lunes, 12 de octubre de 2015

Y nuestra sangre al sol es la rosa más roja

Nuestros idiomas en guerra
son alabanza del día.
El día nuevo tiene la forma de un vaso:
pide colmarse de nuestra música.
Somos ligeros
y en nuestro baile no se fatiga la tierra;
vamos unidos, alta mazorca de humos.

Aventamos palabras
en los caminos de la mujer y del hombre:
y arrecia la mujer igual que un viento.
«Puras conversan las armas
a mediodía —dijimos—:
nunca segaron del todo la mies».

Y nuestra sangre al sol
es la rosa más roja...

Sonido de hombre, color de hombre,
¡arraiguemos ese poder en el día!
El día nuevo tiene la forma de un vaso:
pide colmarse de nuestro color.

Pero decimos al fin:
«Color extranjero somos,
y se ha demorado el pie
junto a la tierra y su baile.
Manos de segador alzaba el tiempo:
somos un humo que busca la patria del humo».

Así cantamos al fin,
y es alabanza del día.

El día nuevo tiene la forma de un vaso:
pide colmarse
de nuestra muerte.


TeXTo: Leopoldo Marechal

Imagen: Carnaval en Salta


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Mis amigos españoles, me envían un mensaje, en el que me recuerdan que hoy no hay nada que celebrar.
Es evidente que buena gente hay en todos lados. Es evidente que gente que piensa más allá de su necesidad, y del saber establecido, hay en todos lados.

Nunca debemos olvidar que la historia no es la de los hombres: la historia es la de los pueblos. Y esto hoy no ha cambiado.


Mientras tanto, muuchos artistas, intelectuales y políticos españoles (nadie del PPSOE, claro), gritan: ¡no hay nada que celebrar!

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Hoy, 12 de octubre, se me antoja que está bueno recordarlo con esta canción de un enorme músico de acá, interpretada por unos enormes músicos de allá.
Aguanten los Reincidentes, porque la historia es de los pueblos, y los pueblos no saben nada del invento de las fronteras y las banderas.





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