viernes, 14 de agosto de 2015

Hasta la esperanza es memoria

Los últimos días, con esto de las lluvias y las inundaciones, escuché y leí mucho, y variopinto. Nos surge lo mejor y lo peor.

La solidaridad es inherente a nuestra humanidad, y la tenemos latente, dispuesta a mejorarnos. Pero también nos es propio un compendio de lugares comunes, prejuicios, oportunismo, demagogia, que nos complementa.

Escucho desde hace una semana que se menciona la palabra mágica "obras", casi como si se quisiera exorcizar al demonio que nos acecha. "Obras, obras, obras", se repite hasta la extenuación.

Y si me lo permiten, la tontería nos es transversal. Nos informan que en los últimos 12 años se invirtieron más de $ 60 mil millones en obras hídricas para la Provincia. Nos quieren convencer que la derecha es eficiente y resolvió la situación en la Capital Federal, con obras, naturalmente. No creo que sea necesario aclarar las enormes diferencias, pese al parecido nombre. La politiquería nos inunda, nos desborda, nos agobia. Repasamos nombres de partidos y políticos, como si eso importara.

Hablan los periodistas, habla la gente, hablan los políticos, hablan los economistas, hablan los militantes, hablan los biólogos, hablan los ambientalistas, hablan los ingenieros, hablan los urbanistas, y nos cuentan de la escasez de obras, de los canales clandestinos, de los barrios ilegales, del cambio climático, de previsión, de inversión, de proyección. Y casi no escucho hablar a los que saben, a los geólogos. Que nos cuenten, tranquilamente, lo que es una llanura aluvial. Y porqué no hay solución posible si no cambiamos el punto de vista.

Podemos gastar miles de millones en obras, que después demandarán miles de millones en mantenimiento, y el problema seguirá allí. Hasta que no dejemos de ir a vivir a esos lugares que el río usa para circular. Debemos ir pensando en irnos del cauce del río, porque el río lo seguirá usando. Y que nadie más se instale allí. Y entonces sí, una vez que dejamos claro esto, hablemos de previsión, de inversión, de obras, de proyección.


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Al ser consultado el Doctor en Geología Eduardo Malagnino (UBA CONICET)– en un programa de radio por la periodista Luciana Dalmaso, explicó:

“Y cuando se habla de soluciones a estos temas se escucha muchas veces que se propone esta idea de para solucionar el problema de la inundación de alguna manera entubar o rectificar los ríos o arroyos. Malagnino “eso es una barbaridad” . “Nosotros generamos una especie de sistema caótico de un sistema natural que estaba funcionando perfectamente, entonces consideramos que tenemos que domarlo definitivamente y es hacerlo desaparecer lo metemos a dentro de un caño”. “Es la peor de las soluciones es decir, en realidad lo que hay que hacer aquí si actuaramos de manera racional sería “sacar ese barrio”, no permitir la construcción urbana en estos medios que tienen esta dinámica geológica tan particular”. “El problema de la inundación no se hubiese generado sino se hubiesen hecho obras de esa naturaleza”.





Lo bueno es vivir del mejor modo posible. Peleando, lastimando, acariciando, soñando. (¡Pero siempre se vive del mejor modo posible!) Mientras yo no pueda respirar bajo el agua, o volar (pero de verdad volar, yo solo, con mis brazos), tendrá que gustarme caminar sobre la tierra, y ser hombre, no pez ni ave.
(Jaime Sabines)

2 comentarios:

  1. Hay poderosos intereses en juego, mucha indiferencia y un enorme vacío de políticas serias, responsables y firmes por parte del Estado. Y el Estado no es más que la confluencia de ciertos poderes que hacen que las leyes se respeten y cumplan o que no sea así. Por ese motivo hay tantos perejiles presos y tantos estafadores millonarios en libertad y, encima, reclamando con el dedito índice levantado por la falta de seguridad jurídica.

    Por eso una ínfima parte de la población mundial se ha adueñado de un enorme portentaje de la riqueza.

    Por eso aquí los sojeros son cada vez más y a nadie le importa un bledo la deforestación, la impermeabilización de suelos, el monocultivo o los agrotóxicos. ¿Y la intervención del estado para regular esas anomalías que producen millones para algunos y sufrimiento para muchos más? Bien, gracias.

    La proliferación de barrios privados que cercan protegiendo a ciertos privilegiados (V.G. los que pueden pagar) y crean, además de los desequilibrios en la naturaleza una cantidad cada vez mayor de arrinconados hacia los sitios más espantosos. ¿Y el estado? Bien, gracias.

    Ese Estado que muchos quieren prescindente, no invasivo, mirando para otro lado, cuando se trata de hacer negocios para el bolsillo de los de siempre y que, sin embargo, es señalado como el culpable "de no hacer las obras necesarias" con las que difícilmente se lograría equilibrar las consecuencias de décadas de desaciertos que siempre han redundado en beneficios para un lado y enormes perjuicios para el otro.

    La única verdad es que ESTE es el único planeta que tenemos para vivir. NO HAY OTRO. Y si no aprendemos a cuidarlo considerándonos UNA SOCIEDAD y no "yo, el ombligo del universo", estamos fritos.

    Y cuando una avalancha natural ayudada por nuestra displicencia, nuestro egoismo y nuestra estupidez nos barra de la faz de la tierra, no distinguirá entre barrios privados y caseríos miserables, entre kirchneristas y opositores.

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