viernes, 31 de enero de 2014

Cambiar hasta el nombre de las cosas

Resulta extraño escuchar a alguien ufanarse de no haber cambiado nunca de opinión.
Cuando alguien te dice muy suelto de cuerpo: "hace 30 años que opino igual".
O cuando algún insensato destaca como mérito de otro este desatino.
O, algo tan habitual por increíble que parezca, que se utilice como inefable crítica, que el necio juzga lapidaria, resaltar que alguien hace 15 años opinaba distinto que ahora.

Nos rodean los inaccesibles dueños de todas las respuestas, esos prepotentes propietarios de todas las verdades válidas, de las irrefutables, las definitivas.

Ciertamente que cambiar, o no, de opinión, no es positivo o negativo por sí mismo.
En mi humilde opinión, modificar el punto de vista, o mantenerlo, sólo es bueno si se basa en el análisis y los datos. Y malo si sólo está basado en la altanería de la pretensión de infalibilidad.
Equivocados o no, porque esto ya es opinable. Como decía mi abuela, opinión que jamás modificó: para gustos, colores...




A los amantes de las bellas letras, hago llegar mis mejores deseos: Voy a cambiar de nombre a algunas cosas.
Mi posición es ésta: El poeta no cumple su palabra si no cambia los nombres de las cosas.
(Nicanor Parra)

jueves, 30 de enero de 2014

La hora del estupor que ardía como un faro

En estos días se conocerá el nuevo índice de la inflación general de la economía, que en los ejercicios más serios, incluida alguna de las pocas consultoras serias que miden la inflación, indican que el 2013 estuvo en el orden del 18 al 20%. La de Córdoba, la de Santa Fe, dan número parecidos.
La inflación de bolsillo fue superior, pero esa no es la inflación que miden los estados.

Nos hizo más daño del aceptado, y del aceptable, la distorsión de la medición del Indec de los últimos años. Una de las mayores es que le dio letra a los necios para negar la realidad de los números. Y a los grupos económicos que además controlan los medios de comunicación para generar expectativas inflacionarias que le permiten correr con ventaja en la pelea por la apropiación de la ganancia (la tan negada como innegable lucha de clases).

La parte buena de todo esto es que de a poco los errores cometidos por el gobierno en los últimos años se van corrigiendo. La correcció del retraso del tipo de cambio iba a ser más lenta pero se aprovechó el ataque de especuladores para llegar más rápido a números más lógicos.
Esperemos que con el índice de inflación pase más de lo mismo, porque estos días les habría costado mucho más trabajo a los que aprovechan el río revuelto para obtener beneficios, porque el río habría estado más claro.


Esta charla en Radio Cooperativa de Gerardo Fernandez con Arnaldo Bocco, viene muy a cuento de lo que escribo, sobre la primera semana post devaluación: analizan el escenario real de la economía, en relación al que nos anticipaban de manera militante los medios opositores.




Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado! Sobre mi corazón llueven frías corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro.
(Pablo Neruda)

miércoles, 29 de enero de 2014

Dentro de los claustros

Dije yo: -Vamos a hablar de la Contrarreforma y el barroco.
-... - dijeron ellos.
-¿No saben lo que es la Contrarreforma?
-...
-¿Y la Reforma?
-...
-¿Y Lutero?
-Sí. -dijo uno- Es donde se hacen los bebés.
(Cuarto año de Colegio Nacional.)


-Profe, ¿podemos leer otra obra de ese griego que me gustó tanto?
¿Cómo se llamaba? ¿Omóplatos?


Leíamos "Los advertidos" de Carpentier en 5º.
Era un colegio católico.
-Profe, ¿quién era Noé?- pregunta una chica.
Si serás bruta- grita uno desde el fondo- Noé, piba, Noé: el que viene para Navidad.


Anécdotas reales relatadas por una compañera de ruta feisbuquera...


Recomendación de otro compañero feisbuquero:
"Qué porquería es el glóbulo" y "La mosca es un incesto" de José María Firpo, escritos hace más de 50 años...




martes, 28 de enero de 2014

Si algo me gusta, es vivir, salir al aire libre.

Escribió Immanuel Kant, en la introducción de "Crítica de la razón pura":

“La ligera paloma, que en vuelo libre corta el aire, cuya resistencia siente, podría imaginarse que lo lograría mucho mejor en un espacio vacío de aire.”


Y sin embargo, no comprende que sin aire no se sustentaría y sería incapaz de volar.
Pero no abre su cabeza y su vuelo porque, como también dijo Kant:

"El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca."


Como la vida misma...




Si algo me gusta, es vivir. Ver mi cuerpo en la calle, hablar contigo como un camarada, mirar escaparates y, sobre todo, sonreír de lejos a los árboles... También me gustan los camiones grises y muchísimo más los elefantes. Besar tus pechos, echarme en tu regazo y despeinarte, tragar agua de mar como cerveza amarga, espumeante. Todo lo que sea salir de casa, estornudar de tarde en tarde, escupir contra el cielo de los tundras y las medallas de los similares, salir de esta espaciosa y triste cárcel, aligerar los ríos y los soles, salir, salir al aire libre, al aire.

Sucumbo en mi ofuscada necedad

...“en América Latina, los medios masivos de comunicación quieren sustituir a los partidos políticos y asumir ese lugar para seguir defendiendo los intereses de la oligarquía”; “Los intentos de derrocamiento de estos gobiernos son producto de que estos gobiernos intentan modificar ese esquema de medios concentrados y los latifundistas mediáticos se enojan porque ellos creen que los medios son el arma para defender otros intereses de su propia clase social”.

En referencia a la conformación de los grupos multimediáticos en América Latina, Ignacio Ramonet aseguró que el Grupo Clarín y la red O`Globo “copiaron a la Fox de Estados Unidos, que ha sido el modelo a imitar por los medios golpistas, de combate por sus propios intereses”.

http://www.telam.com.ar/


No es nuevo, no es que ahora se dio cuenta, toda vez que el gallego (nació en Pontevedra, Galicia) ya en el 2000 afirmaba sobre la manipulación de los grandes medios:

"Hoy los medios de comunicación constituyen un poder"

http://lahaine.org/


Dijo alguna vez en una entrevista que le realizaron en la televisión argentina:
"La Ley de Medios argentina será un referente, un ejemplo a analizar y seguir para muchos países, incluso europeos."


Algunos amigos están tan tristemente fanatizados, tan sometidos a la discusión binaria, que estas afirmaciones de Ramonet, prestigioso periodista gallego radicado en Francia, de larga trayectoria y compromiso democrático, presidente honorario de Attac, promotor del FSM de Porto Alegre, fundador del observatorio internacional de medios, histórico director de Le Monde Diplomatique, en las que analiza analiza la situación latinoamericana indicando algo sobre lo que viene advirtiendo desde hace muchísimo tiempo, antes incluso de que Sudamérica tenga la suerte de tener tantos gobiernos populares (que algunos necios llaman populistas), algo que además denuncia en su región de pertenencia (es decir, los medios europeos), hacen que algunos insensatos empiecen a cuestionar a Ramonet tan sólo porque en alguna medida su discurso le da la razón a una posición asumida por el gobierno argent(in)o, algunos incluso asumiendo en su ceguera que el discurso de Ramonet es el propio discurso de la presidenta, no advirtiendo en su ofuscación que Ramonet no habla particularmente de Argentina, aunque naturalmente la incluye.
Con tal nivel de insensatez es imposible cualquier debate. Todos devendrán invariablemente en binarias discusiones sumergidas en la chicana.



Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza, ¡Aire de mar!... ¡Oh tempestad, oh enojo! Desdichada de mí, soy un abrojo, Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
(Alfonsina Storni)

lunes, 27 de enero de 2014

Había una vez, un país al revés

Había una vez,
un país al revés,
y todo era diferente.

Todo el dolor,
el oro y el sol,
pertenecían a la gente.

En esa casa dividieron el pastel,
y no dejaron nada sin comer.

La bandeja se la llevó la sirvienta.


La imagen es obra de Daniel Paz, humorista gráfico argentino.




La noche es larga, pero ya ha pasado

Miré el reloj y eran las cuatro de la mañana. Hacía exactamente 24 horas que estaba sin dormir, pero no tenía sueño. Era, técnicamente, 31 de octubre, pero para mí, igual que para los dirigentes, militantes y periodistas que estábamos en el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, en la calle Alsina –de la misma manera, quizás, que para millones de argentinos–, el 30 de octubre de 1983 no había terminado. Nos faltaba, todavía, ver y escuchar a Raúl Alfonsín. No al mismo Alfonsín que habíamos visto antes, en mi caso hacía apenas unas horas, sino a este otro, el que todavía no llegaba. Esperábamos, aunque fuera el mismo, a un nuevo Raúl Alfonsín: al presidente electo de esa democracia a estrenar en cuya inminente realidad aún costaba creer.

Lo había visto la mañana anterior –la mañana de ese 30 de octubre que aún superado se negaba a terminar sin su presencia–, exactamente a las siete y cuarto, en el living de su casa de Chascomús, mientras se preparaba para ir a votar. El breve diálogo que tuvimos ahí –sin siquiera sentarnos, en presencia de un custodio que me apuraba– lo escribí ya varias veces, la primera de ellas esa misma mañana, para una revista de Editorial Atlántida; la última en otra contratapa de Miradas al Sur. Y siempre me pasa lo mismo, no necesito consultar ningún archivo para reproducirlo.
Recuerdo la escena como si fuera una foto, y cada una de las palabras:
–¿Nervioso, doctor?
–No, muchacho. Contento.
–¿Qué significa haber llegado a este día?
–El comienzo de cien años de democracia...
–¿Quién gana?
–Hoy gana la democracia, ganamos todos los argentinos...
–Doctor, usted sabe que no le pregunto eso. ¿Quién gana: Luder o usted?
–Nosotros, muchacho. Ganamos nosotros –me contestó.

El de aquella mañana era un Alfonsín diferente al que me había tocado entrevistar por primera vez, hacía poco más de dos años, para publicar una pequeña crónica en Diario Popular. Corría agosto de 1981 y Renovación y Cambio de Avellaneda había organizado un asado para reunirlo con algunos periodistas en la sede de un club perdido de Dock Sud al que me había costado llegar. La democracia parecía todavía una meta lejana, casi inalcanzable, pero durante la comida Alfonsín se había mostrado convencido de que la dictadura ya no tenía demasiado margen para sostenerse. La charla, distendida, se había hecho larga cuando alguien le preguntó: “¿Usted quiere ser presidente?”. Había demorado unos segundos antes de responder: “El problema no es quién va a ser presidente, sino que va a encontrar un país destrozado”. Aquel era un Alfonsín ceñudo, reconcentrado. En cambio, el que había entrevistado esa mañana del 30 de octubre en Chascomús se mostraba nervioso –aunque lo negara– pero optimista.
Alfonsín había votado poco después de las ocho de la mañana en una escuela distante a unas diez cuadras de su casa, rodeado de periodistas. No había sido fácil registrar la escena, porque la directora de la escuela –mujer de extraordinario porte, vestida completamente de negro a excepción de un pañuelo de cuello rojo federal– intentó impedirnos la entrada. Pasamos igual. De ahí, todos hacia Buenos Aires. Alfonsín hacia la quinta de su amigo Alfredo Odorisio, en Boulogne, donde esperaría los resultados del escrutinio acompañado por familiares, unos pocos dirigentes y algunos periodistas escogidos que lo habían acompañado durante toda la campaña. Yo fui a votar a una escuela de Barracas, donde corté boleta. No voté a Alfonsín, tampoco a Ítalo Luder –candidato peronista y firmante del decreto de "aniquilamiento de la subversión" que había prometido en campaña no derogar la ley de autoamnistía que los genocidas se habían regalado a sí mismos para no ser juzgados–, sino que metí en la urna la boleta presidencial de Oscar Alende, del Partido Intransigente, acompañada por la de candidatos a diputados de la Democracia Cristiana, encabezada por el militante por los derechos humanos Augusto Conte. Después de votar por primera vez en mi vida, me fui caminando por una ciudad esperanzada e inquieta hasta el local de la calle Alsina.
A las cinco de la mañana todavía seguía(mos) esperando a Alfonsín, que no llegaba. En ese 30 de octubre interminable del Comité Nacional de la UCR, el correr de las horas había ido aflojando la tensión para desembocarla en euforia.
Festejaban todos los que iban llegando, menos el senador electo por la Capital Federal Fernando de la Rúa, que con tono pontificio decía que había que respetar la solemnidad del acto electoral. Por entonces, el resultado estaba cantado: Raúl Alfonsín era presidente electo.

Sin embargo, las primeras horas después del cierre de los comicios habían sido inciertas. En cierto sentido, a los periodistas que estábamos allí, el Comité de la calle Alsina nos mantenía aislados del mundo. Había sólo cuatro líneas telefónicas para comunicarse con las redacciones, de modo que los únicos datos que teníamos eran los de los propios radicales. Decían que iban ganando, que ganaban, que ya habían ganado, pero costaba creerles. Más cuando Alfonsín no aparecía por allí y lo seguíamos esperando.
Al día siguiente, en la redacción, Jorge Vidal –uno de los pocos periodistas que acompañaron a Alfonsín durante todo el día– me contó que el presidente electo había sido prudente, que esperó hasta estar seguro. Poco después de las seis de la tarde, en la quinta de Odorisio y con las proyecciones a mano, su hijo Ricardito le dijo que habían ganado. El futuro presidente lo cortó en seco: "Hay que esperar los resultados del Gran Buenos Aires", le contestó. Sin embargo –me contaría Vidal–, sus colaboradores más estrechos ya empezaban a mirarlo y a tratarlo de manera diferente. En boca de algunos de ellos, el cotidiano "Raúl" había dejado paso a otro tratamiento: "Señor Presidente".

Pero en ese momento y en ese lugar, a las cinco de la mañana en el Comité de la calle Alsina, yo no sabía nada de eso. Tampoco sabía que no podría entrevistar a Alfonsín durante su presidencia sino recién muchos años después. Sería en noviembre de 2004, cuando me recibió, como corresponsal de la revista española Cambio16, en su departamento de un quinto piso de la calle Santa Fe.
"Hay sectores especulativos de la economía, entre ellos algunos de los que controlan las empresas privatizadas de servicios públicos, que están creando un clima que es el caldo de cultivo para un pustch contra el gobierno de (Néstor) Kirchner", me dijo esa vez.
–¿De qué manera cree que intentan desestabilizar a Kirchner? ¿De la misma manera que lo hicieron con usted en 1989? –le pregunté.
–Exactamente. Hay grupos económicos que están tratando de crear, por diversos medios, la imagen de que el gobierno no va a funcionar, que tiene problemas. No es que estén cometiendo un delito, por lo menos no todavía, pero sí creando un clima que es el caldo de cultivo que se necesita para un pustch. Es algo que conozco muy bien porque lo he sufrido en carne propia. Por eso lo digo. Era necesario encender una señal de alerta. Vamos a ver qué sucede...
–¿A qué sectores económicos se refiere?
–Que quede claro: no me refiero a sectores de la producción sino de la especulación, que le tienen más miedo al gobierno de Kirchner que al neoliberalismo.

Esa tarde de noviembre de 2004 también le pregunté:
–¿Qué legado cree haber dejado a sus compatriotas?
–Una democracia que, a pesar de tantos altibajos, ha continuado. Para ser más preciso, debería hablar de una República en funcionamiento. Porque la República, incluyendo dentro de ella a la democracia institucional, garantiza las libertades, los derechos individuales cuyo ejercicio termina con el Estado arbitrario, ese que hemos sufrido y que puede poner presos, matar o torturar porque lo considera conveniente para sus intereses. La República garantiza los derechos y pone ese límite. Es un legado incompleto, porque para que exista una democracia plena debería haber una igualdad económica que garantice la dignidad humana. Eso aún está pendiente.

Pero este diálogo ocurriría más de dos décadas después de aquella noche interminable del 30 de octubre de 1983 cuando, pasadas las cinco de la mañana, seguíamos esperando la llegada del presidente electo al Comité Nacional de la Unión Cívica Radical.
Raúl Alfonsín llegaría finalmente poco después de las seis, cuando ya era de día. Allí volvió a prometer una democracia con la que se iba a comer, se iba a curar y se iba a educar. Una promesa que, treinta años más tarde, es una deuda que la democracia todavía tiene con muchísimos argentinos.


"Esperando a Alfonsín", por Daniel Cecchini, publicado en "Miradas al Sur".




Perdonadme: he dormido. Y dormir no es vivir. Paz a los hombres. Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan. ¿Vivir en ellas? Las palabras mueren. Bellas son al sonar, mas nunca duran. Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora o cuando el día cumplido estira el rayo final, ya en tu rostro acaso. Con tu pincel de luz cierra tus ojos.
Duerme. La noche es larga, pero ya ha pasado.
(Vicente Aleixandre)

domingo, 26 de enero de 2014

Sólo hay soledad, dolor, y sueños...

Hay que inventar respiraciones nuevas.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.

Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.

Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.

Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.

Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.

Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre.


Roberto Juarroz.


No hay colores, no hay fronteras, sólo hay soledad, dolor, y sueños...




No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida. Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos. Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano está rodando por el suelo.
(Miguel Hernández)

Todas tus palabras

Hace seis años, viviendo en Galicia, salía de mi laburo y un compatriota me pregunta si estaba enterado de la muerte del Negro.

Recuerdo que fue la primera vez que me emocioné, que mis ojos se llenaron de lágrimas por alguien a quien nunca había tratado personalmente.

No fue la última, quizá porque he devenido en ser humano con capacidad de emocionarse.


Siempre me pregunté porqué él fue el primero; quizá porque no era pretencioso, quizá porque con simplicidad sólo pretendía ser feliz, absteniéndose de la ampulosidad, de la ostentación. No sé porqué, pero al Negro, lo extraño.

Como personaje al que emular, o pretender parecerse.


Lo parió...





Dales la vuelta, cógelas del rabo (chillen, putas), azótalas, dales azúcar en la boca a las rejegas, ínflalas, globos, pínchalas, sórbeles sangre y tuétanos, sécalas, cápalas, písalas, gallo galante, tuérceles el gaznate, cocinero, desplúmalas, destrípalas, toro, buey, arrástralas, hazlas, poeta, haz que se traguen todas sus palabras.
(Octavio Paz)

sábado, 25 de enero de 2014

Cuando el desaliento me pedía volver, te encontré

Con todo respeto, desde el primer día dije que impedir la compra de dólares para tenencia y ahorro a todos por igual era contraproducente, y que en mi opinión para pequeños compradores se debía permitir, dado que no mueve la aguja de la economía, y si la mueve es el costo que hay que asumir para que no se complique la economía con el dólar ilegal, azuzando la inflación que, convengamos, es el único problema objetivo de la economía real, y al que no hay que perderle pisada en tanto implica un riesgo real a nuestros salarios. Error asociado a la sobrevaluación de la moneda producido en los últimos años, que genera dificultades objetivas en la economía, y que en lo aparente también se está intentando corregir permitiendo que el valor de la moneda se ajuste paulatinamente a la realidad.

No me parece mal la medida anunciada (aquí explicada claramente por el ministro de economía, Axel Kicillof) haciendo menos restrictivo el acceso a la compra de moneda extranjera, en todo caso es el reconocimiento de un error. Y tener espaldas para cambiar lo que no funciona, para reconocer los errores cometidos, también es una demostración de grandeza.

Ya saldrán los mediocres de siempre, los dueños de todas las respuestas, de todas las infalibles verdades, a decirnos que todo esto no es sino la demostración definitiva de la atroz realidad en la que nos sumergen los malignos hombres K y su cruel líder.
Pero esas son las medianas cantinelas que en los oscuros corrillos se escucharán siempre.


Imagen: Pintura "Viajeros al Primer Mundo", obra del artista plástico español Carlos Alonso.




En lugares perdidos contra toda esperanza te buscaba. En ciudades sin nombre por rincones de ayer te busqué. En horas miserables entre la sombra amarga te buscaba. Y cuando el desaliento me pedía volver te encontré.

(José Agustín Goystisolo)

viernes, 24 de enero de 2014

No hay nada más extraño que uno

Resulta algo patético escuchar, o leer, a personas que no aparentan padecer ninguna enfermedad, asociando la libertad con la compra de dólares.

Si debo asociar a la libertad con la economía, necesito saber que lo que primero pone en riesgo mi libertad es el acceso al trabajo. Si tengo trabajo empiezo a ser mínimamente libre en este capitalismo mágico; por el contrario, si no lo tengo, mi libertad empieza a desaparecer, a ser un concepto vacío.

En todo caso, es su libertad de acceder a la compra de billetes verdes enfrentada con la mía de poder seguir trabajando. Aún si algunas personas no pueden comprar dólares siguen teniendo un nivel de libertad claramente más alto que el mío, pero mi libertad comienza a evaporarse si para que ellos puedan comprar sus verdes papeles se pone en riesgo mi empleo.


Nunca nos olvidemos que la primera ley del capitalismo mágico reza que la libertad de las personas es inversamente proporcional a la libertad de los capitales, ni tampoco que tenemos derecho a toda la libertad que nuestro dinero pueda pagar.




No hay más extraño que uno. Es la apariencia de otro quien terminó por frecuentarnos, por aceptar finalmente una invitación reiterada. Me pareció ver a mi sombra cuando le abrí la puerta, justo en el momento en que íbamos a salir. La función había comenzado.
“Adelante. Adelante”. “Te estábamos esperando”, dije yo y ella dijo: “No reconozco a los ingratos” con un curioso temblor en la voz.
(Enrique Linh)

martes, 21 de enero de 2014

¡Hasta la poesía siempre, Juan!

A ver cómo es.
Estaba quieta la inquietud por una vez.
La desazón en sazón y
¡cómo se parecía el mundo a Gerarda
envuelta en sensaciones de encaje!
Las palabras chocan contra la tarde
/y no la descomponen.

La furia no me deja solo conmigo.
Habrá que recortar la sombra militar.
¡Camaradas especialistas en esperar cansancios:
apaguen el amor dudoso
que baja humilde y despacito!

Hasta el revés del cosmos morirá!



...no es para quedarnos en casa que hacemos una casa,
no es para quedarnos en el amor que amamos,
y no morimos para morir,
tenemos sed y paciencias de animal.


Textos: Juan Gelman, poeta eterno.




Un pájaro vivía en mí. Una flor viajaba en mi sangre. Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces me quisieron. También a mí me alegraban: la primavera, las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!

Aquí yace un pájaro. Una flor. Un violín.

lunes, 20 de enero de 2014

La esperanza tiene las rodillas nítidas

Este gobierno de mierda es el mejor gobierno de mierda que yo recuerde (tengo 53), y no me imagino a nadie de los que están en la oposición hacer un gobierno menos de mierda que el actual. A nadie. Ni a los dueños de todas las respuestas, ni a los dueños de las infalibles soluciones.

Me refiero concretamente a que el balance entre lo que se hizo y se hace muy bien, bien, regular, mal, muy mal, o directamente no se hace con sus diferentes consecuencias, es positivo, y de ningún otro que recuerde puedo decir lo mismo, ni puedo imaginar algún otro gobernando en los últimos años haciéndolo mejor en las mismas circunstancias.
Esto es evidentemente subjetivo, pero ciertamente tiene anclaje en la realidad objetiva con la que convivo, en lo cotidiano de mi núcleo más cercano, y del que lo rodea. Y del más lejano, aquel del que sólo me entero por los medios y no accedo de manera directa, también tengo un balance relativamente positivo, con matices.

Sólo deseaba dejar claro esto. Hablamos mucho, nos quedamos mucho en los detalles, somos máximalistas o mínimalistas, raramente buscamos el equilibrio entre la realidad y el deseo, asumimos posiciones de purismo, a veces insensato, y siempre nos parece que era fácil el partido y tenemos claras las consecuencias de las decisiones que se toman con el diario del lunes en la mano.

Quizá esto se deba a que hace muchos años, cuando era un pibe, sólo aceptaba la perfección, pero ahora sólo me interesa ser feliz.


La imagen corresponde a "Zamba", oleo del pintor argentino Antonio Berni.




¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed, hasta aquí el agua? ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire, hasta aquí el fuego? ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor, hasta aquí el odio? ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre, hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas. Sangran.
(Juan Gelman)

sábado, 4 de enero de 2014

Dormir en un país al viento

Veo que algunos amigos no tienen ninguna duda acerca de quienes son los malos y quienes son los buenos. Están completamente seguros de que ellos tienen la razón y no comprenden como los demás están tan equivocados (por idiotez, aseguran). Están completamente convencidos de que la única e indiscutible verdad es la que ellos ostentan.

Deberían recordar lo que con inmensa sabiduría decía Don Bertrand Russell: «El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas». Barrunto que también sería una buena idea recordar aquella que nos explicaba que: «El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que se derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país».

He vivido varias vidas, aún así hay muchos hombres que nunca seré. En este año que comienza sólo puedo prometer seguir soñando las vidas que deseo vivir, no tener miedo de soñar, porque nuestros sueños constituyen nuestra vida. De sueños está hecha la felicidad.

Quizá confundimos felicidad con bienestar. El bienestar suele ser más producto del esfuerzo y la búsqueda que del azar; la felicidad en cambio, parece ser más una actitud frente al azar de la vida que una construcción.

¡Brindo entonces, alzo mi copa de vino, por el azar que nos gobierna, porque le demos sin temor la oportunidad de nuestra felicidad!


A todos les deseo que el balance del 2014 les sea al menos igual de bueno que el balance de mi 2013.

A pasarla bien este año, y a ser felices, que otra cosa no nos llevamos más que las sonrisas compartidas y los abrazos.




Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
(Alejandra Pizarnik)