viernes, 22 de marzo de 2013

Somos los que sabemos que no sabemos

Si digo que quien cree en fantasías incomprobables es irracional, de ningún modo estoy tratando a esta persona de tonta. Quien es religioso lo es desde la irracionalidad. Sin embargo es erróneo entender que la irracionalidad requiere de falta de inteligencia. Quien es inteligente entiende claramente que cuándo siente, esto sucede de manera irracional. Un científico religioso, en el caso de que éste sea inteligente, sabe que sus sentimientos religiosos son irracionales, aún así los siente. Como un poeta, o un amante. En este sentido sostengo que el ateísmo es igual de irracional que cualquier religión, en tanto asume como verdad algo indemostrable, como es la inexistencia de dioses o de seres en otros planos diferentes del nuestro.

Esto viene a cuento de una frase arbitrariamente atribuida al personaje de ficción llamado Dr. House, en la que éste asegura que si se pudiera razonar con la gente religiosa, no habría gente religiosa. Entonces podemos, y debemos completar la frase diciendo que si pudiéramos razonar con los poetas no habría poesía, o si pudiéramos razonar con los amantes no habría amor.
Revindico la irracionalidad erótica, la que me regala un marco o un camino a la felicidad. Ésta es una acuarela infinita de colores, en la que cada uno de nosotros encuentra sus formas y sus verdades.
Pero hay otra irracionalidad, gris, que se pretende blanca sin mácula (con lo que se deslegitima sin comprenderlo), con la que no me siento cómodo, porque se pretende institucional. Es tan oscura que se pretende bondadosa cuando impone cruelmente su moral (igual de irracional y subjetiva que la mía) a quienes no la comparten. Por eso soy agnósitco, porque esta irracionalidad la esquivo.

Otro punto en este debate es cómo alguien llega a entender la irracionalidad como algo negativo. No me imagino a un poeta ofendido porque sus palabras son catalogadas como irracionales. Lo imagino orgulloso de ser capaz de amar, irracionalmente. Es probable que esto tenga origen en que la irracionalidad que da marco a este texto, se pretende verdad incontestable, universal, y perfecta. Mi irracionalidad se ufana de sus dudas y su humana imperfección.
He aquí la mágica diferencia.




En la vereda de enfrente están los dueños de la verdad escriturada, los propietarios de la seguridad del ignorante; de este lado estamos nosotros, los dueños de las dudas sentados a una larga mesa en llamas.
Somos los que sabemos que no sabemos. Los que sabemos que no es luz esta claridad, que este permiso no es la libertad, que este mendrugo no es el pan y que no existen una sola realidad ni una única verdad.
Somos los hijos de los profetas pero también hijos de aquellos a quienes los profetas maldecían; somos los que desafinan en los coros de los istas.
Somos los que confían en la marcha de la historia sin darla por sobreentendida. Escépticos y optimistas, compartimos el pan de la duda, sentados a una larga mesa en carne viva.
(Eliahu Toker)

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