“Todo lo que temíamos acerca del comunismo –que perderíamos nuestras casas y nuestros ahorros y nos obligarían a trabajar eternamente por escasos salarios y sin tener voz en el sistema– se ha convertido en realidad bajo el capitalismo.”
Jeff Sparrow
Y lo más grave del asunto, es que en el capitalismo mágico, donde la libertad de las personas es inversamente proporcional a la libertad de los capitales, tenemos toda la libertad que nuestro dinero puede pagar.
No hay dinero, entonces no hay libertad; de modo que otra de las cantinelas también se da vuelta, en tanto el empobrecimiento de la población conlleva como perjuicio adicional que a esas personas les queda sólo la libertad formal, no la real. Y a veces ni siquiera eso.
Por cierto, no sólo la libertad está condicionada, tenemos toda la igualdad, todos los derechos y todas las oportunidades que nuestro dinero puede comprar.
Por eso cuando alguien me dice la estupidez de lo de la diktadura, con la risa contenida (es de mal gusto reírse en la cara de los idiotas) le digo que nunca hubo más libertad que ahora en las últimas décadas, porque nunca hubo tanto acceso de la población a un trabajo, o a un ingreso mínimo en nuestra Argentina.
Claro que Sparrow habla de Europa, donde les sobran los motivos, ya que allí ni siquiera la democracia formal sucede, en tanto quien gobierna no cumple con la voluntad del votante, sino que cumple con la de "los mercados", eufemismo para hablar de los grandes capitales, los grandes grupos económicos y financieros. Es decir, que el gobierno del pueblo devino en el gobierno de las oligarquías.
Entonces, riamos también cuando acusan de populistas a los gobiernos populares de Sudamérica. O cuando nos acusan de nacionalistas por revindicar el patriotismo. Riamos de las cien mentiras con nuestras cien verdades. Sólo porque son nuestras. Absolutamente nuestras.
Cansado, sobre todo, de estar siempre conmigo, de hallarme cada día, cuando termina el sueño, allí, donde me encuentre, con las mismas narices y con las mismas piernas; como si no deseara esperar la rompiente con un cutis de playa, ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia, acariciar la tierra con un vientre de oruga, y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
(Oliverio Girondo)
sábado, 9 de marzo de 2013
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Lean esto.Es una tremenda verdad.Particularmente, siento que cuando no tengo dinero,estoy miserablemente amarrada y supeditada al que me mantiene y paga las cuentas.Lamento decirlo,pero es así.Nos convertimos en consumistas y necesitamos "las cosas".Was que nosotros le damos la trascendencia que no tienen.Creo que debo hacerme un análisis personal ,una introspección de lo que estoy haciendo conmigo misma.¿Estoy progresando o estoy retrocediendo?Parece claramente que inconcientemente,me vendo a los placeres de "las cosas" superfluas.Este artículo dice:-"No hay dinero, entonces no hay libertad; de modo que otra de las cantinelas también se da vuelta, en tanto el empobrecimiento de la población conlleva como perjuicio adicional que a esas personas les queda sólo la libertad formal, no la real. Y a veces ni siquiera eso.
ResponderEliminarGracias por la visita Carmen.
EliminarUn abrazo,