Los conflictos más visibles de estos últimos tiempos, si bien no me sorprenden, interpelan mi concepción acerca de cómo mirar la realidad.
Quienes habitualmente se denominan "el campo", este sector que en términos de producto bruto pagan comparativamente menos impuestos que casi cualquier otro sector de la sociedad, se rebelan con enjundia y prepotencia ante un nuevo intento de corregir esta falencia.
Las clases medias altas de la sociedad porteña se rebelan con violencia, no sólo verbal, ante la transitoria imposibilidad de convertir sus excedentes económicos en dólares.
Y ahora, mediante una acción tan desmedida como de difícil justificación por su parte, el gremio de los camioneros reclama subir el mínimo no imponible de los 5.200 pesos en los que hoy está establecido. Si bien considero este reclamo tan justo como legítimo, esto indica que hay un amplísimo sector que tienen ingresos por encima de este límite.
Y no puedo evitar hacer la comparación de esté número, medido en euros (tanto oficiales como ilegales), con los salarios en Europa, y compruebo que hay un porcentaje de asalariados europeos, mucho más grande de lo que la mayoría cree, por debajo de estos valores.
Todos conflictos, en definitiva, devenidos de la abundancia. Podemos llamarlo avaricia, o egoísmo, sin embargo todos defendemos nuestros personales intereses.
Cierto que algunos abusan entusiastas de la insensatez, y la necedad.
Podría incluir, y entiendo que llegando a conclusiones similares aunque con menos contundencia, la comparativa entre los mineros españoles, reclamando por su trabajo y su dignidad, reclamando que las minas se mantengan abiertas y operativas, con un cierto nivel de debate, de cómo se da el debate sobre la cuestión de la minería en la República Argentina.
Sin embargo todos sabemos que si bien la pobreza en Argentina ha disminuido muchísimo, aún hay todavía unos 7 millones de pobres en nuestro país, de los cuales cerca de 1 millón están aún por debajo del límite de la indigencia. Entonces, me pregunto, porqué razón estos ciudadanos no salen a prender fuego el país como hacen aquellos sectores antes referenciados, y que ciertamente están en muchísima mejor situación personal.
Quizá esto esté basado en que no hay situaciones de hambre descontrolado, tanto que gente como Juan Carr, de la histórica y prestigiosa ONG Red Solidaria, afirma que estamos en condiciones de erradicar el hambre en Argentina, y que nunca estuvimos en mejor situación respecto de este tema en particular.
Quizá, infiero, la memoria de la miseria es mucho más fuerte que la de las dificultades económicas. Uno se olvida rápido de las dificultades económicas, pese a que no han pasado tantos años, pero de lo que nunca se olvida es del hambre, de la miseria.
Quizá quienes la pasaron profundamente mal, son quienes realmente sienten pánico de volver a aquellos años infaustos.
La imagen pertenece a la obra "Familia", del artista colombiano Fernando Botero.
Algo debe morir cuando algo nace; debe ser sofocado, y su sustancia chupada para ser riego o lactancia en que otro ser su urgencia satisface. No habrá otra hora pues en que te abrace mientras muerdo en la cándida abundancia de tus dos pechos; no habrá ya otra instancia en que tu cuerpo con mi cuerpo enlace; no penetraré más en la garganta anfractuosa de tu sexo alpino.
(Tomás Segovia)
jueves, 21 de junio de 2012
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