jueves, 20 de octubre de 2011

Asomados a la ventana del tiempo

"Me cuestionan mucho la palabra "progresista"... Cuando nosotros nos empezamos a juntar y nos preguntaron qué éramos, dijimos: "Progresistas"; pero en el sentido de representar el progresismo del año 2000. Es decir, una posición política que aspira a una sociedad estable, con equilibrio, con razonabilidad, desdramatizada... Nosotros somos el partido de la justicia social, pero no la de cuarenta años atrás. Si usted me pregunta cuáles son nuestros referentes, le contesto que los militantes, los cuadros intermedios, los hombres desconocidos que trabajan por este proyecto. Y le digo desconocidos porque gracias a muchos conocidos estamos como estamos hoy."

Este es un fragmento de una entrevista realizada a Nestor Kirchner en 1997 (¡hace 15 años!) durante la segunda y más infame de las décadas, que no me negarán que es interesante leer hoy, publicada en La Nación -claro que aún vivía Sopeña y todavía era un diario Serio, no como ahora que apenas es serio- a un político de aquellos años al que yo sinceramente no le tenía ninguna confianza. Estas declaraciones me habrán parecido en aquellos días seguramente un vacuo intento de diferenciación mucho menos audaz que el del Chacho y Abdala. La he compartido con mi lista de amigos, y me sorprendieron con un compilado de frases sueltas a modo de respuesta -de las cuales en algunas se sospecha el contexto- al que les dan el francamente entusiasta título de hechos a los que remitirse.

Si leen completa la entrevista realizada cuando la segunda década infame, ya se puede sospechar el giro que darán los acontecimientos 10 años después -cierto que nunca en su real dimensión-, y que quizá en aquel momento yo, como tantos, fui incapaz de leer con precisión por estar escondido tras mi inmaculada pureza intelectual. Años en los que aún no había entendido que para poder hace falta poder, que el poder se construye y se ejerce asumiendo todas las consecuencias, no se declama a los gritos escondidos tras la puerta.

Lamentablemente en la Argentina de hoy, por algún motivo que barrunto inconfesable, leo muy pocos análisis críticos de la realidad con sustento, sólidos y con base en esa misma realidad; cuando es natural y evidente que un país que viene del infierno, y está recién desandando el purgatorio, aún lejos del paraíso, tiene sobradas aristas -cierto que complejas- para cuestionar. Sin embargo, con honrosas excepciones, como las de Claudio Kats -economista de la UBA que propone votar al FIT- de quien he leído muchos análisis muy sólidos criticando el rumbo actual -que evidentemente no comparto al 100%-, me suelo encontrar con esta clase de relatos de “hechos” sobre los malignos hombres “K”, sus oscuras intenciones e intolerable pasado. Intentos vacuos de encontrar defectos insalvables de origen, ante la dificultad de cuestionar con potencia los datos duros del presente -los únicos que pesan-. Pero son intentos estériles, porque salvo los candidatos del FIT -sólo por carecer de accionar legislativo-, no se salva nadie, pero absolutamente nadie, de haber tenido votos deshonrosos y vergonzantes. Ni siquiera Lozano, a quien le sigo sus interesantísimos, lúcidos e inteligentes artículos desde que lo leía en la prensa de la CTA -de cuando voté en un referéndum popular en 1995 para impulsar lo que hoy finalmente existe con el nombre de AUH-, y de quien nunca pensé decir esto. Aunque lo podemos disculpar por haberse dejado envanecer por el desvariado de Pino, esperemos que Claudio haya recuperado la cordura.

Datos duros para cuestionar la realidad hay muchos, como es lógico e inevitable estando a mitad de camino de todo, pero también hay muchísimos datos duros para lo contrario. Leo a diario blogs de la BEA con estadísticas muy interesantes, incluso aquellas que preanuncian catástrofes, las que desde hace muchos años no se cumplen; como tampoco se cumplen las de los sesudos economistas del establishment que auguran cataclismos por no someternos a la voluntad del poder. Claro que como en el cuento del pastor y el lobo quizá algún día puede que sean reales y no las escuchemos. Sin embargo los datos duros de la realidad se empecinan en validar que, al menos de momento, seguirán en el club de Lilita.

Supongo que ya pasadas las elecciones generales, los ánimos se calmarán, se recuperará la sensatez, y al fin empezaré a compartir cuestionamientos a la gestión del gobierno nacional. Quizá hasta vuelva a mi estado natural y sea parte de la oposición. ¿Se imaginan si el parlamento legislara para mejorar, en vez de boicotear para boicotear?
Hace mucha falta que empiecen a pesar menos los cuestionamientos por derecha, que hasta ahora ha sido la tónica general -invento repulsivo del grupo “A” incluido-, y con los datos duros, sin fantasías, con la realidad en la mano se “corra por izquierda al gobierno”.
Si no me equivoco mucho en mi análisis, se vienen cuatro años claves en el rumbo futuro, y quienes gobiernan hoy Argentina, políticos burgueses al fin, se afianzarán en lo que los sustente y mantenga tranquilos en la gestión. Entonces será fundamental que la izquierda nacional no esté sola en esta tarea como hasta ahora; sería muy importante que se sume el centroizquierda que hoy constituye el FAP, para lo que asumo que deberán modificar la impronta de progresismo conservador al estilo del PSOE -por cierto, es muy interesante leer los artículos de opinión de portales como ATTAC, muy interesante como han evolucionado en su percepción de nuestras realidades-.

Como le dijo Sábato al Che en un histórico intercambio de correspondencia en el que debatieron sobre la revolución cubana, y como argentinos que eran por allí se filtró el peronismo: «Cuando en la época de nuestra famosa Unión Democrática, tantos intelectuales de izquierda marchábamos al lado de conservadores como Santamarina y señoras de la sociedad, deberíamos haber sospechado que algo estaba funcionando mal». Más de uno debería preguntarse hoy también dónde realmente está parado. Y porqué los que admiran allende las fronteras declaran su público apoyo a quienes odian fronteras adentro.








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