domingo, 8 de mayo de 2011

Elogio del poeta y su palabra necesaria

Hamlet Lima Quintana

Que no te falte tiempo
para comer con los amigos
partir el pan,
reconocerse en las miradas.

Deseo que la noche
se te transforme en música
y la mesa en un largo
sonido de campanas.

Que nada te desvíe,
que nada te disturbe
que siempre tengas algo
de hoy para mañana

y que lo sepas dar
para regar las plantas
para cortar la leña,
para encender el fuego,
para ganar la lucha,
para que tengas paz.

que es la grave tarea
que me he impuesto esta noche
hermano mío.


Teoría de los buenos deseos



A veces el silencio
es la palabra justa,
la que enciende las luces,
la que mejor se escucha,
la que place o se sufre
cargada de milenios,
la que otorga hermosura,
la flor del pensamiento.

En ese momento
de la clara armonía,
de la mejor tristeza,
de la entera alegría.
Es el gran fundamento
que ronda a la grandeza:
tu palabra y la mía
habitan el silencio.

Por eso la palabra
debe ser pronunciada
como una ceremonia
con aire de campanas,
una fiesta del alma,
farol del pensamiento,
porque fue generada
por el mejor silencio.


Elogio del silencio.







La imagen que ilustra esta entrada corresponde a "Consumo y Villa 31", Óleo sobre tela, 2010/2011, de Carlos Adrián Agüed.

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