Ahora que descubren la precariedad, que filman a los pibes descalzos, que los pobres somos buenos, que los noticieros no son malos, que los funcionarios pisan los charcos y que los camiones se llenan de alimentos no perecederos, aprovechamos estos minutos de masiva sensibilidad, para interpelar al orgullo manifiesto por esta ráfaga de bondad:
¿Cuánto tiempo pasará para que los “humildes dignos de misericordia” volvamos a ser los “piqueteros de la discordia”, por reclamar la urbanización y el respeto que no llegan con ninguna donación?
Porque la “maquinaria solidaria” de la Argentina suele activarse por el llamado de la muerte, que jamás nos discrimina. Y vale un montón esa reacción en la desesperación, ésa que a todos nos resulta emotiva, pero alguna vez habrá que plantearse una “maquinaria preventiva”.
Pues recién entonces, cuando no haga falta una tragedia para activar la Patria Sensiblera, tal vez podamos cargar un camión entero de “Solidaridad no perecedera”.
(La Garganta Poderosa)
Imagen: La familia de Juanito Laguna, de Antonio Berni (1960).
A veces me parece que estamos en el centro de la fiesta, sin embargo en el centro de la fiesta no hay nadie. En el centro de la fiesta está el vacío; pero en el centro del vacío hay otra fiesta.
(Roberto Juarroz)
sábado, 6 de abril de 2013
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