domingo, 29 de noviembre de 2009

El varón del tango


(Julio Sosa por Hermenegildo Sabat)


Nació en 1926 como Roberto Goyeneche, pero el Varón se consagró antes que El Polaco, y puede ser considerado como uno de los más grandes cantores de la historia del tango rioplatense. Nació en Las Piedras, Uruguay, el 2 de febrero de 1926. De familia humilde, tuvo que salir a trabajar desde pibe. Comenzó su carrera en los cafés de su ciudad, donde cantó con la orquestra de Carlos Gilardoni. Su inocultable calidad lo llevó a Montevideo y Punta del Este, con las orquestas de Epifanio Cháin, Hugh Di Carlo y Luis Caruso. Ya en 1949, en Buenos Aires, canta en el café Los Andes. Luego con la orquestra de Joaquín Do Reyes y la de Francini-Pontier, donde cantaba Alberto Podestá, con quien grabó el vals El hijo triste, lo que constituye su primer grabación oficial. En 1953 integra la agrupación de Francisco Rotundo. Ya finalmente en 1955 comenzó su carrera como solista. Leopoldo Federico fue el director, arreglador y primer bandoneón de la orquesta que le dio soporte musical a partir de este momento.

Julio Sosa cantó en radio, en televisión y en cine. Escribió el libro de poemas Dos horas antes del alba. Y fue precisamente a altas horas de la madrugada del 26 de noviembre de 1964 cuando muere: se estrelló contra un semáforo de la avenida Figueroa Alcorta con su automóvil. Murió joven, dando comienzo a la leyenda de una de las voces más portentosas y carismáticas del Río de la Plata.

Horacio Ferrer dijo de Julio Sosa que cultivó un estilo caracterizado un fuerte temperamento, por una voz grave que recuerda a Edmundo Rivero, y que sus mejores interpretaciones fueron los tangos románticos y melódicos, muchos de los cuales exhumó para volverlos al primer plano del interés público.
También Horacio Salas valoró a este genial artista popular, delarando que adelantó lo que habría de ocurrir con el renacimiento tanguero de finales de los sesenta que protagonizaron Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche y Astor Piazzolla. También dijo de él que encarnaba el rescate de los tradicionales valores del tango. Y finalmente lo compara con Alberto Castillo, valorando sociológica y políticamente la carrera de El Varón del tango, ya que en tanto el cantor emblemático del peronismo en el poder fue Castillo, Sosa lo fue durante la proscripción.

Julio Sosa fue el último de los cantores a la vieja usanza tanguera. Con su muerte, aunque de manera tardía, se cerraba definitivamente una época.





Cambalache
(Enrique Santos Discépolo)

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros,
maquiávelos y estafáos,
contentos y amargaos, valores y dublé.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente ya no hay quien lo niegue,
vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao...
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia contra un bandoneon.

Siglo veinte, cambalache, problemático y febril,
el que no llora no mama y el que no roba es un gil.
¡Dale nomás, dale que va,
que allá en el horno te vamo a encontrar!
¡No pienses más, tirate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao!
Si es lo mismo el que labura
noche y día como un buey
que el que vive de las minas,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.

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