Árabe, flamenco, brasileño, africano... los orígenes de la música de NARF son infinitos. Tras el éxito de Só Tambor, su segundo disco está compuesto por melodías pop que le dan forma a sonidos de todo el mundo. Narf presentó en Inglaterra sus nuevas canciones, de ahí la denominación de su álbum: TOTEM. Cuando uno viaja poniendo el mundo por delante, alimentado sólo por la pasión, el amor y la entrega al arte, es bueno dejar huellas en las encrucijadas de los caminos que se cruzan, para poder, al final del camino, encontrar el de vuelta a casa. Un tótem es un cruceiro sin brazos, un faro para los marineros de tierra. Y este tótem marca más de 20 años de recorrido; uno que comenzó cuando Narf dejó su casa con nada más que una guitarra a cuestas.
Narf levantó este tótem cada día, con mimo y cariño, con furia y pasión, y aquí podemos encontrar el canto delicado junto al grito atroz, los fantasmas de los antiguos, el llanto de un niño, el beso de un amante y los ojos mirando el futuro. Aquí el amor es lo que más da y lo que más nos devuelve. El que comenzó como un tótem personal fué, finalmente, un tótem para todos. Porque en este TOTEM también se pueden escuchar las voces y ver las sombras de aquellos que tuvieron la suerte de caminar un poco, de tanto en tanto, junto a él.
Y lo último de este gallego infinito es este trabajo con el guineano Manecas Costa que pretende ser "un reflejo simbólico del encuentro" entre ambos artistas, "dos hombres con dos guitarras y una manera de estar en la vida".
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