Preguntó en su blog Diego Fischerman indignado por la acumulación de nombres puestos como banderitas en territorios de la cultura realizada por un periodista argentino -que no importa quién es, porque pudo ser cualquiera-, mientras asociaba insensatamente géneros musicales y autores con estados de ánimo.
Y francamente no me decido.
Sucede que hay veces que llueve y tengo ganas de dormir, o de tomar mate con amigos, o de tener sexo con amigas, o desconocidas, o de hacer el amor.
Incluso me sucedió alguna vez ponerme triste mirando la lluvia tras la ventana, aunque nunca bajo ella.
Sin embargo Debussy me pareció adecuado para todas estas situaciones. Cierto es que Charlie Parker o King Crimson también.
No sé por qué, todo esto me recuerda que hace bien poco, en un debate sobre poesía, comenté que mi dios, el único al que reconozco, es Dionisio, al que me lo imagino como hombre, sentado a mi lado, bebiendo una copa de vino tinto, celebrando la vida, aunque a veces cambia de aspecto y se transforma en mujer, y luego de beber una copa de vino tinto nos amamos salvajemente, lo que motivó que me acusaran de ignorante e intolerante.
Tantas verdades absolutas llegan a desbordarnos. Digo yo, no será mejor disfrutar lo poco que conocemos, y que somos capaces de asegurar que es cierto.
Nunca me sentí cómodo con nacionalismos ni regionalismos, ni con ningún ismo o verdad absoluta que inexorablemente nos terminará transformando en soledad y desolación.
Cierto es que somos islas, sí, pero lo bueno es intentar ser isla habitada de un archipiélago, y no preferir ser isla desierta en medio del océano. Y me parece que no usar como medio de transporte entre nosotros los superficiales lugares comunes es un buen comienzo.
Y la música también, siempre que la intención sea compartirla, y no ostentarla.
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