miércoles, 9 de diciembre de 2009

Adiós muchachos

Adiós muchachos es una película contemporánea admirablemente redonda, una pequeña joya de sutileza y sencillez, una película veladamente autobiográfica de un episodio de la niñez del director, Louis Malle.
También es una novela del escritor cubano-uruguayo Daniel Chavarría, editada en 1995 bajo forma de noveleta en "Crimen y castigo", revista oficial de la filial latinoamericana de la Asociación Internacional de Escritores Policiacos.

Pero sobre todo es un tango glorioso con letra del poeta Cesar Felipe Veldani, escrito en 1927 y musicalizado por Julio César Sanders. Fue Gardel quien hizo famoso este gran tango, con su personal estilo portentoso, convirtiéndose en uno de los tangos más representativos de su repertorio.

Lo que sigue es la transcripción de un registro fonográfico, consistente en palabras del autor César Felipe Vedani (1906-1979), previas a una reedición de su tango “Adiós, muchachos” en versión de Carlos Gardel. Este disco fue publicado con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de Zorzal. La versión original del tango había sido registrada por Gardel con el acompañamiento de las guitarras de Ricardo y Barbieri, el 26 de junio de 1928 (disco Nacional Odeón Nº 18.###, lado A).
Dice Vedani: “Era a principios de 1929, y en la noche de mi llegada a París fui a visitar a Gardel a su camarín del “Dancing Florida”, donde él actuaba. Pero además, esa noche su número también formaba parte del teatro anexo, donde había un gran acontecimiento, la “Fiesta de las Artes”, que es un espectacular dîner-dansante. En el camarín, Barbieri, Ricardo y Aguilar templaban las guitarras. Carlitos afinaba la voz y los últimos toques a su pechera y su smoking mientras me preguntaba por los amigos de Buenos Aires. El camarín daba por un ventanal al teatro y se veía la sala muy animada... Demasiado animada... Como que en ese momento actuaba una famosa jazz norteamericana y el elegante público acompañaba el ritmo con las cucharillas del café. De las galerías altas arrojaban serpentinas y globos. Sonaban matracas cuando Gardel pisó el escenario. Yo me quedé anhelante, viéndolo en el círculo de luz del foco con sus acompañantes y disponiéndose a cantar en aquel fondo confuso de murmullos y ruidos. Pero a la primera estrofa del tango se apagaron los ruidos y enseguida se acabaron los murmullos; y después que lo escucharon en un silencio impresionante, la ovación hizo temblar el teatro. Era el milagro que se llamaba Carlos Gardel. Yo... ¡Qué les voy a decir...! ¡Yo tenía los ojos llenos de lágrimas!”

También hay que decir, que la de Francisco Canaro es una versión muy disfrutable de este clásico tango.

Aquí, sin embargo, con letra cambiada, en inglés y puesto en escena bajo el nombre "I Get Ideas", en 1959 en Stuttgart, Alemania, un versión impetuosa de Luis Armstrong.







Adiós muchachos

Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mí hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós muchachos. Ya me voy y me resigno...
Contra el destino nadie la talla...
Se terminaron para mí todas las farras
, mi cuerpo enfermo no resiste más...

Acuden a mi mente, recuerdos de otros tiempos,
de los bellos momentos, que antaño disfrute,
cerquita de mi madre, santa viejita, y de mi noviecita
que tanto idolatré.
Se acuerdan que era hermosa,
más bella que una diosa, y que, ebrio yo de amor,
le di mi corazón?
Mas el Señor, celoso, de sus encantos,
hundiéndome en el llanto, me la llevó.

Es Dios el juez supremo
No hay quien se le resista.
Ya estoy acostumbrado, su ley a respetar,
pues mi vida deshizo, con sus mandatos
llevándome a mi madre y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras, derramo en mi partida
por la barra querida, que nunca me olvidó.
Y al darle, mis amigos, el adiós postrero,
les doy con toda mi alma, mi bendición.

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