...irrumpe en medio de los sueños a apagarnos el sol, darle una cuchillada a la palabra.
Establecer un paro al corazón del pueblo.
Al sur de nuestra vida, en la atlántica fuente de la iniciación del mundo.
Se ha derramado la sangre de la Patria.
Allí, al sur de nuestra historia, al sur de la llanura, entre oceánicos asombros.
Se ha derramado la sangre de la Patria, esta flor concebida con canciones está perdiendo el polen, deshojan margaritas los piratas para sacar al fin un rubicundo no al amor de cada día.
Pero lo que no aprenden todavía los mercaderes de la guerra es que esta sangre milagrosa no se pierde, cada gloria vertida se multiplica de amor en nuestras vidas.
Orgullosos de contener la sangre de nuestros mejores hijos...
Nos vamos a la luz, nos vamos a la luz.
Nosotros en esta llanura y este continente de pájaros nos vamos a la luz irremediablemente...
Hamlet Lima Quintana (9 de Junio de 1982)
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los catógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
"Juan López y John Ward", de Jorge Luis Borges (1985).
Una mañana, el capitán Gustavo Hantín, que se soñó joven, seductor y dueño de una fortuna inagotable, despertó en calma, tolerante y bondadoso con el mundo y sus inexplicables azares. Dispuso, afeitado y limpio, que cesara el estaqueamiento de Ramón Vera. Dispuso que Ramón Vera descansara. Dispuso que, desde esa mañana, Ramón Vera le lustrara las botas. Los soldados que envejecían, indiferentes a los azares inexplicables del mundo, escucharon al capitán Gustavo Hantín ordenar, sereno, sobrio, afeitado, limpio, que Ramón Vera le lustrase las botas un día y otro también, tarde y noche...
Con este fragmento del libro “Estaqueados” de Andrés Rivera, inicia Mario Wainfeld su nota "Héroes estaqueados", publicada hoy en Página/12.
"Lindo día para un ejercicio periodístico. Clarín, Diario Popular y Crónica destacan el fútbol. La Nación es el órgano oficial de los kelpers. Solo Página/12 y Tiempo Argentino le dan voz a los atropellos que sufrieron los soldaditos." Escribió Eduardo Fabregat en su muro de feisbuq. Sólo una cosa le cambiaría: debió escribir The Nation, escribí yo allí. No, Kelper News, me respondió él...
Una señora acaba de contar en un mensaje en el programa de VHM "La mañana" que donó un reloj de oro por la guerra de Malvinas (entre otras cosas); y yo además de sentir pena por ella y la "ingenuidad" (sí, es un eufemismo) que cargará como un karma en su vida, pensé quién habrá sido el hijo de puta que estuvo consultado la hora en ese reloj desde ese día...
The Wolf Tones es una banda tradicional de folk irlandés, y como todos los irlandeses (y gran parte de los europeos en general) no sienten la menor simpatía hacia sus vecinos ingleses. Una de sus canciones es un homenaje al almirante William Brown, oriundo de Irlanda, y personaje clave en la defensa Argentina contra las invasiones inglesas, en la que dicen en español alto y claro: "las Islas Malvinas argentinas"...
Aguante Irlanda y la concha de su madre!
(Lo que no es ninguna grosería.)
lunes, 2 de abril de 2012
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