Que los viajes, son los viajeros.
Que lo que vemos, no es lo que vemos, sino lo que somos.
"Somos quienes no somos, y la vida es veloz y triste. El ruido de las olas por la noche es un ruido de la noche; ¡y cuántos lo han oído en su propia alma, como la esperanza constante que se deshace en la oscuridad como un ruido sordo de espuma profunda! ¡Qué lágrimas lloraron los que obtuvieron, qué lágrimas perdieron los que consiguieron! Y todo esto, durante el paseo en la orilla del mar, se me tornó el secreto de la noche y la confidencia del abismo. ¡Cuántos somos! ¡Cuántos nos engañamos! ¡Qué mares suenan en nosotros, en la noche de ser nosotros, por las playas que nos sentimos en los encharcamientos de la emoción! Lo que se ha perdido, lo que se debería haber perdido, lo que se ha conseguido y ha satisfecho por error, lo que amamos y perdimos y, después de perderlo, vimos, amándolo por haberlo tenido, que no lo habíamos amado; lo que creíamos que pensábamos cuando sentíamos; lo que era un recuerdo y creíamos que era una emoción; y el mar en todo, llegando allá, rumoroso y fresco, del gran fondo de toda la noche, a agitarse fino en la playa, en el decurso nocturno de mi paseo a la orilla del mar...
¿Quien sabe siquiera lo que piensa, o lo que desea? ¿Quién sabe lo que es para sí mismo? ¡Cuántas cosas sugiere la música y nos sabe bien que no pueda ser! ¡Cuántas recuerda la noche y lloramos, y no han sido nunca! Como una voz suelta de la paz tumbada a lo largo, el enrollamiento de la ola estalla y se enfría y hay un salivar audible por la playa invisible. ¡Cuánto me muero si siento por todo! ¡Cuánto siento si así vagabundeo, incorpóreo y humano, con el corazón parado como una playa, y todo el mar de todo, en la noche que vivimos, batiendo alto, zumbón, y se enfría, en mi eterno paseo a la orilla del mar!"
Libro del desasosiego. La muerte del príncipe. Publicado en el número 27 de presença 1930.
El poeta es un fingidor.
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.
Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.
Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.
Siempre caminamos con nuestros secretos
(Traducido por el poeta Angel Crespo.)
De valle en montaña,
De montaña en monte,
Caballo de sombra,
Caballero monje,
Por casas, por prados,
Por quinta y por fuente,
Camiáis aliados.
De valle en montaña,
De montaña en monte,
Caballo de sombra,
Caballero monje,
Por peñascos negros,
Por detrás y enfrente,
Camináis secretos.
De valle en montaña,
De montaña en monte,
Caballo de sombra,
Caballero monje,
Por llanos desierots
Y sin horizonte,
Camináis libertos.
De valle en montaña,
De montaña en monte,
Caballo de sombra,
Caballero monje,
Por abruptas trochas,
Por ríos sin puente,
Camináis a solas.
De valle en montaña,
De montaña en monte,
Caballo de sombra,
Caballero monje,
Por cuanto es sin fin,
Sin voz que lo cuente,
Camináis en mí.
Textos escritos por Fernando Pessoa, quien nació en una casa de la plaza de San Carlos de Lisboa en 1888, hijo de un funcionario de la Secretaría de Estado y redactor del Diário de Lisboa, y de una mujer de un nivel cultural poco habitual para su época (hablaba francés, inglés y alemán, leía latín, y escribía versos), y muriera a los 47 años en la misma ciudad en que nació, dejando una descomunal obra inédita que todavía suscita análisis y controversias, es uno de los mayores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura europea.
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