Saxo eterno, prodigio, padre del saxo tenor, y pionero del solo. Permanente y moderno improvisador, su enciclopédico conocimiento de acordes y armonías le dieron vigencia durante cinco décadas a la par de cualquier competidor.
Su estilo se basaba en una titánica gama de matices, podía ser arrollador o cálido, unido a una inusitada sonoridad y firmeza en su sonido, gran fortaleza en los temas rápidos y un prodigioso lirismo en las baladas. Con su tono gordo, su tembloroso vibrato y su genio armónico, poseía un discurso lleno de ternura en las baladas que podía resultar violentamente fogoso en los tempos rápidos. Su fraseo, de secuencias cortas y separadas por largos tiempos de reposo, solía acabar en una nota poderosamente vibrada, de cierta forma, más soplada que tocada.
Fue uno de los saxofonistas tenores líderes de su tiempo, uno de los más influyentes de la era del jazz, y es, sin duda, una referencia imprescindible para entender el jazz de gran parte del siglo XX. Representa, al igual que Charlie Parker, la transición entre el swing y el jazz.
Coleman Randolph Hawkins (apodado "Hawk" y también "Bean") nació el 21 de Noviembre de 1904 en St. Louis, Missouri. Fue un saxofonista (tenor) y clarinetista estadounidense de jazz. Fundamentalmente conocido como saxofonista, Hawkins es un intérprete clásico del jazz cuyo estilo se mantuvo siempre dentro de los límites del swing y del bebop. En una época en que el saxo era considerado un instrumento nuevo, usado hasta el momento en el vodevil y como un pobre sustituto del trombón en los desfiles de orquestas, Hawkins ayudó a que desarrollase su propio sonido como instrumento con una clara asociación con la música jazz. Joachim Berendt escribió: “Había algunos jugadores del tenor antes de él, pero el instrumento no era un cuerno reconocido del jazz”.
Ello fue fruto de una larga y concienzuda evolución de un instrumento que adaptó perfectamente para el lenguaje musical del jazz. Su familia era de clase acomodada y desde niño comenzó estudiar piano. Con siete años estudió violonchelo, y fueron las bases de lo que luego le permitiría interpretar sus posteriores solos con un profundo conocimiento de la armonía. Ya con nueve, comenzó a aprender a tocar el saxo tenor, un instrumento que entonces no era utilizado en el jazz y que en las orquestas comerciales se tocaba con una técnica que recordaba demasiado a la de los músicos de circo. En esa época inicia en el "Washburn College" de Kansas City, estudios de música clásica que completará en Chicago, ciudad a la que se trasladará con su familia en 1919 y donde tiene la oportunidad de oír por primera vez jazz.
Debuta profesionalmente en 1920 en una orquesta de la región de Kansas City, y al año siguiente es contratado por la famosa cantante de blues, Mamie Smith, que solía tener en su grupo músicos de altísima calidad como Buster Bailey, Sydney Bechet, o Bubber Miley. Con ella llegará a New York y grabará su primer disco y empieza a darse a conocer en los círculos jazzísticos de la gran manzana.
En 1923, entra a formar parte de la orquesta de Fletcher Henderson, que se convertiría en la primera bigband de toda la historia y en la que Hawkins permanecería once largos y magníficos años hasta hacer de esa orquesta la mejor de su época, con él y Louis Armstrong, quien influyó en su estilo, y de quien tomará buena parte de sus recursos melódicos, rítmicos y técnicos, perfeccionando a la vez su robusto sonido.
En sus comienzos, la banda de Henderson no disponía de los medios ni las condiciones óptimas como para que todo ello saliera a la luz. La primera prueba satisfactoria de la nueva madurez del conjunto no llegó hasta 1929, cuando grabaron “Hello Lola” y “One Hour”, los primeros de una serie de solos exuberantes, bajo el liderazgo de Red McKenzie.
Estos marcaron el estilo de Hawkins a partir de entonces. En las composiciones rápidas, se imponía con una multiplicidad de notas que catapultaban el compás; en las baladas, las líneas se volvían rapsódicas y envolventes. Su sonido era siempre espléndidamente rico y evolucionado, aunque la textura aterciopelada de las baladas permanece como su seña de identidad más distintiva.
Así, Hawkins se convertirá en el solista más importante de la orquesta, formando gradualmente ese estilo tan personal y original que, muy pronto también, empezarán a copiarle docenas de saxofonistas. Hawkins, aunque renovador, fue fiel en toda su carrera a la tradición del sonido de las Big Bands. Elegante y sofisticado, distinguido, dueño de una sonoridad devastadora. Coleman logró lo imposible: sustituir la trompeta, símbolo del jazz, por el saxo. Y es que, tras él, éste nunca será igual.
En 1934, Coleman Hawkins, deja la banda de Henderson y se marcha a Europa, donde grabó dos de sus temas más famosos, “Crazy Rhythm” y “Honeysuckle Rose” junto a Django Reinhardt y Stephane Grappelli. En Inglaterra firma un jugoso contrato con la orquesta de Jack Hylton. Es expulsado de la Alemania nazi por el color de su piel y se recluye en Holanda primero y después en Francia grabando en París discos con músicos locales y coincidiendo con su amigo Benny Carter, que también se había desplazado a la vieja Europa.
En 1939 regresa a los Estados Unidos donde encuentra que sus viejos discípulos están pisando fuerte en la escena jazzística y donde conoce por primera vez a un saxofonista de Kansas que empieza hacerle sombra. Varios grandes saxofonistas, muchos, alumnos suyos como Byas, Tate, Berry, Jacquet, pero sobre todo dos genios, como él omnipotentes con el saxo, Ben Webster y Lester Young, le disputan su reinado. Lester Young se destacaba entre los demás por poner en práctica un estilo distinto al suyo por primera vez en veinte años.
Hawkins, monta su propia orquesta y graba el histórico tema: "Body and Soul" uno de los grandes estándares de jazz desde entonces, y que significará su consagración definitiva como uno de los grandes creadores del jazz. A partir de ese momento, se le empieza a conocer como el "padre del saxofón tenor". Disolvió su bigband en 1941 y trabajó con grupos más pequeños.
Con "The man I love" y "Body and soul", prueba de fuerza, puro saxo, el primer solo de tenor sin más músicos, corona, quizá, la cima de su instrumento. Hawkins rompe la tendencia de las bandas de swing de esbozar la melodía cuando se producía un solo (el parafraseo). Toma para si el tema dándole a la melodía un cuerpo y personalidad de jazz propia y autónoma, hecho que no se había producido hasta el momento. De ahí su importancia capital para el futuro de la improvisación en el jazz.
En los años cuarenta se interesará por las nuevas tendencias y los jóvenes músicos que las practican. Su adaptación a los tiempos le permitirá foguearse con los cultores del revolucionario bebop, y más tarde se une a los intelectuales del cool jazz. Graba "The many faces of jazz, Vol. 52", con Dizzy Gillespie, quizá el primer Lp del bebop. Hawkins se había ganado a pulso esa fama de "temible" por su escalofriante técnica, su ciencia incomparable de la armonía que le permitía enlazar acordes imperceptiblemente, y una capacidad de crear a cualquier tiempo, por muy rápido que fuera, improvisaciones que siempre rozaban lo magistral y con un swing perpetuo. Y toca y graba con más jóvenes boppers: Parker, Roach, Monk, Navarro o Davis. En la segunda mitad de los años cuarenta, será una de las estrellas del "Jazz at the Philarmonic", la organización musical creada por Norman Granz, que se encargaría de llevar el jazz a todos los rincones del mundo.
Entre sus registros destaca la colaboración con Roy Eldridge y Oscar Peterson en los años cincuenta, y dejó grabados algunos discos extraordinarios como los titulados: "The Genius of Coleman Hawkins" (Verve 1957) o el espléndido "High and Mighty Hawk" también para Verve en 1958. En 1962 graba un disco memorable con Duke Ellington": "Duke Ellington meets Coleman Hawkins" (Impulse!) y en 1966, graba el último disco de su vida "Sirius" (Pablo) pues a partir de esa fecha su salud empieza a jugarle una mala pasada falleciendo, tres años después, víctima de una pulmonía, el 19 de mayo de 1969 en el hospital Wickersham de New York.
Así se marchó el hombre que había sido al saxofón tenor lo que Armstrong había sido a la trompeta. Él inventó las primeras y, en consecuencia, más importantes reglas instrumentales que determinarían conceptos y lenguaje al saxofón tenor en el jazz de cualquier época.
Su influencia en otros especialistas como Ben Webster, Chu Berry, Don Byas, Sonny Rollins y John Coltrane es innegable. Con Coleman, el saxo logró la plenitud, convirtiéndose en pilar fundamental del jazz.
Pensaba comprarme un libro sobre Coleman Hawkins pero parece que ya no voy a nicesitarlo. Gran informe detallado, de éste pionero - junto con Lester Young - del Saxo en el jazz.
ResponderEliminarAbrazo