Hay que seleccionar cuidadosamente las batallas que libramos.
Suele ser más conveniente tomarte un vino en paz, que tener razón...
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La forma tradicional de partido comunista, en su forma típica, ya no sirve, pero a lo mejor los partidos debieran ser más gramscianos: el que organiza al pueblo no es el partido sino los movimientos populares, sociales, porque el partido solo promociona, pero aún no hay esa forma de relacionarse.
Otro aspecto es que los proyectos originales de la izquierda no son los que están poniendo en práctica nuestros gobiernos, en parte por los tres grandes retrocesos que sufrimos: crisis de la deuda y fin del ciclo de desarrollo económico, desarticulación del Estado y un retroceso en lo que se implementó.
Los muchachos del Foro Social Mundial y los posteriores, en Bolivia menos, pero en Argentina, Uruguay y Brasil no reconocen a sus gobiernos en otro mundo posible. No son gobiernos utópicos como a ellos les gusta, y con razón porque tienen que rescatar cosas más precarias, como el hambre, miseria, desigualdad.
Lula, el más grande líder popular de Brasil, jamás tuvo un discurso para la juventud y esos huecos generaron la manifestación de junio porque esos temas son populares, de las masas, de la población. Pero creo también que la izquierda se nutre, no de un consenso pasivo, sino de un consenso activo, y tiene que ganar a esa gente con valores, utopías, etc., que -creo- en Bolivia y Ecuador es más factible.
(Emir Sader)
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Por cierto, dicen que el feisbuq, la red social donde me desenvuelvo con más naturalidad, donde siento más útil, me quiere secuestrar la sonrisa y mis sesudas reflexiones.
Yo que ya he sobrevivido a catástrofes planetarias tales como el 2012, el Y2K, y estoy sobreviviendo al cataclismo del fin de ciclo, digo:
Vengan a buscarme, acá estoy ofreciéndome; y me siento bien...
Me oprimía lo fluido, la limpidez maciza, el vacío escarchado, la inaudible distancia, la oquedad insonora, el reposo asfixiante; pero seguía volando, desesperadamente. Ya no existía nada, la nada estaba ausente; ni oscuridad, ni lumbre, —ni unas manos celestes— ni vida, ni destino, ni misterio, ni muerte; pero seguía volando, desesperadamente.
(Oliverio Girondo)
domingo, 30 de noviembre de 2014
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