Veo gente indignada por que un grupo de opositores (groseros y patoteros, es verdad, pero que otra cosa se puede esperar de fanáticos e irracionales) insultaron a Kicillof, quien volvía de unas modestas vacaciones en una sencilla casa en una zona de bajo perfil de Uruguay (viaje más propio del vanagloriado Pepe Mugica); y yo digo:
dime quién te putea y te diré quién eres.
Estoy harto de los que se pasan el día denunciando insoportables situaciones sin más argumentos que, en el mejor de los casos, algún dato anecdótico, o algún off the record, los que por muy creíbles que resulten no dejan de ser chusmeríos sin mayores fundamentos.
Lo peor, lo más triste, es que alguna de esas denuncias podría ser cierta, y la estamos dando por pescado podrido del mismo modo que se ignoraba al pastor del famoso cuento.
Lo simpático del momento es que gente que pone en duda mi pertenencia ideológica a la izquierda celebre las opiniones de medios de comunicación o instituciones de la derecha internacional sólo porque cuestionan al gobierno argentino. Yo creía haberlo visto todo cuando me encuentro con gente de re-contra izquierda defendiendo, que digo, revindicando al FMI. Cosas veredes (que como no lo dijo Cervantes lo digo yo).
Al final termino girando en redondo sobre lo mismo, y cuanto más dudo de mis balances positivos sobre la actual gestión, miro los enemigos del gobierno, escucho las fábulas sobre el país en el que afortunadamente puedo vivir nuevamente, y sé que mis conclusiones son las correctas.
Francamente yo me asustaría de mi mismo si necesitara de la argumentación de determinados periódicos y ciertas instituciones para sustentar mi opinión.
Luego de escribir esto me informan que a Kicillof le gritaron judío de mierda y zurdo de mierda, delante de sus hijos, unos energúmenos que no comparten su ideología económica, precisamente por eso. Por mi origen sefardí y mi concepción ideológica de izquierda me siento incluido en ambos, de modo que aquellos que celebran esta agresión canalla están celebrando que me agredan a mí. Reciban mi agradecimiento por su generoso saludo.
Y lo más asombroso, quizá deba decir ridículo, es que algunos insensatos muy sueltos de cuerpo dicen que este gobierno y quienes tenemos una mirada amable con su gestión somos fascistas. Quienes argumentamos somos fascistas y quienes agreden e insultan demócratas.
Un psiquiatra a la derecha por favor. Mejor dos, otro allí a la izquierda.
Lo dicho: dime quién te putea y te diré quien eres. Ciertamente hay que estar orgulloso de algunos insultos.
Como posteó, y quizá resuma, una compañera en las redes sociales: "Te abuchean 50 conchetos en un buquebús. Ganaste."
Imagen: Quino.
Casas enfiladas, casas enfiladas, casas enfiladas.
Cuadrados, cuadrados, cuadrados. Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada, ideas en fila y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima, Dios mío, cuadrada.
"Cuadrados y ángulos", Alfonsina Storni.
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