sábado, 27 de febrero de 2010

La herejía de Alorsa y su guardia

Jorge Pandelucos, más conocido como Alorsa, era el líder del grupo tanguero platense La Guardia Hereje. “Aunque suene raro, me jacto de ser un analfabeto musical. Estudié guitarra y canto apenas seis meses, pero tal vez por eso mismo detecto fácilmente qué es accesible y qué no para el oyente común. Y lo mismo me pasa con las letras”; desde esta claridad, este gran fileteador de la palabra, cantautor popular, tanguero sanguíneo, pibe atorrante de barrio, rufián melancólico e inofensivo chantún argento de bodegón, celoso del viejo tango, y aburrido de la imagen petrificada de Carlitos, con la humildad de los grandes devolvió al tango criollo la modernidad que le faltaba, el dialecto sin maquillaje.

Las canciones son cantadas desde lo más profundo del corazón, con la pasión del barrio, y con el espíritu de las viejos tangos de antaño, pero con letras de temáticas aggionarnadas. Alorsa y La Guardia Hereje, saben plantar batalla en el escenario y dar un show entretenido, en el que prima la conexión con el público y una relación de pícara complicidad.

Alorsa sabía que alguna vez existió el tango, era joven, nuevo, brillante, hasta que el club del clan y un puñado de resentidos lo transformaron en algo antiguo y lejano, en una eterna repetición de fonola rayada. Están pasando cosas. Hoy. Otra vez. Hay quienes en medio de ese caos, como La guardia hereje, con un sonido acústico, moderno y joven, saben cómo hacer que vuelva el tango.



La guardia hereje, nos dice que en argentina existe algo así como el ander, algo roto, desadaptado y desconocido por el resto del mundo, bandas que saturan los garajes, que alimentan cada fin de semana a todas las empresas de fletes de medio pelo y refuerzan las cajas registradoras de avaros bolicheros. Guerreros inclaudicables que rompen sus magras alcancías para grabar demos que las radios privadas no pasarán nunca si no les pagan. Y nosotros le creemos.



Dicen que Alorsa nació en un país que existe al sur del mundo, atado a la cola del barrilete americano. Un país mágico y extraño donde se mezclan la alegría de carnavales paganos y la tristeza de madres gringas que agitan pañuelos frente a barcos que zarpan. Que es pasión y maravilla donde uno no puede ser del todo feliz, pero que no puede abandonarse. Porque los que se van se mueren de nostalgia, ahogados en lágrimas o ahorcados a los cables de los teléfonos para las navidades y los cumpleaños.



Existe desde hace unos años un movimiento de renovación en el tango, de la mano de jóvenes intérpretes y autores que entienden esta música desde un lugar más cercano a la actualidad, con influencias y estilos que provienen de las distintas corrientes tangueras, la murga, el candombe o el rock. “Estamos parados en la milonga, y desde ahí nos movemos hacia ritmos vecinos como el tango, el candombe, la murga, algún aire folclórico y lo que llamamos canciones criollas o rioplatenses, difíciles de encasillar en un género pero que tienen un fuerte dejo regional”, sostenía Alorsa. En este nuevo marco es que debemos ubicar a La Guardia Hereje. Temas propios, tangos nuevos y alternativos para quienes no escuchan el tango tradicional o para quienes esperan de el una continuación agiornada. La guitarra, predominante en el sonido “hereje”, aporta esa calidez que el cantor relaciona con la música más accesible.



La canción que Alorsa compuso y cantó La Guardia Hereje sobre Maradona consigue que se humedezcan los ojos de cualquier persona con un mínimo de sensibilidad al encontrarse cara a cara con el retrato de un hombre que tambalea cuando se enfrenta a sí mismo, porque enfrente tiene a un dios, enorme, imposible de eludir. Es que poco se ha dicho sobre el hombre sufriente, del que la vida le pesa en sus espaldas, sobre la persona real, y quizá lo mejor, lo más humano, lo más cercano al corazón fue esto, que dicen, el mismísimo gordo la escuchó emocionado.



Letras procaces y graciosas, analogías lunfardas que nos dejan maravillados, guitarras fieles al 2 x 4, la murga, milongas y los valsesitos melancólicos. La coherencia la dan las letras originales, simpáticas, profundas y emotivas que interpretan desde una informalidad que lejos de perder el respeto por el público, lo integra y lo sumerge en creíbles climas de intimidad, ironía, humor y risueñas nostalgias.



Era la voz de La Guardia Hereje, un tipo laburante, con huevos y con sueños. Parece que el corazón le falló, justo cuando todos creíamos que nada ni nadie le podía cambiar el ritmo. Y ahora el nuestro, siente ese vacío.
Qué será de nosotros y nuestros sueños ahora. Qué será del tango.
Alorsa, fue un placer y un privilegio.


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