Algunos amigos dudaron honestamente de quién tiene el poder en nuestro país, llegaron a creer que el poder lo tiene el estado a través del gobierno sólo porque ganaba elecciones con altos porcentajes, y podía ir tomando decisiones que a quienes tienen el poder real no les hacían ninguna gracia.
No hablo de subjetividades, dado que esta confusión la percibí tanto en oficialistas de distintos grados, como en opositores de diversas miradas.
Sin embargo, en los últimos meses queda claro que el poder lo siguen teniendo los mismos. Posiblemente la matriz de poder no la desmontó, o la modificó escasamente, el mismo poder político que hoy lo sufre, por desidia o, quizá, precisamente por falta de poder. No siempre se puede lo que se quiere, porque para poder hace falta poder.
Podemos preguntarnos si realmente hay opciones ciertas mediante caminos intermedios, pero antes debemos preguntarnos porqué se cometen algunos errores, y si sería diferente el partido sin haberlos cometido, si fueron veleidades, errores de cálculo, o llanamente estupidez, sin olvidar que con el diario del lunes todos somos técnicos campeones.
La pelea sigue siendo por el poder, porque el que dispone de más poder tiene más opciones de poder apropiarse de los beneficios. Por mucho que hablen algunos, los próximos 20 o 30 años serán buenos en términos económicos para nuestro país independientemente de quien gestione el ejecutivo, por condiciones propias, y también por decisiones que ha tomado el actual ejecutivo; entonces lo que está en discusión es quién tiene más poder, para poder quedarse con el beneficio.
El que tiene el poder es el que puede. El que tiene el control de la economía es el que manda. El estado puede, y debe, limitarlo, y disputarlo, para poder construir un estado de bienestar que garantice una base de equidad real. En los últimos años se ha intentado más de lo que se ha realizado. Seamos conscientes de que disputarle el poder a quien lo tiene no es fácil. Es como ir a jugarle a Barça: si no tenés claras tus limitaciones te pintan la cara.
Posiblemente hay que ser generosos, sin creérsela, con claridad de objetivos, todos los que estamos de este lado. Una autocrítica nunca viene mal. Y sobre todo saber de qué lado estamos, nosotros, ellos, todos.
No nos confundamos. Que nadie se confunda. El poder es quien está enfrente, que es quien lo ostenta, y el estado es el medio para poder enfrentarlo con opciones.
Si no somos capaces de entender esto, difícilmente tengamos alguna vez opciones de gestionar el futuro sin tanto vértigo.
Mira el poder del mundo, mira el poder del polvo, mira el agua.
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Mira el poder del mundo: reconócete ya, al reconocerme.
(Octavio Paz)
lunes, 17 de febrero de 2014
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