Aunque los mediocres nos quieran convencer de lo contrario.
Pienso en esto mientras veo gente viviendo vidas ilusorias, declamando libertad, al tiempo que se muestran incapaces de ser libres.
Y es que finalmente la política no es muy diferente de la religión: ambas nos satisfacen nuestra profunda necesidad de certeza.
Y es que si algo nos ata es la necesidad de certeza; esta necesidad, está en la base de la fuerza que nos conmina a declarar nuestro amor a diversos dioses -en mi caso, los amigos, la música, el vino-, o a determinadas ideas políticas, o cualquiera de los absolutos religiosos.
Para la libertad.
(Miguel Hernández)
Para la libertad sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas
y entro en los hospitales y entro en los algodones
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño
y aún tengo la vida.
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