lunes, 22 de abril de 2013

Que mis huesos abonen mi suelo natal

Si supieran todos la enorme verdad que encierran estos versos.
Conmovedora, profunda, prístina verdad.


Fue mucho mi penar andando lejos del pago,
tanto correr pa' llegar a ningún lado;
y estaba en donde nací lo que buscaba por ahí.

Es oro la amistad que no se compra ni vende,
sólo se da cuando en el pecho se siente;
no es algo que se ha de usar cuando te sirva y nada más.

Así es como se dan en la amistad mis paisanos,
sus manos son pan, cacho y mate cebado;
y la flor de la humildad suele su rancho perfumar.

La vida me han presta'o y tengo que devolverla,
cuando el fiador me llame para la entrega;
que mis huesos, piel y sal abonen mi suelo natal.


La imagen corresponde a una fotografía del proyecto "Un fresco abrazo de agua", del enorme fotógrafo entrerriano Gustavo Cabral.




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