lunes, 25 de junio de 2012

Qué pueril insensatez

Me parece que se están debatiendo demasiadas banalidades.

Lanata caza en el zoológico con argumentos recursivos.

De las cosas que más repercusión tuvo en su programa, dos (Angola y Tierra del fuego) sé de primera mano, porque conozco el tema, que manipuló la información descaradamente para que parezca que es lo que de ningún modo es.

Ahora, cuando Juan Carr (con prestigio y trayectoria suficiente como para que lo tomemos más en serio que a este insensato) acaba de decir que estamos en la puerta de erradicar el hambre de Argentina (nadie discute que aún hay pobreza, y que es más de la aceptable), se manda un informe de la derecha católica pretendiendo una situación que claramente no es.

Las demás son cuestiones intrascendentes, banales, casi pueriles. Que si el twitter, que si el fack you. Nada que nos lleve a ningún lado.


No entren en la estupidez que algunos pretenden sea el debate político argentino. No se pierdan en su intrascendencia. Al único que le sirve es a él, ya sea por despecho o por avaricia.

Mejor demos los debates que tienen sustancia, y que son necesarios para seguir intentando que nuestro país sea un mejor lugar para vivir, como por ejemplo la necesidad de una reforma financiera, una reforma agraria, o una reforma fiscal.
Es triste que tantas personas inteligentes, buena gente, lúcida, se pierdan en discutir el impuesto a las ganancias, cuando cualquiera mínimamente informado sabe que en los países que todos toman como modelo el impuesto a los ingresos por trabajo existe como uno de los más justos y progresivos, y que se tributa desde importes menores que en Argentina.

No perdamos el tiempo con estas medianías...




Qué tierna insensatez la de estar solos,la del estremecimiento vergonzoso ante la voz del hombre Y el no estar a la altura de las propias palabras con esfuerzo aprendidas, pues ahora bien sencillo sería el acto del amor sin aquel eco soez de sumergidas tradiciones no expurgadas a tiempo, ahora que la misma indiferencia de las frases audaces y ante oídas del loro varonil tan propicia parece, si la conversación no fuera ya pretexto, argumento de un miedo mal oculto a no saber qué hacer en este trance.
(José Valente)

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