domingo, 7 de agosto de 2011

Insensatez

"La aparición de la “enfermedad brasileña” no ha sido independiente de la estrategia de política monetaria. La apertura financiera, la flexibilidad cambiaria y el control de la inflación se han convertido en factores de atracción para esos capitales. La política ortodoxa de su banca central subordinada al esquema de Metas de Inflación implica que ante cualquier pequeño desvío del objetivo previsto en la evolución de precio se gatille un aumento de la tasa de interés.
La suba de la de referencia (Selic) en 175 puntos básicos, pasando de 10,75 por ciento en diciembre de 2010 a 12,50 por ciento el mes pasado es un imán para inversores especulativos. Implica un retorno esperado de dos dígitos en dólares en un mundo con tasas de interés de casi cero. El juego de los agentes financieros es bastante predecible: obtienen fondos en otras monedas a tasas muy bajas e invierten en reales a tasas muy altas y con expectativas de apreciación cambiaria. Es lo que se conoce en la jerga financiera como carry trade, que se desarrolla con intensidad en el mercado brasileño pese a que sus variables macroeconómicos, como las cuentas fiscales, la balanza comercial, la cuenta corriente, la baja inversión en relación al Producto por debajo del 20 por ciento, no serían elementos de atracción de capitales del exterior."


Este párrafo del excelente artículo titulado "La enfermedad brasileña", escrito por el periodista especializado en economía Alfredo Zaiat, tiene probablemente la suficiente contundencia para prologar lo que creo oportuno puntualizar. El análisis es muy interesante, y aquellos con independencia y honestidad intelectual entenderán que cuestionar al BCRA no es muy sensato ante la evidencia de los datos duros de la economía internacional, en tanto comprobamos que mantener el paradigma neoliberal que exige independizar de la gestión económica del país al Banco Central, y dedicarlo en exclusiva a combatir la inflación, pone a Brasil en grave, y cierto, riesgo de recesión.

Claro que no hay recetas mágicas, y que toda solución implica un problema potencial porque en una economía real tan globalizada -aunque algunos insensatos insistan con la idea del aislamiento argentino- nadie controla todas las variables. Aún así es evidente que la gestión de Mercedes Marcó Del Pont está permitiendo, con o sin vientos de cola, que la economía argentina siga teniendo una vitalidad que ya muchos otros países desearían.

Se habla con bastante liviandad del viento de cola (China, India, Brasil, etc). Y sin embargo ese tan mentado viento de cola, además de no sentirse en Europa/EEUU, en términos de PBI es mucho más "intenso" en Chile y Perú, por poner un ejemplo, y sin embargo las tasas de crecimiento de estos países están por debajo de las argentinas. Y es evidente que el malestar social con la situación es aún mayor en aquellos países.
Valga como dato que, según un informe realizado por la consultora internacional Grant Thornton -que mide la generación de empleo mediante encuestas permanentes en empresas de diversas dimensiones en los países más importantes del planeta-, Argentina es el 8º país que más empleo genera del mundo, es el que más genera de la región, además de generar porcentualmente bastante más que Europa.

Mientras tanto, la integración regional sigue materializándose ahora en el plano económico, lo que nos permitirá enfrentar el riesgo de contagio de la crisis financiero/económica de los países centrales con mejores opciones. Sabemos que necesitamos un Brasil fuerte, tirando del carro de la economía regional, y está bastante claro que el problema que nuestro socio enfrenta es básicamente monetario. Ellos lo saben, y necesitan el escudo de la región, lo que describe un buen momento para diseñar políticas que permitan aprovechar las potencialidades de cada uno dentro de ésta.

Entonces comparamos las distintas realidades económicas, las del que sin dudas es aún el centro del mundo con las de nuestra región, analizamos los paradigmas económicos que se aplican y los escenarios obtenidos, y si algo me queda claro es que los dueños del poder -es evidente que no hablo de los gobiernos, los que con suerte administran- demandan ajustar a los estados porque les convienen débiles. Sucede que las regulaciones las necesitan quienes no tienen cómo defenderse, por lo que no tienen más que al estado para que los defienda y redistribuya la riqueza. Es muy fácil comprobar empíricamente que cuanto menos impuestos recauda un estado, más desigualdad. Y a mayor desigualdad, menor calidad de vida de la sociedad, incluidos aquellos a los que definimos como afortunados.

En esta coyuntura, en la que vemos que estos países se achican pese a la evidencia de su inutilidad empeorando el estándar de vida de sus ciudadanos, deberíamos tener la sensatez necesaria para no equivocar el rumbo. Por una vez que parecemos estar caminando en la dirección correcta.




Insensatez es una canción escrita por Vinícius de Moraes y Tom Jobim, en 1961. Está considerada una de las mejores canciones de la dupla, y es una de las más famosas. "Insensatez" tiene similitudes en sus arreglos de piano con el Preludio N°4 en Mi Menor, Opus 28, de Chopin.


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