lunes, 11 de octubre de 2010

El trabajo de nuestros hijos

"si a mí me da igual, yo mañana me pongo a servir copas, pero eso sí, si ponen a todos en la calle no va haber a quien servírselas..."

Pinta tu aldea y pintarás el mundo, ya se sabe. Pasó en Galicia, pasó en Argentina, pasa en Europa y en Latinoamérica. Es la escencia del capitalismo y de las luchas obreras lo que esta maravillosa película nos describe.


Alberto Arce nos relata en "El Viejo Topo", en su edición de Marzo de 2007:
"Vaya por donde, ahora resulta que "Los lunes al sol" fue profética. ¿O era histórica? Al final, pasado y presente se confunden, el tiempo se detiene, los viejos métodos regresan. ¿Habrá que temer a un nuevo hombre de la gabardina que baje de Montejurra? ¿Veremos de nuevo tribunales excepcionales, estados de excepción? Hombre, tal vez exageremos diciendo esto. O tal vez no. Por si acaso, pregúnteselo a Cándido y Juan Manuel, a ver qué le contestan.

Los lunes al sol, probablemente la mejor película de Fernando León de Aranoa, relata de manera realista, triste y dura la tragedia del desempleo y la desindustrialización. Lo hace a través de historias de trabajadores que han perdido la batalla y han sido despedidos y prejubilados, apartados a la estantería donde se aparca a quienes ya no son útiles al beneficio inmediato, la deslocalización, la especulación urbanística y la ingeniería financiera. Nadie pudo poner en imágenes con más precisión aquel “abandonados a las puertas de las peores galaxias” de Montalbán.

Se trata, aún así, de una historia dulcificada con componentes de humor, en beneficio de la narratividad y las reglas de la ficción. Santa, su protagonista, se pasa casi toda la película tratando de evitar el pago de una multa irrisoria: un puñado de pesetas por la rotura de una farola. La subtrama de la farola ridiculiza que se acuse a una persona por lo que sucede en una manifestación de trabajadores con cientos de participantes y denuncia la ceguera de la justicia, observadora de la letra de la Ley ante una farola pero dando la espalda a la tragedia real y de fondo: la destrucción del tejido industrial de una región entera.

Pero la realidad casi siempre supera a la ficción: En el guión de la realidad, los astilleros de los que se habla en la película existen y se encuentran localizados en la bahía de Gijón: Naval Gijón. Algunos de los trabajadores aún permanecen como tales –aunque cada vez es más difícil encontrarlos, mutados en especie a punto de extinción en medio de un bosque de prejubilaciones–. Incluso se agrupan en un sindicato de clase, resistente y combativo (sí, aún quedan): la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI)."


La mítica escena de "Los lunes al sol": "El trabajo de nuestros hijos".


La hormiga y la cigarra, según Santa:
"Érase una vez un país en el que vivían una cigarra y una hormiga. La hormiga era hacendosa y trabajadora y la cigarra, no. Le gustaba cantar y dormir, mientras la hormiga hacía sus labores. Pasó el tiempo. La hormiga trabajó y trabajó todo el verano, ahorró cuanto pudo, y cuando llegó le invierno la cigarra se moría de hambre y de frío, mientras la hormiga tenía de todo, qué hija de puta, la hormiga. La cigarra llamó a a puerta de la homriga, que le dijo: "Cigarrita, cigarrita, si hubieras trabajado como yo, ahora no pasarías hambre y frío", y no le abrió la puerta. ¿Quién ha escrito esto? Porque esto no es así. La hormiga es una hija de la gran puta y una especuladora. Y además. Aquí lo que no dice es por qué unos nacen hormiga y otros cigarra. Porque si naces cigarra estás jodido, y eso aquí no lo pone. Eso aquí no lo pone."





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