www.rock.com.ar/blog/20094816/botafogo-contra-callejeros-y-viejas-locas/.

Francamente coincido bastante con el planteo en cuanto a las actitudes. No así respecto a la calidad, o no, de las propuestas musicales; porque, como diría Dolina, nada hay más democrático que el arte. Sin embargo esa actitud de barra brava tan extendida me preocupa. La de rebelde sin causa también nosotros la tuvimos cuando jóvenes, aunque en algunos casos también buscaba indagar y recorrer otros caminos. Pero esa actitud de provocación inherente a la edad, inocua, incluso necesaria, hoy me parece francamente muy negativa en algunos casos concretos.

Supongo que Botafogo dentro de un mes volverá a leer lo que escribió y se arrepentirá, no de la descripción de lo berreta, lo tinelizado que está una parte de la movida del rock argentino (que no creo que sea un oxímoron como me dijo un amigo), sino de firmar un documento que habla de él más de lo que debe, algo que en mi opinión le quita valor, no me parece muy ético plantear un tema tan fuerte y enfrentarlo a su destino personal.

Debo decir que yo escucho incluso hip-hop y música electrónica, afortunadamente vivo rodeado de pibes, y también que recibo de algún sitio web rock actual de Argentina y de Uruguay, y realmente hay muchas cosas interesantes, incluso algunas quizá sin mucha calidad pero con muchas ganas: se ve que lo intentan. Pero desde los '90 para acá, explosión de la Cumbia mediante, la tendencia es a la baja. Y lo digo nuevamente, el arte es lo más democrático que hay, aunque técnicamente alguien con conocimientos se pueda animar a juzgarlos a todos.
Como dijo León Gieco en el vídeo producido por Roman Lejtman y difundido en canal A sobre la historia del rock argentino, lo más preocupante es que hay cada vez menos gente que siga y busque identificación artística, intelectual con las bandas que van saliendo, naciendo y muriendo; hay últimamente una muy marcada (y preocupante) tendencia a seguir a bandas como a equipos de fútbol, con un sentido tribal, de pertenencia, donde importa más ser parte del grupo, que el contenido literario, musical, la propuesta filosófica, intelectual de la banda a la que se escucha. Hay una tendencia a seguir bandas, a ser fans de bandas, y no a escucharlas.

Evidentemente que la “basura” de la que hablamos no es más que la consecuencia y no la causa de la “basura” que la rodea. Música siempre hubo mala y buena, lo negativo es la sociedad en que les tocó hacer mala música para vender discos para ganarse la vida a muchos que sólo les interesa vender, siempre hubo gente que se vendió. Cada uno trabaja de lo que puede, pero si se venden, no son músicos, ni artistas... no se debe defender su trabajo como no sea para defender su derecho a ganarse el pan, pero no tienen categoría de artistas. Cierto es que no tienen la culpa de la “basura” de la sociedad, pero tampoco hacen nada para cambiarla, es más, ayudan a construirla.
Y que nadie me diga que soy un “careta” porque digo que el rey está desnudo... no lo digo porque estoy viejo, lo digo porque es la verdad; no deja de ser verdad la verdad porque quien la dice pasó los 40.

Sinceramente lo del alcohol y las drogas siempre fue un tema secundario, francamente eso a mí no me dice nada porque como siempre sucedió: hay de todo. Sí me dice, y mucho, la actitud ética, el discurso ético de muchos de estos pibes. Y sinceramente así como me entristece profundamente escuchar a muchos de estos chicos, también me pone muy contento que muchísimo de lo que se hace, en intensión y en calidad, valen la pena.
Hoy hay muy buenos músicos jóvenes y viejos y medianos y hombres y mujeres, y tan buenos artistas jóvenes y viejos... así que propongo que en vez de hablar de los mediocres, escuchemos a los pibes que ahora hacen cosas buenas... o a los viejos, porque: qué más da qué edad tenga un artista, qué más da si hace rock o jazz o chamarrita, si lo que importa es si me llega al alma, si me conmueve... si el mensaje me conmueve...

Lo que nunca me gustó, y ahora tampoco, es la música, el arte, el hecho cultural que no pretende modificar, transformar el mundo en el que vive. Y en eso sí que Botafogo tiene razón, no en ponerse en el centro de la polémica, en hablar de él, pero en eso, en que los mercantilistas están ganando la batalla, en eso tiene razón.
Lo de Cromañón merece un análisis aparte porque lamentablemente terminó sumergido en la politiquería.
“Basura” hubo siempre, ahora es muy pero que muy berreta, es posible, pero también lo son muchos de los programas de humor que se ven, de lo que se ríe la gente en general, sin distinción de edad ni género. Incluso podemos decir que más gente de lo deseable (quizá son los mismos de los que hablamos), compra opiniones enlatadas de "periodistas" y luego las repiten sin estar condenadas por ningún dios. Y esto también expresa lo berreta de nuestra sociedad, lo tinelizada que quedó luego de la segunda y más infame de las décadas.





Fue publicado en El diario de Gualeguay


La ninfa Eco



"En otros tiempos, la ninfa Eco había sabido decir. Y con tanta gracia decía, que sus palabras parecían no usadas, jamás dichas antes por boca ninguna.

Pero la diosa Hera, la esposa legal de Zeus, la maldijo en uno de sus frecuentes ataques de celos. Y Eco sufrió el peor de los castigos: fue despojada de voz propia.

Desde entonces, incapaz de decir, sólo puede repetir.

La costumbre ha convertido esta maldición en alta virtud".


(Eduardo Galeano)


.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Libros e internet



"son principalmente los hombres, que los queman, los censuran, los encierran en bibliotecas inaccesibles y condenan a muerte a quienes los han escrito. Y no, como se cree, Internet u otras diabluras."

(Umberto Eco)


.

Economía y racionalidad

Orgullosos nos definimos como seres racionales, evolucionados individuos quienes superaron el primitivismo de sus antepasados homínidos. La ciencia y la tecnología desarrollada por nuestra especie -con alegría descubrimos-, se alejaron definitivamente de los umbrales de nuestros orígenes animales, e invertimos con esperanzado entusiasmo ingentes recursos en continuar su desarrollo.
Sin embargo, insistimos obcecadamente en aplicar en nuestra economía la receta liberal, más asociable con el estado salvaje de la naturaleza y con la ley del mas fuerte que nos muestran los documentales en algunas señales de la TV por cable. Tan claramente disociada del camino de la razón y la solidaridad que la humanidad eligió en tantos otros ordenes, diferenciándose así, del resto del mundo animal.

Y de esto hablamos, cuando escucho a compatriotas quejarse de que el estado argentino agobia con su presión fiscal, o que hay que reducir el gasto público. Hablemos de números, de cifras, de datos, no de palabras o de sensaciones.

Argentina recauda aproximadamente en términos del PIB un 24%, Brasil un 35%, EEUU un 37%, España un 40%, países como Francia o Alemania en el orden del 45%, y países como Finlandia, Suecia y otros en los que el nivel de vida es de los mejores del planeta en el orden del 50%. Estos promedios nos dicen, si lo pensamos un poco, que la gente que gana más está incluso en niveles aún mayores de los indicados. Porque están basados en un esquema progresivo, es decir, más paga el que más gana y más tiene. Cierto que mis números son de hace unos años, pero mucho no han cambiado. Y ahí está el tema central (en mi humildísima opinión): en que sin estado no hay nación, en que con un estado pequeño y sin capacidad no hay sociedad ni nación posible.

También, que si analizamos la composición de la recaudación fiscal Argentina, veremos que lamentablemente está basada en el IVA, es decir que pagan y aportan por igual quienes se desloman trabajando por unos exiguos ingresos y quienes, además de poseer una gran fortuna, evaden y eluden impunemente tributos al fisco.

Podemos aceptar como teoría general que lo correcto sería caminar/tender hacia un modelo progresivo basado en ganancias, pero la realidad es la que muestran estos gráficos que adjunto a este análisis, y sobre eso tenemos que actuar. Plantear otra cosa es negar la realidad o pretender que todo siga igual. Y esto es en lo que han resultado los acontecimientos de los últimos años en Argentina.

Tengamos en claro que los servicios que el estado presta en estos países a los que me refiero, que los subsidios que otorga a quienes tienen menos suerte, que el dinero que esa sociedad vuelca sobre los que menos posibilidades tienen y que permite que la rueda siga girando, lo hace porque previamente recaudó y mucho, y porque sobre todo pagan los que tienen para pagar. Y cuanto más se tiene más se paga.

Y acá debemos volver sobre nosotros: recaudamos un 24%/PIB imponiendo sobre los que menos fortuna tienen, y cuando se le quiere cobrar un poco a quienes deberían pagar y no pagan… y aún falta ajustar impositivamente sobre las rentas financieras… y aún falta…

Por si hace falta aclararlo a quienes no se llevan muy bien con las matemáticas, sumados IVA y SS aportan el 50% de la recaudación, es decir un 12% del PIB, en cambio Ganancias un 4,3% del PIB (donde también incluimos gente con ingresos no muy por encima del mínimo no imponible, no sólo los grandes ingresos), y finalmente los derechos de exportación (las retenciones a los combustibles, granos, etc.) aportan un magro 3% del PIB. Para que esto quede aún más claro faltaría contrastarlo con la distribución del ingreso en términos del PIB para comprender que la realidad es que en nuestro país no pagan impuestos los que ganan dinero, muy por el contrario, aportan más los más humildes. A diferencia, claro está, de los países a los que antes aludíamos, donde más pagan quienes más tienen.

Lo que esto nos señala, es que el gasto público argentino lo pagan básicamente los que menos dinero ganan. Cualquiera puede buscar el dato de cuál es la relación Gasto/PIB y compararla con el resto del mundo: en Argentina se gasta muy poco en términos del PIB, muchísimo menos de lo que los impresentables de siempre andan diciendo por ahí. La relación en nuestro país es del 14% (luego del pago de la deuda), cuando en los países “serios” es de al menos el 40%.

Sin ir tan lejos, sin cruzar los anchos mares, a Brasil lo que le permite ser una potencia mundial, presente en todos los foros internacionales, es defender la producción nacional; allí son patriotas hasta los militares. Antes de ser de izquierda o de derecha, primero son nacionalistas (en el buen sentido). En Argentina en cambio, existe un sálvese quien pueda histórico.

En definitiva, que la única forma de que vivamos en un país serio, como los del primer mundo, es que la riqueza se distribuya adecuadamente, que el estado invierta en que la sociedad funcione.

Si me lo permiten, tendríamos que pensar como en Europa piensa la gente del campo: al estado le reclaman que los subsidie (a los que les va mal, a los que les va bien pasan vergüenza si lo hacen) y no que no les cobre impuestos.

En todo el mundo todos quieren ganar dinero; lo que no sucede en el resto del mundo es que cuando el estado interviene para que no se distorsione el mercado un grupo de empresarios corten carreteras y bloqueen por la fuerza a los que desean seguir trabajando (y a quien lo intentó en España hace muy poco, se le mandó la guardia civil para poner orden, porque tus derechos económicos terminan donde empiezan los de los demás). También recuerdo cuando en Chile sucedió algo parecido con otro resultante, desafortunadamente.

Entonces, en la discusión política argentina, cuando alguien dice que hay que bajar los impuestos, que el estado agobia, que gasta mucho, está mintiendo. Y esa mentira sólo tiene dos orígenes, la ignorancia, o la infamia. Se puede criticar a los gobiernos, siempre sobran motivos para hacerlo, se viva donde se viva, pero no se puede ignorar la realidad, porque entonces uno corre el riesgo de ser manipulado, en contra de sus intereses.






Algunas fuentes:

Datos de Econométrica: http://www..ieco.clarin.com/2008/07/15/databankiii.pdf
Datos de la Facultad de Agronomía: http://www.agro.uba.ar/apuntes/no_1/sector.htm
Datos de Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:PBI_Argentina_-_2005.png
Datos de la servicio de comercio de EEUU: http://www.comerciousa.org/argentina_editable/AMBIENTE.asp
Datos de la Academia nacional de agronomía y veterinaria: http://www.anav.org.ar/trabajos_publicados/18/Reca.pdf
Datos del CEMA: http://www.cema.edu.ar/~aed/CEMA_Oct_06.ppt
Datos del Centro de corredores: http://www.centrodecorredores.org.ar/cntrorpt/conferenciagonzalezfraga110608.ppt
Datos de CAME: http://redcame.org.ar/news.php3?id=1150
Datos de otra consultora: http://www.exante.com.ar/PUBLICO/anteriores/Abril%202005/050429.pdf
Nota de Clarín: http://www.clarin.com/diario/2007/03/10/elpais/p-02402.htm
Nota de El Correo: http://www.elcorreo.eu.org/esp/article.php3?id_article=1798







miércoles, 25 de noviembre de 2009

Barrilete cósmico.


Yo también lloré.
Orgulloso. Incontenible. Varón.
Como el fútbol, la redonda, el Diez.
Contemplando impotente el vacío inabarcable donde quedó llorando mi corazón destrozado.
Anhelé, créanme, haber sido al menos por un momento hincha de Boca.
Agradecí sin embargo, nacer en el Río de la Plata.
Un momento dudé, lo confieso. Quedé sin certezas, invadido.
Será cierto entonces que Dios existe... y se llevó la diez para siempre.
No queda lugar para la razón, sólo sentimiento.
Ahora comprendo cuál es mi religión.
No habrá ninguno igual, no habrá ninguno.
El cielo se hizo Diego y desde ahí nos mira el fútbol. Él es el fútbol.
Sentí la felicidad envolverme suave, húmeda.
Gracias Gordo. Gracias por el fútbol.




(Poema escrito al finalizar el homenaje oficial a Diego Armando Maradona en cancha de Boca Junior)

Tango Montero


Imagen: "Pareja" de Chilo Tulisi

“A veces, arrastrando la elizabetardente careta embadurnada de heroicos ingredientes su orgullo busca un poco de alcohol o de pelota.”
“Y pasa la ortopedia procaz de su alegría mostrando, entre las mesas, como una demasía la inútil y erudita vejez de su derrota.”
(Horacio Ferrer)






- I -


Rodolfo Montero dobló en la esquina del Boliche de la Mechona, y enfiló para el lado de 11 de Septiembre, por la calle de siempre, silbando el Tango de la casera, tan de moda en ese tiempo.
Rodolfo disfrutaba del ladrido de los perros, y del griterío de los chicos festejando alborozados el fin de la siesta. Le causaba mucha gracia ir eludiendo la acumulación de lluvia en las irregulares calles de esos barrios, cuando aquellos chicos estridentes enfrentaban sin miedo esos mismos charcos que Rodolfo se empeñaba en evitar. Gozaba también con las frondosas arboledas de las humildes casitas, de la visión de los fondos sembrados y las gallinas escandalizándose ante cada movimiento desacostumbrado. Lo intrigaba el mecanismo interno de la lucha por el poder de los olores de esas barriadas.
El olor en aquel barrio, como en todos los que Rodolfo transitaba era muy intenso, aunque no tanto como cuando producto de las grandes crecidas del Río en los años precedentes, en el ´71, la peste ensombreció la pequeña Buenos Aires; en aquellos días el olor sí que era penetrante, además de insoportable. Como insoportable fue el cuadro de horror y muerte que quedó en Buenos Aires, horror que parecía ensañarse con los amigos de los Montero.

Rodolfo era hijo de Doña Teresa Ríos, inconmensurable meretriz, mulata intensa y tan generosa de alma como de caderas; dueña del afamado Tambo La cueva de La Teresa, que nunca estuvo a disposición de los mitristas, sito en el barrio de Montserrat, más conocido como barrio del mondongo; y de Don Adolfo Montero, criollo en tercera generación, intrascendente coplero y payador, a quien solía verse en algunos boliches de Constitución, desarrollando no muy dignamente su arte.
Don Adolfo -muy a su pesar- pasó a la posteridad cuando se enfrentó, cuchillo en mano, con el hasta ese momento imbatible Pardo Rocha, puntero de Don Nicolás Avellaneda, pieza clave del fraude del ´74, el día que en la academia de baile de la Catalina, el Pardo le dijo que se dejara de joder con esas boludeces del manifiesto y de la comuna, delante de toda la concurrencia y apuntándolo con un cuchillo.

La última edición de “El Quijote” golpeando sobre su muslo derecho acompañaba cadenciosamente el silbido de Rodolfo. Lo llevaba porque le habían causado mucha gracia las últimas caricaturas sobre el indescifrable Roca, y también porque se lo había prometido, y como Rodolfo empezaba a saber, las mujeres y los niños nunca olvidan las promesas que se les hacen. Estrenaba la comprensión de que es especialmente problemático deshonrarlas.
Siempre iba contando las pilas de ladrillos amontonadas a los costados de los hornos de barro, le divertía llevar esta extraña estadística. También le gustaba calcular la distancia a la que estaban los Villorrio cuando distinguía sus siluetas a lo lejos. No podía comprobar la exactitud de sus cálculos, pero eso no era importante, porque solo era parte de un juego.
En la esquina estaban esperándolo los hermanos Villorrio, Ángel e Isabel. Ángel era un muchacho muy pierna, muy amigo de Rodolfo, con el que además de la vida, compartían el gusto de ir a escuchar los nuevos tríos de Violín, Guitarra y Flauta, soñando el momento en que estarían del otro lado, tal vez en el Tambo de Doña Teresa. Isabel era una de esas buenas muchachas de barrio, por la que Rodolfo Montero estaba seguro de que cualquier día superaría el aparentemente inmenso año de vida que los separaba, y perdería la cabeza, esperando que Ángel no lo tomara muy a mal.
Le había prometido llevarla al Circo Podesta-Scotti, pero su madre quien ya se había decidido por un infame integrante de la Sociedad de los Negros como novio de Isabel, era algo muy difícil de eludir. Tal vez en alguna visita de la vieja a Pancho Sierra, Isabel pudiera eludir el viaje a Salto, y tuviesen una oportunidad. Ángel lo esperaba para ir al Tambo de la Teresa, a escondidas de los padres, quienes opinaban que música solamente podía ser llamada la de Beethoven o la de Bach, y que esos indecentes ritmos populares no merecían ser catalogados como tales.
Pero lo que más molestaba a los grises padres de Ángel e Isabel, era el oscuro color de los Montero. Ellos se resistían a aceptar que compartían el mundo con gentes que creían indecorosas, e incultas. Para los Villorrio, la cultura debía venir envuelta en papel moneda.

Volvieron caminando con el sol a sus espaldas, riendo de sus alargadas sombras, eludiendo en lo posible los fangales que las fuertes lluvias de la última semana habían desparramado por las calles de aquellos barrios. Estaban a fines de Noviembre y empezaba a sentirse un poco el calor, y todo predisponía a disfrutar de la música.
Iban riendo ostentosamente de la amargura con que el día anterior habían dejado a los gringos del Críquet club; mirá que perder 1-0 con unos criollitos, ellos que habían inventado el fútbol, y para colmo de males con un gol de Rodolfo faltando 4 minutos... aquellos gringos todavía no deben poder creerlo, carcajeaban felices los dos compinches.
Andaban también soñando con el carnaval en que les permitieran tocar en el Politeama; si es que no estallaba ninguna revolución, de esas que sólo les interesaban, en opinión de Rodolfo, a los habitantes del Barrio del Socorro, los que ahora tenían cloacas y no debían soportar el vaho de las calles de 11 de Septiembre o Montserrat; una cosa era segura: no era sobre el hambre y la sed de esa gente que ahorraban los argentinos.



- II -


En aquellos tiempos previllóldicos, no había nadie con tanto talento como Casimiro Alcorta. Rodolfo estaba absolutamente convencido de eso. Presentía que estaba haciendo historia, y quería disfrutar de este alumbramiento. Casimiro, era un entrañable amigo de Doña Teresa y de Don Adolfo, acostumbraba por las tardes pasar por la casa de los Monteros a conversar animadamente y a tomar unos mates con ellos, y de tanto en tanto, acariciaba maravillosamente su violín, lo penetraba con su arte, con tanta claridad y pasión, que Rodolfo no podía sino escuchar absorto aquel íntimo concierto. Rodolfo tocaba el violín por admiración hacia el genio del Negro, y porque el violín en el que intentaba imitarlo se lo había regalado justamente Casimiro para su cumpleaños número 13.
Esa tarde lo acompañaban en el silencio más absoluto, extasiados con el talento de Casimiro, Rosendo y Ángel, amigos y socios musicales de Rodolfo.
Esa tarde no se habló de política, no se criticó a Roca ni a Juárez Celman, no recordaron las masacres de indios en el sur para que los amigos del poder aumenten su ya nutrido stock de inculta tierra, sin preocuparse de lo difícil que era vivir para tanta gente en la gran aldea porteña, ahora refulgente capital de la República. Nadie recordó la ya lejana infame guerra del Paraguay. No se habló de revoluciones, ni asonadas, ni intrigas palaciegas, ni devaluaciones, ni empréstitos, ni de las recurrentes injusticias de las que el mundo era testigo. No evocaron la triste experiencia del fracaso de la Comuna de Paris, ni discutieron como debían unirse los esfuerzos de los proletarios, los campesinos, los dependientes, para enfrentar a los verdaderos dueños del poder. A los eternos verdaderos dueños del poder. Nadie quiso agrietar con necedades el clima armónico que habían logrado; todos tuvieron otras miras.
Para todos en esa casa, esa tarde el motivo era la música. No podía ser jamás de otra manera, disfrutando de la inusual y placentera compañía de Sinforoso y su clarinete, divertidísimo e inabarcable hombre de color negro, casi tan amigo de Casimiro y de los Montero como de la ginebra. El negro era capaz de las más grandes hazañas histriónicas y musicales, si veía un vaso de ginebra fanfarroneando frente a el. Esa tarde los tres estaban inspiradísimos, Casimiro volaba mansamente sobre su violín, Sinforoso cabalgaba furiosamente sobre su clarinete y Adolfo crispado por la ginebra atropellaba osadamente con su guitarra hacia esas morenas alturas.
Esa tarde Rodolfo habría matado si alguien le hubiese discutido que el negro era el color de la luz; no se podía discutir ese sentimiento.

Música indecente, dijo la madre de Ángel. Pero quien quiere ser decente pensaba Rodolfo, si eso implica usar una mascara inadecuada, triste, oscura. Esos ambientes no son apropiados, dijo la madre de Ángel. Más adecuados seguramente le parecen otros ambientes, donde abunda el dinero, pero escasea la honestidad. Rodolfo no conseguía olvidarse de eso.
Toda la noche sufrió la arremetida de ese recuerdo. Toda la noche su mente hizo un movimiento pendular entre Isabel y la madre, entre el deseo y la repulsión. Quería pensar en el placer que le provocó escuchar a los negros amigos de sus padres, pero esa insolente voz, embestía una y otra vez. Había sido una gran tarde.
La botella de ginebra a medio empezar que robó de la alacena donde Don Adolfo la guardaba, no logró modificar el ineluctable signo de la desazón que lo venció, fatalmente; que lo dejó quebrado, desmoronado, invadido por una oscuridad que lo fue asediando pacientemente, hasta poseerlo. Definitivamente, no fue una buena noche.

- o -

Un ejemplar de “El Mosquito” tirado sobre el piano, era la evidencia de que habían estado riendo, con las magistrales caricaturas del genial francés. Nadie había dibujado mejor que él a Sarmiento o Avellaneda, ni que decir de Roca, viejo zorro, quien se decía deseaba aparecer en el periódico de H. Stein. En esto coincidían los tres como en ninguna otra cosa. Salvo a los padres de Ángel, no conocían a nadie que opinara de manera diferente.
El comedor de la casa de Rosendo tenía un piano desacostumbrado para un negro en esos tiempos anteviejaguardistas. Rosendo Mendizabal tenía arte. Estando con él, Rodolfo volvía a tener la visión del negro como el color del arte. Era maravilloso escucharlo tocar el piano, su flauta parecía ser parte de su cuerpo, su poesía era tan encendida como su personalidad.
En el luminoso remedo de salón de ensayos donde la madre de Rosendo los halagaba con unas prodigiosas tortas como compañía del mate, sentado a la derecha del piano, Ángel quería ser poeta, y con seguridad, ya era guitarrista. Rodeado por la claridad de la amistad, por título adolescente, pero por historia completa, Rodolfo sentía que podía tocar el violín con más dignidad que la que su padre esgrimía ejecutando su arte en el barrio de los corrales.
Los tres estuvieron esa tarde intentando acercarse a esa morena mezcla de músicas, con la que se estuvieron conectando la otra tarde en lo de los Montero. Sentía Rosendo que el Politeama no estaba tan lejos de su música, y esperaba de manera confiada que algún carnaval les hagan un lugarcito. Un amigo del padre de Ángel le prometió hablar con Hansen, para probar en su Restaurante de Palermo, un apronte antes de la orquesta de Poncio o de Bazán. Pero era el Tambo de Doña Teresa lo que indiscutiblemente les quedaba más cerca, además con Teresa presente nadie se iba a animar a reprobar con demasiada vehemencia el arte del trío, y esa era sin dudas una gran ventaja.

Esa noche los tres fueron al lupanar de La Vasca Laura, entrañable templo consagrado a Venus, a disfrutar la música de la orquesta del Tano Vicente. Fueron con la certeza de escuchar buena música, buenos tangos bien interpretados, y la esperanza de que la suerte los ilumine. No era el dinero lo que les daría suerte, así que esperaban ansiosos que la bella y volátil Venus este ardorosamente sensible esa noche.
Últimamente Afrodita no tenía en mente la existencia de Rodolfo, e Isabel aparecía cada vez más lejos en el horizonte de su vida. Ya había comprobado rigurosamente, que la ginebra no era el quitapenas adecuado para el, y debía intentar con algo más estimulante.
El cuarto vaso de vino tinto penetraba las entrañas de Rodolfo, y la mente se empezaba a aclarar.
Clementina era una catalana adorable, vivaz, sensible; además disfrutaba del vino tinto como él, y eso lo apasionaba; cuando estaba en presencia de una mujer que disfrutaba el vino tinto, ardía en deseos de complementarla.
Esa noche Isabel fue una lejana presencia, imperceptible, esa noche la madre de Ángel pareció perder consistencia. Definitivamente, fue una gran noche.



- III -


Paolo Marinelli había nacido en Angone, Italia, a mediados de la década del ´40, y llegado a Buenos Aires, pletórico de ilusiones y carente de recursos, como era habitual por aquellos días, a mediados de los ’70. No le había ido mal en su intento de hacer la América; logró establecer un próspero comercio en el Barrio del Carmen, también conocido como el barrio de los napolitanos, lugar donde naturalmente, además vivía.

Entró al café “El trompezon”, un ecléctico boliche ubicado en la exacta esquina de Charcas y Paseo de Julio. Con un gesto amable, saludó al propietario y a su mujer. Levantó su mano derecha, a modo de cordial saludo a los demás parroquianos, quienes eran también habitué, aunque ciertamente menos prominentes. Se sentó, como siempre, junto a la ventana que daba sobre el Paseo de Julio. Según era su costumbre desde hacia un tiempo, para hacer gala de su adquirido conocimiento de las tradiciones porteñas, pidió un café con yema de huevo batida, a la usanza antigua. Sacó la edición del día del diario La Nación de su bolsillo, y se dispuso a esperar a los muchachos, fiel a sus convicciones, leyendo las noticias, a través del peculiar cristal de Mitre. También llevó un ejemplar de la Revista Iris, por si la espera era larga, y porque le gustaba llegar siempre temprano al boliche, para leer tomando su café con yema batida.

Paolo y Don Villorrio, tenían una sólida relación dentro de la colectividad; juntos habían hecho buenos negocios. Tal vez, condicionado por una sensibilidad artística heredada de su madre, le tenía mucho aprecio a Angelito. Aunque íntimamente comprendía a Don Angel, y de algún modo, compartía su postura; a sus hijos les exigía la mayor dedicación a sus estudios. Sin embargo, traía novedades de su prometida conversación con Don Juan Hansen, dueño del restaurante “Tarana”, conocido como “el de Hansen”. Por eso, aquella tarde citó a Ángel, para ponerlo al corriente de sus gestiones, las que había desarrollado a espaldas de Don Villorrio, quien de enterarse –tanto de las gestiones como del encuentro con su hijo en un café-, era muy probable empezara a dejar de ver conveniente su relación comercial con Paolo.

Rodolfo, Rosendo y Ángel acordaron encontrarse en la esquina del tambo de la Teresa. Rodolfo naturalmente llegó primero, y enseguida se le sumó Rosendo. Mientras esperaban a Ángel, enfrentaban posiciones entre la Opera Italiana, que parecía la preferida del publico porteño, y también la de Rosendo, y la obra wagneriana, la que en opinión de Rodolfo, superaba en calidad técnica y conceptual a la Opera, la que dependía mucho del talento de los tenores.

Cuando se prometían ir al Teatro de la Opera o al Politeama para seguir discutiendo luego el asunto, llegó Ángel. Hablaba entusiasta y acaloradamente acerca de la fascinación que le provocó Pepino el 88, a quien había visto actuar la noche anterior en el Circo Politeama Humberto Primo. “El monólogo político, no tiene desperdicio”, sentencio Ángel, invitando a Rodolfo y a Rosendo a disfrutarlo juntos esa misma noche. Debido al rotundo éxito de publico del Circo gracias al talento de Pepino, sumado a la genial representación de Juan Moreira, que desarrollaba el afamado Circo porteño, las funciones continuarían otra temporada.

Decididos ahora a ocuparse de su futuro artístico, bajaron las 3 cuadras que los llevarían por la calle Europa hasta el Paseo de Julio, y se dispusieron a remontar las 22 que los separaban del café en el que los esperaba con noticias, Paolo; noticias que anhelaban fueran buenas. Ninguno pudo dormir la noche anterior. La frescura del Río en sus caras los hizo olvidar por un momento de la angustia que lentamente empezaba a invadirlos. A esa hora se ponía lindo ir por el Paseo.

Caminaron mansamente, como si quisieran disimular la ansiedad. Caminaron bordeando el Río, a cuyas orillas se podían ver los numerosos "carritos" atendidos por “afroporteños”. Allí ofrecían por unas monedas, chorizos o morcillas calientes con pan, bien acompañados con un vino, servido en un gran jarro metálico, a los numerosos trabajadores portuarios. Se los veía tan exhaustos como hambrientos, después de una extensa jornada, y sin embargo demoraban eternamente el retorno al asfixiante conventillo. Era maravilloso ver a esa multitud de trabajadores riendo y discutiendo, con unos bríos inesperados luego de la dura tarea que esos varones desarrollaban durante el día. Era revelador ver el empeño que aquellos hombres ponían en dilatar el regreso adonde los esperaba el hacinamiento, el griterío, la carencia absoluta de intimidad.

A pocas cuadras ya de Charcas, se demoraron en la puerta de un boliche, donde cantaba uno de esos trabajadores portuarios, con una guitarra destartalada, tañida por el mismo, y acompañado por una flauta de no más de 14 años. Estuvieron tentados de entrar a probar frente a esa gente, y comprobar si su arte estaba a la altura del lugar. Los desalentó no sólo la ansiedad por las noticias que traía Paolo, sino también el estado que portaban la mayoría de los concurrentes, por demás alcoholizados.

Finalmente se hicieron de coraje, y enfrentaron la puerta de la esquina del boliche. Se sentaron a la mesa luego de un efusivo saludo con Paolo, quien los invitó con un café, que los muchachos prefirieron con un poco de leche. Eso de la yema no les parecía una buena idea, y a ninguno intimidaba que los héroes de Mayo lo hubiesen disfrutado, aquellas tardes en vísperas de la Revolución. Luego de un breve intercambio de opiniones acerca de Pepino el 88, del que Ángel se había convertido en fanático admirador, Paolo se apiadó de los muchachos y los informó de lo único que a ellos les interesaba saber, lo que desesperadamente anhelaban: el resultado de las gestiones de Paolo ante el alemán.

En un mes y medio, tiempo que los tres debían aprovechar para no dejar pasar el carro de la suerte, en un rincón escondido del frondoso Palermo, parapetados en las vías del Central Argentino, haciéndole fondo a las prestigiosas orquestas de Poncio, Campoamor y Bazán, en el restaurante de Don Juan Hansen, deberían determinar si tenían talento para seguir soñando, o tendrían que resignarse a gozar con el placer que provoca la música de los demás.
Claro que para eso, aun faltaban unos hermosos cuarenta y cinco días; ahora los esperaban unas cervezas en algún boliche del Paseo, tal vez en aquel del cantor y su moribunda guitarra. Allí el clima parecía propicio; al fin era tiempo de celebrar.



- IV -


Esa tarde, de sol y calor desmesurados, en la Plaza Euraska, debía haber casi 10.000 personas. El silencio era atroz, abrumador, agobiante; tenía cuerpo, peso, espesor; se sentía abismal. El impacto seco de la pelota contra las paletas, el golpeteo impetuoso de los pies contra el piso, algún esporádico grito demostrativo de esfuerzo o el violento resuello de los pelotaris, eran los únicos sonidos que se podían escuchar. Cada tanto definido, en cambio, generaba un estallido de la parcialidad favorecida con la momentánea alegría.
Rodolfo y Rosendo estaban definitivamente de parte del Entrerriano Zavaleta; en cambio Ángel no tenía decidida sus simpatías, y además hubiera preferido que estuviesen ensayando para el debut en lo de Hansen. El vasco Sarrasqueta, conocido como el chiquito de Eibar, gozaba del estruendoso afecto de la mayoría de los presentes, tal vez porque era local, pero también porque era el mejor jugador. Seguramente por esto haya terminado ganando el partido, y unos cuantos billetes producto de las realmente abultadas apuestas, aquel día en el Laurak Bat.

Durante la vuelta a la casa de Rosendo, caminaron haciendo un contrapunto entre los pretendidamente eruditos comentarios y lamentos sobre el partido perdido, y los ensayos de la rutina que debían realizar la cada vez más cercana y añorada noche. No eran más que cinco canciones las que les permitirían interpretar, pero eran más que suficientes para tenerlos desbordados por la ansiedad.
Estuvieron tocando los tres, intensamente, hasta pasada la medianoche, pese a los rezongos de la encantadora y oferente madre de Rosendo. Esa noche no cenaron; no tenían intenciones de perder tiempo en esas pequeñeces burguesas. Solo le hicieron un lugar al mate y a las tortas. El piano, el violín y la guitarra sonaban particularmente armoniosos; la ilusión y la frescura tenían un efecto clarificador en la música de los pibes. Estaban sonando casi como ellos querían, y eso era maravilloso, era glorificante.

- o -

Rodolfo y Ángel se levantaron muy temprano para ir caminando a pescar y nadar al Riachuelo. Querían despejar un poco la mente, no pensar por un rato en los ensayos y el ansiado debut. Isabel los acompañó, con la promesa de cebarles mate. A esa hora se podía caminar placenteramente, sin tener que soportar la furia tremebunda del Sol, disfrutando las melodías y tonos de los diferentes pájaros. Los tres se iban lamentando de esos chiquilines que se divertían cazándolos por la tarde. Isabel sin embargo, los comprendía, y prefería enojarse con los padres, a quienes creía verdaderos responsables de esa conducta. Algunos por lo menos, decía, lo hacen para comer, y esto es muy respetable. A Rodolfo lo seducía escucharla hablar en esos términos, porque parecía que le escapaba al asfixiante adoctrinamiento de su indomable madre.

La pesca fue francamente improductiva, no sacaron más que unos pocos pejerreyes demasiado pichones, los que en un alarde de sensatez, devolvieron al río. Pero para Rodolfo, de todas maneras, fue una mañana de provecho: logró convenir con Isabel, encontrarse el Viernes posterior al mentado debut. Contaban con la complicidad de Ángel y de unas amigas de Isabel, para ir juntos, por fin, al Circo Politeama Humberto Primo, donde Ángel les había contado que Pepino el 88 hacia maravillas con el lenguaje. Aunque, Isabel decía estar segura de que la representación de Juan Moreira le iba a gustar más que ese payaso charlatán. Esto molestaba mucho a Rodolfo, porque ahora le parecía que se estaba colando la madre en las ideas de Isabel, y nada podía ponerlo más triste e indignado. La vuelta, la hicieron en tranvía con miriñaque y sin pregonero. Estaba previsto seguir con la rutina de ensayos, de modo que no querían demorarse, y la vuelta caminando bajo el sol, habría sido desastrosa.

Después del almuerzo, se reunieron en casa de Rosendo, instituída oficialmente salón de ensayos del trío, con la entusiasta aquiescencia de Doña Mendizábal. Ensayaron toda la tarde, casi desbordados por la urgencia, apremiados. La fecha se les venia inexorablemente encima. Estaban tan emocionados como asustados. Empezaban a comprender, con desesperación, qué era el temor al fracaso.

Por la noche, después del Corso que proporcionó un poco de distracción frente a tanta angustia, Rodolfo fue con sus padres a comer a la Fonda de la Buena Sopa, de donde eran clientes consecuentes. Ángel estuvo invitado, pero no pudo eludir la celosa tutela materna. Les sirvieron, especialmente elegido, y como le gustaba a Don Adolfo, la especialidad de la casa: bifes de vaca fritos en grasa, con papas y huevos fritos de avestruz, todo regado con vino de la tierra importado. De postre, una novedad, y otra especialidad de la cocina de la Fonda, donde lo preparaban como nadie: queso fresco mantecoso con dulce de batata.

- o -

La última semana, previa al debut, ensayaron mañana, tarde y noche. Ángel, a veces no podía escapar a los padres, pero como estaba en vacaciones, en general lograban estar los tres. Con la ansiedad, iba creciendo el mal humor. De manera que para enfrentarse con el destino, y salir airosos, parecía que previamente debían superarse a ellos mismos.

El Sábado llegó por fin. El pecho los oprimía por la angustiosa espera. Morigeraron la locura, que los invadía lentamente, tocando hasta el preciso momento de salir hacia el “Tarana”. Se ataviaron con sus mejores ropas, lo que no hacían frecuentemente. Don Adolfo insistió en acompañarlos, pero los tres prefirieron arreglárselas solitos. Seguramente iba a estar Paolo, de manera que ante cualquier dificultad que no pudieran solucionar, finalmente podrían contar con la ayuda del Itálico amigo de Angelito, gracias a quien esa noche, iban a enfrentarse con un público ciertamente exigente.

Fueron caminando con lentitud, portando sus instrumentos, abrazados a ellos. Afortunadamente, la noche los benefició con un clima agradable. El calor no era tan agobiante, la noche predisponía a la música. Casi inesperadamente, súbitamente, se enfrentaron con las vías del Central Argentino, al cobijo del espeso Palermo. Las luces del “Tarana” se distinguían tímidamente entre los árboles. Había gente riendo en la puerta. Hombres y mujeres que en minutos serían “el público”.
Enfrentaron la puerta lateral, y entraron decididamente, saludando con cortesía al personal del restaurante. Les informaron cordialmente que en pocos minutos les tocaba, estaba terminando la orquesta de Bazán. Los convidaron con unos vasos de vino tinto. El sonido de los aplausos llegó con claridad, también algunos gritos. Se entregaron dócilmente al destino, tal vez con resignación, con una decisión rayana al misticismo. Empezaron a sentir una armonía desacostumbrada, escasa en los últimos días. Los invadió la confianza, la tranquilidad de conciencia, de quien sabe lo que quiere y para qué.
Subieron al escenario, con una actitud artística incluso por ellos inesperada, ante las miradas escudriñantes de la concurrencia. Rosendo, con los primeros acordes que sonaron con firmeza, en el piano del lugar, dio la señal esperada. Finalmente, el tiempo de tocar había llegado. El sosegado tiempo de los sueños, sólo por unos minutos, quizás perennes, quizás urgentes, le dejaba su lugar al de la verdad.



- V -


El piano de Rosendo sonaba decidido, concluyente, claro, efectivo. La guitarra de Ángel y el violín de Rodolfo acompañaban con convicción, dándole sustento. La voz de Rodolfo entregaba calidez junto a los versos del "Tango de la casera". La combinación era adecuada, armoniosa, luminosa. Los asistentes al “Tarana” agradecieron la interpretación de los pibes, y respondieron con un caluroso aplauso. La técnica del trío estaba funcionando, los reiterados y por momentos agobiantes ensayos estaban dando sus frutos.
El segundo tema confirmaba a los asistentes la simpatía que empezaban a sentir por los pibes. El conocido "Justicia Criolla", demostraba tener la efectividad que los tres habían sospechado. Los generosos aplausos les acariciaban dulcemente el alma, los regocijaban. La soñada aceptación, las sonrisas, algún esporádico comentario halagüeño, todo finalmente resultaba bien.

Según la rutina, meticulosamente ensayada, siguió un tema, sin nombre, que Rosendo compuso estremecido por la hombría con que Zavaleta había aceptado su derrota frente al Vazco Sarrasqueta, aquella tarde en el Laurak Bat. La entereza con la que aquel pelotaris enfrentó a la multitud, que deseaba vivamente su fracaso. “El Entrerriano”, pensaba Rosendo, debía ser su titulo, en homenaje a quien lo había conmovido. Sin embargo, los comentarios negativos de sus dos amigos lo desalentaban. Tenía una cadencia distinta, era menos rítmico que los dos anteriores, y los concurrentes no mostraban el mismo agrado. Sin embargo aplaudieron, con menos entusiasmo, es cierto, pero con la misma calidez.

El cuarto y quinto tema corrieron la misma suerte. Eran composiciones del Trío. El primero se llamaba “Isabel” -nombre elegido por Rodolfo-. El que seguía, “La Capital”. Ese público tan temido, sólo devolvió unos tibios aplausos a cambio de tanta ansiedad. Unos aplausos producidos más por una fórmula de compromiso que por el convencimiento.
Esas tres piezas finales, indudablemente el público no las aceptaba con el mismo agrado. Era gente más acostumbrada a los rítmicos compases de Campoamor o de Bazán, quienes habitualmente tocaban en lo de Hansen.

Una rara mezcla de satisfacción y decepción invadió a los tres por igual. Paolo los invitó a cenar, a modo de formal festejo. El Tano estaba contento, afirmó con gran elocuencia que el debut había sido exitoso, pese a esos opacos aplausos finales. Aseguraba que el dueño del lugar opinaba igual. Un Chianti sobre la mesa –concluyó-, es lo más adecuado para la celebración.
En cambio, los muchachos coincidían en la sensación de fracaso. Lo más querido por ellos, sus propias composiciones, definitivamente no habían gustado.

Comieron frugalmente, mientras escuchaban los insustanciales comentarios de la ineficazmente blonda compañera de Paolo. Los compases de la orquesta de Poncio sonaban de fondo. Sin dudas mucho más efectiva y contundente que el novel trío. Al menos, a la luz de la respuesta del público.
Sin embargo, los pibes no deseaban sonar como ellos. Ellos creían en otra música, en otro sonido. Era otro el destino musical que perseguían.

- o -

Rodolfo quedó en encontrarse con Ángel, en la esquina de Corrientes y Callao. De allí al Circo, donde esperarían a la hermana de este y sus amigas. Así habían acordado la semana anterior al debut de los muchachos, durante un mañana de pesca, en el río Chuelo.
Llegaron los dos puntuales. Desacostumbradamente puntuales.
Decidieron ir hacia el Humberto Primo, sin más demoras. Sabían que allá iban a tener que esperar, irremediablemente; pero era preferible.

A esa hora, los coches y las gentes se amontonaban desordenadamente en calles y veredas; hombres y mujeres transitaban lentamente por Corrientes, prestando suma atención a todo cuanto sucedía: sus futuros temas de conversación de toda una semana dependían de eso.

Ángel no quiso ocultarle a Rodolfo, el sólido futuro que sus padres habían decidido asegurarle a Isabel. Tampoco los ásperos sermones. Las sutiles presiones. Los discursos morales. Las promesas de verdadera felicidad. El recuerdo de las obligaciones sociales y familiares. El viaje a Italia como regalo de bodas, financiado por la familia Villorrio. La indignación de Ángel.
Ineludible, la desazón por una realidad diferente de la soñada, se introdujo en la conversación. Se juramentaron no pensar en eso por ahora. La decisión sobre su futuro artístico debía madurar sola, acordaron.

Ambos iban coincidiendo en sus quejas, acerca de la multitud de amigas que estaba previsto vinieran. Hubiese sido mejor sólo una, devenía en una situación más manejable.
Confirmaron holgadamente sus sospechas, la espera fue larga y las muchachas varias.

Enfrentaron la carpa del circo, y se ubicaron lo mejor que pudieron.
Casualmente, quizás no, Isabel y Rodolfo quedaron solos, separados por dos filas, detrás de Ángel y las chicas.
La obra “Juan Moreira” fue representada con maestría por la compañía del Podesta-Scotti, como estuvo previsto. Pepino el 88, finalmente los hizo reír con ganas, como prometió Ángel. Incluso a Isabel, pese a su inicial desconfianza.

Rodolfo la convenció sin mucho esfuerzo de no esperar los acostumbrados reingresos del payaso, ante los furiosos e insistentes aplausos de la numerosa concurrencia.

Se fueron caminando bajo una resplandeciente Luna, hacía 11 de Septiembre, finalmente solos. Alejándose lentamente de los aplausos y el griterío que llegaban suavemente desde el interior de la carpa. Conversando animadamente, comentando el maravilloso espectáculo que acababan de ver.

Eligieron unas calles laterales. Oscuras. Secretamente vacías. Cómplices. Ya cansados se sentaron sobre el pasto, tras unos árboles ubicados en un solar pequeño.
Íntimos, tuvieron la certeza que nada más había a su alrededor. Que sus vidas no eran sino ese momento. Unieron sus enamorados cuerpos y sus ardientes almas.

Dejó de existir repentinamente la luminosa Luna, la añosa arboleda. No se acordaron del debut de Rodolfo, ni de la Madre de Isabel. No pensaron en el futuro del trío.
Tampoco en el feliz matrimonio que los padres tenían programado para Isabel.



Publicado originalmente en la revista Desalmados Monteros.

martes, 24 de noviembre de 2009

La tempestad




«Recuerdo haberlo leído, tal vez, en alguna novela de Joseph Conrad. Si en medio de un gran temporal el navegante piensa que el mar encrespado forma un todo absoluto, el ánimo sobrecogido por la grandeza de la adversidad entregará muy pronto sus fuerzas al abismo; en cambio, si olvida que el mar es un monstruo insondable y concentra su pensamiento en la ola concreta que se acerca y dedica todo el esfuerzo a esquivar su zarpazo y realiza sobre él una victoria singular, llegará el momento en que el mar se calme y el barco volverá a navegar de modo placentero.»

Manuel Vicent (Villavieja, Castellón, 1936) es un escritor y articulista español.


.

Carta abierta a la patria





«Esta tierra sobre los ojos, este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles, esta noche contínua, esta distancia. Te quiero, país, tirado abajo del mar, pez panza arriba, pobre sombra de país, lleno de vientos, de monumentos, de esperpentos, de orgullo sin objeto, sujeto de asaltos, estúpido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas, repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando de babas y estupor canchas de fútbol y ring sides. Pobres negros. Te estás quemando a fuego lento y donde el fuego, donde el que come los asados y tira los huesos, malandras, cajetillas, señores y cafishios, diputados, tilingas de apellido compuesto, gordas tejiendo a dos agujas, maestras normales, curas, escribanos, centrofowards livianos, Fangio solo, tenientes primeros, coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos, bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos, secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco, contraflor al resto.
»Y qué carajo si la casita era un sueño, si lo mataron en pelea, si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva, liquidación forzosa, se remata hasta lo último. Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía.
»Te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña envuelto en una bandera que nos legó Belgrano, mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate con su verde consuelo, lotería de pobre.
»En cada piso hay alguien que nació haciendo discurso para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos. Pobres negros que untan las ganas de ser blancos, pobres blancos que viven en un carnaval de negros. Qué quiniela, hermanito, en Boedo, en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera, en los ranchos que paran la mugre de la pampa, en las casas blanqueadas del silencio del Norte, en las chapas de zinc donde el frío se frota, en la Plaza de Mayo, donde ronda la muerte trajeada de mentira.
»Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking, vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga: tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas, tango, coraje, puño, viveza y elegancia. Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
»Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga, no te metás, que vachaché, dale que va, paciencia. La tierra, entre los dedos, la basura en los ojos, es estar triste, ser argentino es estar lejos, y no decir mañana porque ya basta con ser flojo ahora.
»Tapándome la cara, me acuerdo de una estrella en pleno campo, me acuerdo de un amanecer de Puna, de Tilcara de tarde, de Paraná fragante, de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos quemando un horizonte de bañados.
»Te quiero país, pañuelo sucio, con sus calles cubiertas de carteles peronistas, te quiero sin esperanzas y sin perdón, sin vuelta y sin derecho, nada más que de lejos y amargado. Y de noche.»

Julio Cortázar, 1955

 


 

lunes, 23 de noviembre de 2009

El pensamiento


El ser humano teme al pensamiento más de lo que teme a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte.
El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.

Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al ser humano, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.

¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?

¡Fuera el pensamiento!
¡Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!

Es mejor que los seres humanos sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa.

Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades.

(Bertrand Russell)




Orient Expressions

Estos pibes de Estambul, mezclan el folk tradicional turco con jazz, sintetizadores, darbukas y realmente suenan muy bien...





Es una formación surgida de la unión de los músicos Dj Yakuza, Cem Yıldız, y Richard Hamer, que ubica su estilo en la tendencia de la actual música turca, mezcla de elementos electrónicos con el tradicional folk. Fusión de jazz, sintetizadores, darbukas, junto a la influencia de la canción Alevi, también presente en el álbum. En el apartado de las colaboraciones encontramos algunas de las voces turcas y kurdas más reconocidas, como la genial Sabahat Akkiraz.


Más en Myspace

Para disfrutarlo...

domingo, 22 de noviembre de 2009

Utopía



"Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar..."

(Eduardo Galeano)


.

Intolerancias


“Todos los judíos son iguales” es una frase que no me sorprende escuchar en los más variados círculos. Lo que sí me sorprendió escuchar fue: “la piba estaba bárbara, lástima que era judía”.
Esta innegable dificultad, que se expresa en infinidad de personas, las que muy sueltas de cuerpo se auto catalogan como demócratas y tolerantes, me resulta muy difícil de entender. Se me hace muy difícil comprenderlo, entre otras cosas, porque esa misma gente profesa, de manera ininteligible, la religión que heredaron de sus padres y del país que les tocó en suerte habitar.
Cómo es posible que alguien juzgue a los demás por sus creencias; pregunto, merced a qué derrotero lógico, se puede descalificar al otro, por profesar creencias que no eligió y cuya inexactitud no es posible establecer. Indemostrable por cierto, es también la propia creencia del necio descalificador.
Las creencias son, digámoslo de una vez, por definición indemostrables.

Las mismas actitudes encontramos cuando de sexualidad hablamos. Miríadas de gentes escandalizadas ante la sexualidad de los demás, ofendidas por lo que los demás son, porque los otros no pueden evitar ser distintos. Porque esperan vivir con normalidad su normalidad. No provoca extrañeza lo que sucede siempre, lo que genera es indignación comprobar una vez más que existan individuos que pretenden ser los dueños de la única moral aceptable, y pretendan torpemente imponérnosla al resto.
La tolerancia a los demás, al otro y su grupo de pertenencia, no es sólo una obligación cívica que debemos imponernos, es una necesidad básica para poder vivir en paz. No podemos pretender que respeten nuestros derechos cuando no respetamos los de los demás, a menos que esto lo hagamos por la fuerza. Queremos creer que esos tiempos han quedado atrás, me refiero a los tiempos en que las sociedades imponían su religión y sus esquemas morales por la fuerza.

A modo de modesto ensayo, me resta decir que es probable que estas actitudes, básicamente estén provocadas por la virulencia que alcanza nuestra intolerancia como especie, con aquellos a quienes nos resulta imposible refutar. Somos especialmente sectarios con quienes no somos capaces, con argumentos, de ejercer la razón que creemos poseer.
Necesitamos desesperadamente poseer la verdad única y nos ponemos especialmente violentos cuando la duda asoma.

La intolerancia es, a todas luces, hija de la inseguridad.








 

sábado, 21 de noviembre de 2009

La memoria


Treinta y tres años, en perspectiva histórica, es realmente poco tiempo. Sin embargo, parece que para nosotros como sociedad, el 24 de Marzo de 1976 fue hace demasiado tiempo. Tanto tiempo pasó, que hay cosas de las que nos vamos olvidando.

Esta situación nos pone a los argentinos ante una encrucijada, la que deberemos dilucidar, si pretendemos no repetir y padecer los mismos errores de un pasado no tan lejano. Si no queremos que pierda legitimidad ni vaciar de sentido el voto popular. Si no queremos cargar en nuestra conciencia con la inmoralidad de seguir sosteniendo esta vergonzante falta de memoria, esta irrefrenable actitud del todo vale. Esa convicción tan humana y argentina de creer que el fin justifica los medios.

Es muy habitual en la discusión política argentina, esgrimir falacias, hechos aislados, contraponer lo muy malo frente a lo malísimo, o que prevalezcan actitudes propias de sofistas de poca monta, lo que nos nubla el análisis.

Entonces, relatemos hechos, e intentemos concluir en consecuencia.

En 1975, el gobierno justicialista en ejercicio del poder, ordenó "aniquilar el accionar de los elementos subversivos"; para lograr tal objetivo le confirió amplísimos poderes de excepción a las fuerzas armadas. Entre los integrantes activos del gobierno que tomó aquella decisión estaban, entre otros, Antonio Cafiero y Carlos Ruckauf. Este último era ministro de trabajo, producto de sus fuertes vínculos con Lorenzo Miguel, pope de la UOM.

En aquel momento, en Estados Unidos se tenía absoluta claridad acerca de los tiempos que acechaban a Argentina. Esto revelan los documentos secretos de la época, dados a conocer en los últimos años por importantes diarios argentinos. No tengo evidencias al respecto, pero es de suponer que los principales dirigentes políticos argentinos, tenían conocimiento de estos informes.

También hay que decir que los tiempos que padeció la Argentina, los sufrieron el resto de los países del área con diferentes intensidades. Dato que por sí solo nos dice que no fueron casuales los hechos sucedidos en nuestro país; documentos difundidos y producidos por organismos gubernamentales del gran país del norte nos revelan que se trató de un plan regional diseñado por la CIA y el Pentágono, y plasmado por los militares latinoamericanos, lacayos de sus pares del norte.

¡Qué lejos quedaron los tiempos de la Revolución de Mayo y las guerras por la Independencia! ¡Qué poco se parecen a aquellos, estos militares inútilmente autoproclamados Sanmartinianos!

Los documentos generados por los militares argentinos nos dicen a las claras que la intención que éstos tenían era asesinar a todos aquellos que se opusieran por cualquier medio al modelo de país delineado por el establishment; el mismo que hoy pretende seguir poniendo y sacando ministros de economía. Esos mismos documentos, también nos revelan la falacia de los argumentos esgrimidos acerca de la imposibilidad de luchar contra los mal llamados “elementos subversivos” en el marco de las instituciones, ya que las fuerzas de seguridad tenían amplias facultades legales para desarrollar esa lucha, si ese hubiera sido su real objetivo. Como con éxito lo han hecho, por ejemplo, y con matices, España o Gran Bretaña.

Durante los primeros años de la dictadura, dirigentes de todos los partidos políticos convivían sin pudor con ella. Incluso algunos defendían la mal llamada "lucha antisubversiva"; en Septiembre de 1978 por ejemplo, Ricardo Balbín contaba muy suelto de cuerpo que devolvía las cartas que le llegaban desde Europa, por considerarlas injustas. Para entender claramente los niveles de convivencia entre la dirigencia política y la dictadura basta leer el siguiente dato: un informe de la SIDE mencionado por La Nación el 25 de marzo de 1979, revelaba que sobre 1.697 municipios sólo 170, o sea el 10 por ciento, tenía intendentes militares; 649 intendentes, o sea el 38 por ciento, eran civiles sin militancia política. Los 878 intendentes restantes, es decir el 52 por ciento en todo el país, provenían de los partidos tradicionales, en esta proporción: Unión Cívica Radical 310; Partido Justicialista y otros afines 192; Partido Demócrata Progresista 109; Movimiento de Integración y Desarrollo 94; Fuerza Federalista Popular 78; Partido Demócrata Cristiano 16; Partido Intransigente 4.

Lejos quedaron, lamentablemente, los tiempos de la Revolución de Mayo y las guerras por la Independencia. ¡Qué poco se parecen a aquellos, estos inútilmente autoproclamados defensores de la democracia y la república! ¡Qué poco se diferencian de los que hoy no vacilan en aferrarse a cualquier sillón que les quede libre!

Los pocos que se animaban a contar los hechos de la realidad eran cuando no asesinados, por lo menos censurados. Claro que también hay que decir, que es un dato histórico que demasiada gente se esfuerza en olvidar, que el gobierno legal y legítimo que gobernó los destinos de Argentina entre 1973 y 1976 no se diferenciaba mucho de quienes los continuaron en cuanto a su actitud para con la prensa y la integridad física de los que pensaban diferente. Una parte importante, cuantitativa y cualitativamente, de la prensa se mostraba complaciente y producía espeluznantes notas periodísticas en los medios gráficos. Desde los medios televisivos se intentaba defender lo indefendible. Seguramente todos nosotros nos acordamos de los vergonzosos programas de Bernardo Neustand y Mariano Grondona.

En los noticieros, programas periodísticos, revistas, etc., muchos infames personajes injustamente llamados periodistas, hablaban desfachatadamente de una "campaña anti-argentina" para referirse a las denuncias hechas en el exterior sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por los organismos de seguridad en el país. Lamentablemente grandes sectores de la sociedad apoyaban aquella abyecta dictadura. Muchos otros, la mayoría, se mostraban indiferentes ante los hechos, lo cual para los fines perseguidos por el grupo cívico-militar en ejercicio ilegítimo del poder era infinitamente mejor.

Cierto es también, que hubo muchísimos argentinos de diferentes sectores de la sociedad que no bajaron los brazos pese a lo peligroso de amagar cualquier conato de resistencia. Las organizaciones en defensa de los derechos humanos, muchos sindicalistas no corrompidos, dirigentes de organizaciones intermedias, periodistas, militantes y dirigentes políticos, población civil anónima, incluso algunos miembros de las fuerzas armadas, sostuvieron una lucha activa en pos de la recuperación de nuestras libertades y derechos civiles.

Finalmente, lo que me parece absolutamente trascendente, y no se nos debe escapar en ningún análisis, es que aquellos sectores dueños del verdadero poder que sostuvieron a los militares en ejercicio del poder formal, hoy conviven descaradamente con los actuales dirigentes políticos. Estos grupos económicos hicieron pingües negocios gracias a las privatizaciones y a las indefendibles prebendas impositivas que los gobiernos democráticos les han concedido. Nuestros gobiernos, nuestros dirigentes, nuestros representantes.

En estos días, para los pocos que aún quieran tener alguna duda, y sólo como botón de muestra, las denuncias contra la empresa Mercedes Benz por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura se robustecieron con la presentación de un informe del Centro Europeo para los Derechos Constitucionales y Humanos (Ecchr), con sede en Alemania. Estos informes además involucran al sindicato SMATA y al antes mencionado Ruckauf. Es decir que los mismos que se beneficiaron con la dictadura, llegando a la infamia de señalar dirigentes sindicales a asesinar, hoy se siguen beneficiando a costa del sufrimiento, el hambre y la desesperación de amplios sectores de la población.

Luego de obtenida la democracia, que algunos dicen no nos hemos ganado, no hemos sabido estar a la altura de las circunstancias, y bastardeamos las instituciones una y otra vez. La situación a la que nos enfrentamos hoy ya la hemos vivido, y la resolvimos con nuestra acostumbrada necedad, con nuestra usual falta de inteligencia y de convicción democrática. En aquella oportunidad, en octubre de 2001, como hoy, el gobierno creía no haber perdido las elecciones y la oposición creía haberlas ganado. Hace 8 años se estructuró un golpe de estado institucional contra el triste gobierno de la Alianza imponiendo al frente del senado, y por consiguiente en la cadena de sucesión a un miembro de la oposición de aquel momento.

Hoy, sectores de la oposición, que sólo se une para votar en contra, y que creen haber ganado las últimas elecciones, pretenden volver a bastardear la democracia con métodos similares.

Einstein, definió magistralmente la idiotez, y no puedo dejar de pensar que nos tenía en mente a los argentinos: “esperar resultados diferentes aplicando los mismos métodos, eso es la idiotez”.