Un amigo personal integró la reciente delegación comercial a Angola, y me comentó que han regresado muy contentos, tanto con los negocios cerrados, como con el potencial con el que se encontraron. También que estaban muy enojados con la cobertura mendaz y tendenciosa de los grandes medios argentinos.
Han trabajado mucho, con mucha seriedad, y los resultados fueron en líneas generales muy satisfactorios. Además, según sus cálculos, creen que los negocios generados pueden aportar más de 1.000 puestos de trabajo en Argentina. Es decir que en un mundo que destruye puestos de trabajo sistemáticamente, en Argentina el gobierno trabaja con intensidad y sin ambigüedades en crearlos.
Y aún así me encuentro con alguna gente que, pese a no tener ni la menor idea del asunto, cree que es muy graciosa y venenosa haciendo chistes irrespetuosos y despectivos tanto respecto de Angola y los angoleños, como de las bondades de la misión, sus resultados y su potencial. Vamos, lo de siempre.
Aclaremos algo respecto a un línea de crítica que he detectado respecto a la cuestión Angola. No somos la ONU; la delegación fue a hacer negocios. Como cuando negociamos con China, o Brasil, o EEUU, o Arabia Saudí. Luego, con prudencia y en otros foros, si lo consideramos necesario, podríamos como país opinar si nos parece bien o mal la situación política interna, la vitalidad o debilidad de sus instituciones democráticas, o si se respetan o no los DDHH. Si embargo no soy ingenuo, así que no me gusta nada la pretensión de intromisión en la política interna de otros países como no sea para expresar solidaridad. Entiendo el planteo, pero desde mi punto de vista no procede.
Lo que habría que responderse, desde la honestidad intelectual, antes de seguir adelante con planteos que se me antojan algo naif, es: ¿Comerciamos con todo el mundo, o establecemos por ley la prohibición de comerciar con quienes no respeten los derechos humanos, países tales como EEUU, Angola, China, Israel? Pero es que además, podríamos preguntarnos: ¿También dejamos de comerciar con aquellos que comercian con quienes no son tan respetuosos de los DDHH como nosotros, a saber: como Europa, Brasil, EEUU, Venezuela?
Pero es que además olvidan quienes cuestionan -en algún caso voluntariamente-, que Angola es un país que está iniciando un proceso de interesante recuperación, pero luego de una guerra que desvastó el país, y esta no es una figura literaria, es la tremenda realidad de ese pueblo, donde para hacer un pozo de donde extraer el agua escasa de su tierra deben tener sumo cuidado con las minas antipersonas dispersadas por todo el territorio, que siguen matando angoleños, sobre todo niños.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la relación con Angola, nos puede ayudar a defendernos del boicot al que nos van a someter los facinerosos de Repsol y el gobierno de España, quienes pretenden que este invierno los argentinos pasen frío por falta de gas.
Nosotros en tanto ciudadanos, en privado, podemos debatir y cuestionarnos si la deriva de la revolución angoleña podría ser mejor, si se han resignado o han elegido un camino equivocado. Como podríamos discutir a Daniel Ortega y la realidad de Nicaragua. Pero cuando los estados se juntan para hacer negocios, en lo que deben pensar es en la economía.
No revindico al gobierno de Angola, cómo podría aprobar o cuestionar una realidad que desconozco en sus detalles, si ya se me hace difícil revindicar, o no, el argentino. Sin embargo me parece absolutamente defendible la intensión de hacer pie en África, con decisión, porque nos abre una muy interesante puerta para hacer negocios allí. Y nadie debe perder de vista que la clave de nuestro futuro es seguir intensificando el camino del comercio Sur-Sur, y el del capitalismo de estado.
La imagen que ilustra la entrada corresponde a la obra "Batuque - Angola", del artista portugués Albano Silvino Gama de Carvalho das Neves e Sousa, también conocido como "o pintor angolano". Óleo sobre tela de 1970.
Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa en Angola, a la luz de la luna de Junio, o eras tú la cintura de aquella guitarra que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.
Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria. En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato. Pero yo ya sabía cómo era.
(Pablo Neruda)
lunes, 21 de mayo de 2012
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