Fracasan aquellos que no lo intentan, quienes no resisten, quienes no luchan, quienes no creen, quienes no defienden sus convicciones, quienes no mueren con la mirada hacía el frente.
Perder, o no ganar, no es fracasar; es sólo eso: perder, o no ganar.
Esto escribí en la revista "Desalmados Monteros" el día después de la eliminación de la selección argentina dirigida por Marcelo Bielsa en aquel doloroso -adjetivo incomprensible para aquellos que no viven en la cultura del fútbol- mundial del 2002.
Sé que muchos no están de acuerdo cuando su piel deviene en futbolera, pero lo sigo sosteniendo. Y sigo admirando al Loco, precisamente por su coherencia, su honestidad intelectual -la única que realmente valoro como meritoria-, y porque él se respeta a sí mismo.
Deseando veracidad en aquel dicho que reza que uno es lo que admira.
Y hablando de fútbol y de pelotas, de la profundidad cultural que anida en el fútbol, que quienes simplifican la maravilla de vivir son incapaces de ver, no puedo evitar hablar de la pulga mágica que alimenta mis sueños.
Debo decir que veo jugar a Lionel Messi y siento un placer poderoso, un erotismo mágico. Ese éxtasis con el fútbol sólo me lo provocó otro jugador antes (tengo 51 pirulos, así que tantos no vi): El Diego.
Por cierto, el Gordo tenía -y tiene- un carisma muy potente. Vivía al límite y eso nos lo transmitía. Pero es probable que la vida lo haya construido de ese modo. Que la escasés en la que aprendió a vivir le haya insuflado ese sentimiento de perentoriedad que le confería esa potencia a su vida que admiramos y soñamos.
No sé si algún día existirá otro Alorsa que sea capaz de parir una hermosa canción como ésta dedicada al Lio. Aún así, quiero compartir este mínimo y personal homenaje también con el único jugador de fútbol que algún día (lo sé, créanme que lo sé) podrá discutirle el número uno de la historia al más grande de todos.
Estoy vivo y toco. Toco, toco, toco. Y no, no estoy loco. Hombre, toca, toca lo que te provoca: seno, pluma, roca, pues mañana es cierto que ya estarás muerto, tieso, hinchado, yerto. Toca, toca, toca, ¡qué alegría loca! Toca. Toca. Toca. (Dámaso Alonso)
(Debo vivir con entusiasmo, venciendo los lazos de mi mediocridad; sé que todo lo que sigue es incierto, azaroso, improbable.)
viernes, 23 de marzo de 2012
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Rafa,
ResponderEliminarHermoso post.
Mirá si será maravilloso el fútbol, que tipos como Messi, Maradona, etc. logran hacerlo algo mágico, aún siendo un fabuloso negocio.
Y también estos tipos, así como Bielsa, nos recuerdan que no todo se reduce al resultado.
Ojalá siga habiendo siempre tipos como ellos, para seguir alimentando esta pasión popular.
Abrazo
Sí, el fútbol no puede ser reducido a la mediocridad del negocio del espectáculo. Afortunadamente existen los Bielsa, los Messi, los Maradona, como tantos otros (los Xavi y los Iniesta, ojalá que Pepe Guardiola sea de "esos").
ResponderEliminarGracias por la visita querido Sujeto. Espero que antes de fin de año te pueda hacer una visita personal (si es que seguís asistiendo a CA): para octubre estoy regresando a nuestro amado infierno.