miércoles, 21 de diciembre de 2011

Los caminos de la dignidad

Hoy, por primera vez en más de ocho años que llevo viviendo en España, ha entrado una niña a pedir para comer en el bar en el que estada tomándome algo. Curiosamente, ocurrió mientras leía en el periódico que es alarmante el aumento del índice de pobreza en el país, e informaba también sobre los casos de desmayo por hambre de niños en los colegios griegos.

La cosa se está poniendo complicada, y nadie parece darse cuenta de que lo que urge es mejorar es el nivel de actividad económica, no el equilibrio fiscal.

En Argentina desde que José Alfredo nos sumergió en el maravilloso mundo del liberalismo económico, bandera ideológica del capitalismo financiero, la pobreza se disparó hasta tocar el 55% en 2002, pero en Europa existía lo que se llamaba estado del bienestar que garantizaba un mínimo de dignidad a la sociedad (los subsidios a los vagos que pagan los giles, sabés de qué hablo no?), y es lo que lamentablemente se está rompiendo en mil pedazos en Europa, en algunos países más que en otros ciertamente. Ojalá pueda creer en que la sociedad europea despertará, dejará de oír los cantos de sirena de los medios de comunicación propiedad de esas empresas que entre otras cosas se dedican al negocio de la información, y reaccionará cuando aún quede tiempo.

Alguien me dijo -quizá a modo de chicana- que me caeré de traste al ver los chicos que piden en las calles porteñas. Y francamente no lo creo, y no porque no sepa lo que hay, sino porque mi comparación será contra 2003, y no contra la semana pasada. Sé que aún hay unos 8 millones de pobres, de los cuales 3 millones son pobres pese a tener trabajo, y de los otros 5 hay aún un núcleo duro de más de 1 millón de indigentes (pobres de toda pobreza). Y todo esto muy concentrado en Buenos Aires.
Esto lo sé, estoy muy al tanto, pero es que mi recuerdo es el de las calles de los cien barrios llenas de indigentes durmiendo en ellas, de miríadas de pibes recorriendo la ciudad en harapos pidiendo y "vendiendo" cosas (recuerdo que me había tomado la obligación de "comprar" siempre algo para mi hija a estos pibes). Mi recuerdo es el del país del 55% de pobres y de los 5 millones de indigentes.

De cualquier modo sé perfectamente que aún después de semejante recuperación económica y social están mal, en la foto sigue habiendo muchas imágenes inaceptables, básicamente porque el camino para la dignidad recién se está comenzando a andar, y esto incluso comparándolos con este incipiente empobrecimiento de Europa, pero es que en Europa se vendió la fantasía -que la sociedad compró, claro- del capitalismo humano, y está poniéndose en blanco sobre negro de una buena vez que esto sin un estado que lo garantice es una mentira.




Látigo, sudor y látigo. El sol despertó temprano y encontró al negro descalzo, desnudo el cuerpo llagado, sobre el campo. Látigo, sudor y látigo. El viento pasó gritando: - ¡Qué flor negra en cada mano! La sangre le dijo: ¡vamos! Él dijo a la sangre: ¡vamos! Partió en su sangre, descalzo. El cañaveral, temblando, le abrió paso.
Después, el cielo callado, y bajo el cielo, el esclavo tinto en la sangre del amo. Látigo, sudor y látigo, tinto en la sangre del amo; látigo, sudor y látigo; tinto en la sangre del amo, tinto en la sangre del amo.

(Nicolás Guillén)


1 comentario:

  1. Y aun no hemos tocado fondo, espera y verás... Sólo puedo respirar, en un instinto egoista, al saber que mi familia está bien... yo aquí, en Argentina, llevo dos años... y aún no tengo un trabajo estable... pero no se puede tapar el sol con una mano...

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