jueves, 28 de agosto de 2014

Atravesados por un alfiler

Que la burocracia sindical asociada a los partidos de extrema izquierda, pretendan imponerle al resto de la sociedad una medida de fuerza como una huelga general, mediante el amedrentamiento y la coacción, tales como apedrear medios de transporte, o impedir la libre circulación no sólo al resto de los trabajadores, también al resto de la sociedad, es claramente equiparable al fraude patriótico que los conservadores ejercían en la primera década infame -la segunda fue claramente la de los '90-, con el objeto de simular una adhesión ciudadana de la que carecían para ejercer el poder.

Si entendemos que una huelga general es política, no sólo, es evidentemente partidista en tanto se realiza siempre contra el gobierno de turno, el intento de simular una adhesión de la que carecen estos grupos minoritarios, lo convierte en un acto no sólo antidemocrático, sino que evidentemente fascista. Actitud equiparable a la de la iglesia católica, es decir: si no te inhibís de hacerlo porque no lo sentís un pecado como te enseñamos, entonces te lo prohibimos por ley y te castigamos por la fuerza.

Distinta sería la conclusión si la medida se toma en una empresa determinada, toda vez que no se ejerce contra una representación elegida de manera democrática. La conducción de esa empresa no se decidió mediante métodos democráticos, es por su naturaleza autoritaria, sin contar con que muchísimas veces éstas son claramente inmerecidas.

Pero ante un gobierno constituido democráticamente, una huelga general sólo se puede llevar a cabo permitiendo la libre elección de los trabajadores. En cualquier otro caso, estamos ante un grupo de fascistas, una pandilla de facinerosos, que pretenden con sus actos violentar la voluntad popular.

Por cierto, y casi a modo de conclusión, podemos afirmar que:
teniendo en cuenta que un número importante de trabajadores se quedaron en sus casas por temor, así y todo, dudo mucho que a nivel país llegue al cuarenta por ciento quienes hoy se ausentaron de su trabajo.




Estoy metido en política otra vez. Sé que no sirvo para nada, pero me utilizan, y me exhiben: «Poeta, de la familia mariposa-circense, atravesado por un alfiler, vitrina 5». (Voy, con ustedes, a verme)
(Jaime Sabines)

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