Oliverio Girondo, cuando nadie sospechaba el feisbuq, ya sabía de sus nefastas consecuencias, y nos advirtió:
Entre otras...
¡la más irreductible disidencia ortográfica!
Ellos:
Padecen todavía la superstición de las Mayúsculas.
¿Estupidez? ¿Ingenuidad? ¿Política?...
“Seamos argentinos”, gritan algunos...
sin advertir que la nacionalidad es algo tan fatal como la conformación de nuestro esqueleto.
Delatemos un onanismo más: el de izar la bandera cada cinco minutos.
Y entretanto lloremos tomados de la mano.
¡Ah! Lloremos purificantes lágrimas,
hasta ver disolverse el odio, la mentira,
y lograr algún día —sin los ojos lluviosos—
volver a sonreírle a la vida que pasa.
Nadie escuchó con mayor provecho que Debussy, los arpegios que las manos traslúcidas de la lluvia improvisan contra el teclado de las persianas.
domingo, 14 de septiembre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario