El desarrollo de la primera etapa que se inauguró ayer tomó seis años, desde que se compraron estos 45 mil metros cuadrados. La segunda mitad del proyecto, de la que ya se hicieron los cimientos, comenzará a construirse el año que viene, según prometió la Presidenta Cristina Fernández, durante el acto en el que también se inauguró un instituto de biotecnología en San Martín. Durante dicho acto, Cristina Fernández propuso una “asociación inteligente entre Estado, empresas privadas, la economía, lo privado y lo público, la ciencia y la tecnología” como un modelo a seguir que “agregue valor” a la economía. Algo que hizo, precisamente, delante de David Mac Allister, ministro-presidente de Baja Sajonia, provincia alemana que es accionista de la Volkswagen, de la que posee el 20 por ciento de la firma.
Debemos darle sin dudarlo la dimensión histórica que el evento amerita; creo con franqueza que dentro de medio siglo se rercordará éste como un evento fundacional. Y vitorear con el entusiasmo y la alegría que nos debemos cuando suceden cosas tan saludables como esta.
Ciertamente podemos definir como paradigmático que desde las ruinas de una bodega que devino en asentamiento de familias sin techo, surja este maravilloso emprendimiento al que la palabra que mejor lo define es futuro. Al igual que Tecnópolis, desde monumentos extremos de nuestra decadencia, surgen maravillosas acuarelas de esperanza. Una clara y hermosa apuesta por el futuro.
Porque como dijo con contundencia Bernardo Houssay: "La ciencia no tiene patria, pero los hombres de ciencia sí la tienen y deben pelear por su adelanto". Y los que no somos de ciencia tenemos el deber, tanto como el derecho, de defender que los hombres de ciencia -entre ellos los 800 científicos repatriados por el plan raíces, afortunadamente- puedan hacerla para nuestro beneficio.
La opinión que Eduardo Carletti -director de Axxón- expuso en el Facebook, resume con estupenda claridad lo que este hito representa:
"Quiero escribir esto en el momento en que está ocurriendo. Estoy profundamente emocionado, hasta las lágrimas, por el discurso en la inauguración del Polo Científico Tecnológico que está dando en este momento el Director del Instituto Max Planck. Muchas veces he traducido artículos científicos de descubrimientos realizados en este instituto. Es un centro científico de primerísimo nivel en el concierto mundial. Hoy se inaugura aquí en Argentina la primera asociación en un emprendimiento científico de este instituto en Iberoamérica, y debo decir que puedo comprender en toda su profundidad lo importante que es esto. Toda mi vida quise dedicarme a la investigación científica. No fue posible. Hoy es tarde para mí, pero será la oportunidad para muchísimos jóvenes que, como yo a los 12 o 13 años, comenzaron y comienzan a interesarse en los misterios del universo.
Luego comentaré algo más. Continúo escuchando."
A mí también estas cosas me emocionan profundamente, hasta las lágrimas. No pueden no hacerlo, si el dolor de nuestra decadencia nos partía el alma.
Sólo los necios niegan lo lejos que aún estamos del paraíso, pero hay que estar muy anclado en la medianía y la mendacidad para no entender lo mucho que nos hemos alejado del infierno.
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