martes, 3 de mayo de 2011

La fábula del escorpión y la rana

El escorpión debía cruzar un río, entonces le pidió a la rana que lo ayudara.
- No -le dijo la rana-, vas a picarme.
- Sería tonto si así lo hiciera, porque mi vida va a depender de la tuya; si vos te morís, yo me ahogo.
- No, con eso no me agarrás; cuando estemos por la mitad del río vas a picarme y a decirme: "perdona, es mi naturaleza"; ese cuento es más viejo que la tortuga.
- Sí, yo también lo conozco -dijo el escorpión-, y conozco también cómo termina: la rana y el escorpión mueren. Mi naturaleza es picar, lo reconozco, pero también es mi naturaleza sobrevivir, y entre una cosa y la otra, todos los escorpiones (con excepción del de la fábula) elegimos sobrevivir; ésa es nuestra naturaleza.
(...)

- Gracias por confiar en mí- le dijo el escorpión antes de que abordaran el agua.
- De nada- le respondió ella, y empezaron a cruzar el río.

Cuando iban por la mitad, la rana se detuvo de pronto, tomó el aguijón del escorpión y se lo clavó a sí misma en una de las patas.

- Perdoname -le dijo al escorpión, que la miraba sin comprender-, es mi naturaleza...

Y los dos murieron, como siempre ocurre cuando una rana y un escorpión se deciden, de buena fe, a cruzar juntos un río.


Martín Sancia, Breves historias de animales sabrosos, engreídos, enamorados, malditos, venenosos, enlatados, tristes, cobardes, crueles, espinosos... (y otras historias).


De todas las miradas o lecturas que tiene esta re-escritura de la historia, a mí me gusta, aunque supongo que debería decir que me inquieta, la que nos sugiere que debemos temerles más a nuestros miedos. A los más profundos, esos insospechados. Entender que es a nuestros propios demonios a lo que realmente más debemos temer de todo aquello que nos acecha extramuros.

Hay muchas lecturas más, y seguro que más potentes que la mía. También hay preguntas.
Por ejemplo angustia preguntarse por qué la rana se clava el aguijón.
¿Porqué los necios son necios?
¿Porqué los timoratos no corren, o por el contrario, por qué no luchan cuando sus intereses están en riesgo?
O mejor: por qué tantos temen a la libertad de decidir.
Por qué tantos repiten las opiniones de otros sin haber sido condenados por dios alguno.

No lo sé, la psicología nunca fue lo mío. Lo mío siempre fue la búsqueda inútil...






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