Nadie desea abortar, como nadie desea divorciarse, pero cuando alguien toma esa íntima, y dolorosa, decisión, todos debemos respetarlo en silencio. Además, en el caso específico del aborto es de una hipocresía supina, porque aquellos que tienen ingresos suficientes abortan con absolutas garantías (incluidas muchas personas que luego declaran espanto ante el aborto), y en cambio otras mujeres, aquellas que cuentan con escasos recursos, se juegan la vida (y no es una forma de hablar) en esa decisión, que es de lo que se trata finalmente.
La consigna de las organizaciones sociales integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito es: "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir". Me parece bastante clara para enmarcar el debate allí, y no caer en falacias -e hipocresías- inconducentes.
Como con gran precisión (de la que me apropio) definió Eddie Abramovich, compañero de ruta en las redes sociales:
La descriminalización del aborto es necesaria para:
1. Prevenir la muerte materna en abortos clandestinos, una verdadera pandemia.
2. Romper el negocio del aborto clandestino “premium” para usuarias de alto poder adquisitivo.
3. Terminar de una vez -aunque debería haber podido resolverse aún antes, con claros protocolos de intervención – con el criminal manoseo que tanto autoridades sanitarias como jueces hacen de los casos de aborto no punible, generando iatrogenia y desesperación en mujeres víctimas de violación, o discapacitadas o con embarazos inviables.
La descrimninalización del aborto debe formar parte de un completo programa de salud reproductiva y educación sexual, que permita:
1. Una maternidad segura y responsable.
2. Una sexualidad no traumática.
3. Una drástica reducción de embarazos no deseados en general, y de embarazos adolescentes en particular.
4. Una difusión y facilitación universales de métodos de contraconcepción, gestionados con participación profesional y orientación permanente.
La descriminalización del aborto debe lograrse, también, rompiendo la trampa argumental según la cual quienes nos oponemos a la penalización estamos “a favor” del aborto. Un aborto siempre es traumático, una elección dolorosa y a pérdida. Los que están en contra de la despenalización son los únicos que están “a favor” del aborto: A favor del negocio clandestino del aborto ilegal.
Finalmente, como en todos los países en que el aborto es legal, la figura penal del aborto debe existir para los casos en que el provocado por una acción violenta contra la embarazada, ya sea en ocasión de otro delito, o con el objeto mismo de interrumpir el embarazo contra la voluntad de la madre.
Salgamos del oscurantismo. Saquemos al Estado y los credos del interior del cuerpo de la mujer y de su soberanía personal.
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