jueves, 23 de junio de 2011

Un poco de Blue Note

Speak No Evil es un clásico del Jazz modal, grabado a finales del año 1964 por un quinteto magnífico que el talentoso saxo tenor Wayne Shorter comandó magistralmente para la Blue Note, espléndidamente acompañado por los grandísimos Freddie Hubbard y su trompeta, Herbie Hancock y todo su genio al piano; Ron Carter con el bajo y Elvin Jones a la batería.
Es probablemente el mejor trabajo de Shorter, al tiempo que, seguramente, sea uno de los mejores discos de la prolífica y genial historia del Jazz, a la altura del mismísimo Kind of blue, que está por derecho propio, en la cumbre del Jazz.



Después de una prolongada ausencia de los catálogos locales, el legendario catálogo del sello Blue Note vuelve a publicarse en la Argentina. La cabeza de plaza fue, aprovechando la llegada de Wayne Shorter a Buenos Aires, la reedición de uno de sus discos más importantes –a la vez uno de los discos más importantes de todo el jazz–: Speak No Evil. Grabado a fines de 1964 y publicado el año siguiente, esta obra magna incluía en su elenco al trompetista Freddy Hubbard, a Herbie Hancock en piano, Ron Carter en contrabajo y Elvin Jones en batería. Paralelamente a las novedades –el último disco de Norah Jones con Willie Nelson y Wynton Marsalis, el reciente Silver Pony de Cassandra Wilson–, la filial local de EMI tiene planeado publicar cada mes alguna de las joyas de su archivo. Las próximas serán Maiden Voyage, de Hancock, grabado en 1965 junto al saxofonista George Coleman (integrante durante un breve período del grupo de Miles Davis), Hubbard, Carter y, en batería, Tony Williams, y Soul Station, registrado en 1960 por el saxofonista Hank Mobley junto a Wynton Kelly en piano, Paul Chambers en contrabajo y el baterista Art Blakey.
(La nota alegre de Blue Note)




Antes de la aparición del jazz modal en los años 1950, las improvisaciones de los solistas se basaban en la clave específica del tema, esto es, en su centro tonal, las notas de sus acordes. Las improvisaciones modales se basaron, por el contrario, en modos o escalas, aunque no siempre en las típicas y familiares escalas mayor y menor. No obstante, los modos más usados habitualmente estaban relacionados con las escalas mayores; cada nota en la escala se convertía en la primera nota de un nuevo modo, que aunque podía incorporar todas las notas de la escala mayor original, sonaba diferente porque el nuevo punto de partida reorganizaba el orden de distancias entre las notas.



La música modal es, más que un estilo propiamente dicho, una estructura musical a la hora de interpretar, desarrolla casi siempre una sutil tensión producida por el hecho de que las líneas del solo, aunque melódicas, no siempre progresan o se resuelven exactamente como el oyente está acostumbrado a oír. Además, cada vez que un nuevo modo se introduce, el centro tonal cambia, lo que implica que el oyente es transportado a un desequilibrio con una sutil impredecibilidad.

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