El modelo es la extranjerización de la economía. Lo que no es nuevo. Colonizados estamos. De lo contrario, cómo explicar que creamos que los poderosos y protegidos estados centrales nos van a ayudar graciosamente, mientras nos impiden desarrollarnos en nuestras fortalezas a través de barreras comerciales. Y si por ventura nos fortalecemos en aquello que no les conviene, hábilmente nos hacen la zancadilla.
Hablemos de historia. Siempre los gloriosos discursos de los imperios prometieron justicia, respeto, equidad. La historia y el presente nos demuestran cruelmente que nada hay más alejado de nuestros intereses que los del imperio.
¿Que no hay imperio? ¿Que es un discurso pueril, anticuado? En otras etapas de la historia universal, a las colonias rebeldes, les mandaban tropas. Hoy: los mercados. Pero esto es posible sólo porque las colonias se someten. Voluntariamente. El modelo, es claramente la dominación. Económica, pero también cultural. ¿Por qué insistiré hoy con la historia? Siempre, los imperios necesitaron lacayos. Siempre. Hace poco alguien me recordó en medio de un debate, dónde y porqué se acuñó el término cipayo. Nada es nuevo. Seguramente más sutil, pero no nuevo.
La discusión señores, es claramente ideológica. Indudablemente política, más que económica. El modelo está definido por las elecciones hechas por los sucesivos gobiernos. ¿Qué pesa en la decisión? Ahí está la quintaesencia del modelo. ¿Qué objetivo persiguen nuestros gobernantes cuando tienen que elegir? En definitiva responden a su ideología, no se confunden. Ellos no se confunden.
Por esto, entre otras cosas, creo firmemente en que la salida del modelo incluye necesariamente la redefinición de la estrategia impositiva. Seguir bajándole impuestos a los que les va bien y subírselos a los que le va mal, es profundizar el modelo. Eso queda clarísimo incluso sin definir cuestiones excesivamente técnicas. Dentro de los caminos que nos dejan, no es fácil ciertamente avanzar en ninguna dirección que nos sirva. A nosotros, a los mortales, al vulgo.
Que va a ser difícil que logremos cambiar el modelo económico al final de tanto tropiezo y tanto error. Que nos van a bombardear para hacernos fracasar, para confundirnos. Qué novedad. Acaso el camino por el que nos permiten avanzar nos promete felicidad, sosiego. Las condiciones subjetivas nos imponen la imposibilidad de alternativas al modelo, no las objetivas.
Lo dicho: estamos colonizados voluntariamente. En salir de esto habrá que trabajar. En construir una alternativa con una ideología claramente marcada por el "Nosotros". Que respondiendo a su "perfil ideológico", cuando deba decidir, decida pensando lo mejor para la gente -nosotros-, y no en los mercados –ellos-. Y después a soportar estoicamente. ¿Cuándo fue fácil librarse de la opresión?
Al final de tanta tecla quejándose de mi poco sutiles dedos, concluyo que el modelo es la sempiterna lucha de los poderosos por seguir siéndolo, y de los débiles por dejar de serlo.
¿Será esto maximalismo o minimalismo?
Fue publicado en El diario de Gualeguay
No hay comentarios:
Publicar un comentario