Es como cuando repetimos los argumentos de otros sin haberlos siquiera comprendido, cuando pretendemos ser quienes no somos (algo que los hombres hacemos mucho, desde luego, y sin estética).
Algo que intentaré hasta el final, es ser quien soy, con mis infinitas limitaciones intelectuales. Me puedo poner un poema encima para que me ayude a vestir una idea, pero la idea es mía.
Son puntos de vista, naturalmente, y respetables todos, pero el mío es éste. Defiendo ser quien en realidad se es. Podemos adornamos, pero sobre quien somos, sin ponerle a nuestras ideas, ni a nuestros cuerpos, pedazos de quien no somos.
Y si a los que me rodean les parece poco lo que soy, que se embromen, porque a mí me parece bien, y eso es lo único que debería importarme.
Ahora que tus senos no son tuyos,
ahora que tu vida no ha pasado,
y llevas silicona en el orgullo,
y cuentas una historia con tus manos.
Ahora que se duerme sin consuelo
ese rostro que un día conociste,
y muere de tristeza en el espejo
sin poder, siquiera, describirte.
Ahora que tus años no se notan,
ni tampoco se atreven a vivir,
y levantas la mirada con la copa
que tus miedos supieron construir.
Alcanzas un lugar entre las filas
que integran la noble sociedad,
y guardas tu verdad en las cortinas
que en las noches te enseñan a llorar.
"Plástico en la piel", de Alejandro Laurenza.
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