Sentado al borde de una silla desfondada, mareado, enfermo, casi vivo, escribo versos previamente llorados por la ciudad donde nací. Hay que atraparlos, también aquí nacieron hijos dulces míos que entre tanto castigo te endulzan bellamente. Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse, a resistir, aunque es seguro que habrá más penas y olvido.
(Juan Gelman)
Puedo ponerme banal y decirte que será mejor que no digas que nunca votarás a quien es más que probable que votes.
Que mejor no hagas comparaciones o equiparaciones extremas, que después debarás negar o matizar frente a los anti-todo, en encarnizados debates con los dueños de todas las verdades, inverosímiles propietarios además de todas las preguntas.
Mejor esperá, relajate, y disfrutá de cómo al final quedará más que claro que ni hay finales, ni comienzos, ni renovaciones, ni revoluciones:
que hay política, y como siempre la política es construcción de poder y ocupación de espacios, y eso nunca sucede en el paraíso.
No la juegues de langa, no te hagás el superado, que hay que seguir caminando y el camino sigue lleno de barro, y por mucha bota que te calces, seguiremos embarrándonos para llegar a destino.
viernes, 7 de noviembre de 2014
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