lunes, 4 de junio de 2012

Los tiranos nos cuentan sus cuentos de verdades ineluctables

En su habitual programa de los sábados, Eduardo Aliverti leyó un fragmento del capítulo "Periodistas o relaciones públicas" del libro "La tiranía de la comunicación" del periodista gallego Ignacio Ramonet.

Aquí se puede escuchar dicho fragmento. También se puede acceder al texto completo de dicho libro, del que aquí se resume su contenido.


Finalmente, entiendo que resulta pertinente la lectura de esta entrevista realizada por Txema García, del periódico Gara, a Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique:

Sus reflexiones sobre los mass-media las ha volcado en un sugerente ensayo ("La tiranía de la comunicación"), en el que hace un repaso a las tendencias dominantes en los medios de comunicación, el empacho informativo que vivimos, así como otros apuntes sobre la manipulación de las mentes, los nuevos imperios mediáticos y la ideología del telediario.

Ignacio Ramonet, uno de los pocos intelectuales con capacidad para desentrañar y echar alguna luz sobre el curso de los tiempos, vuelve a sorprendernos con sus brillantes apreciaciones sobre la evolución del mundo en este fin del milenio.

Progenitor del concepto "pensamiento único", con el que define y caracteriza a la sociedad de nuestro tiempo, el director de Le Monde Diplomatique aborda ahora en otro sugerente ensayo ("La tiranía de la comunicación", Editorial Debate) la situación en la que se encuentra el sistema de información imperante y hace un diagnóstico -involuntariamente pesimista- de los riesgos a los que nos conducen unos mass-media que, en su fascinación por la forma, olvidan muy a menudo el fondo.

"El título del libro es un poco provocativo, pero lo que trato de decir es que de igual manera que en las dictaduras se nos impide comunicar, hay una cierta concepción de la democracia que nos obliga a comunicar y, de hecho, vivimos en una sociedad en la que el que no comunica está literal y socialmente muerto, fuera de la circulación, fuera del juego. El juego exige que se comunique en una sociedad en la que todo el mundo comunica; es decir, ya no sólo lo hacen los periodistas, sino que estamos rodeados de instituciones que están comunicando permanentemente. Así, proliferan los agentes de información: personas encargadas de relaciones públicas, gabinetes de prensa, publicaciones que emanan de tal o cual institución, las alcaldías, los ministerios, las empresas, etcétera. Todo el mundo tiene algo que comunicar", señala.
En este dibujo general, Ramonet observa un sinfín de consecuencias. Por ejemplo, lo que él denomina como "mimetismo o imitación delirante, una fiebre que se apodera súbitamente de los media y que les impulsa, con la más absoluta urgencia, a precipitarse para cubrir un acontecimiento bajo el pretexto de que otros le conceden una gran importancia. Esta imitación provoca un efecto de bola de nieve y funciona como una especie de intoxicación. Cuanto más hablan los media de un tema, más se persuaden colectivamente de que ese tema es indispensable, central, capital y que hay que cubrirlo mejor todavía, consagrándole más tiempo, más medios, más periodistas. Los media se autoestimulan de esta forma, se sobreexcitan unos a otros, multiplican la emulación y se dejan arrastrar en una especie de espiral vertiginosa, enervante, desde la sobreinformación hasta la náusea".
La hegemonía de la imagen sobre los hechos, sus causas y consecuencias profundas es otra de las observaciones que recoge Ramonet en su trabajo. "Ahora, basta ver para comprender. Hoy informar es asistir a un acontecimiento, es decir, mostrarlo. Pero, para la racionalidad moderna, ver no es comprender. No se comprende más que con la razón. No se comprende con los ojos o con los sentidos. Con los sentidos uno se equivoca. Es la razón, el cerebro, es el razonamiento, la inteligencia, lo que nos permite comprender. Y el sistema actual -resume Ramonet- conduce inevitablemente bien a la irracionalidad o bien al error".

A partir de aquí otro hecho que ya se ha convertido en incuestionable: "Si todos los medios dicen que algo es verdad, es verdad". Ramonet lo expresa así: "En la comunicación de hoy, cosas tan importantes como la verdad y la mentira en realidad ya no dependen de una veracidad demostrada, sino del hecho de que todos los medios digan que algo es verdad. Y, por otra parte, si a eso añades que en el sistema comunicacional en el que nos encontramos la repetición equivale a la demostración, entonces estamos hablando de un sistema en el que, efectivamente, lo que se afirma como verdad frecuentemente no lo es. En todo caso el ciudadano tiene que tener la obligacion de dudar...", plantea.

Entonces, le sugerimos, estamos hablando del reino de Goebbels... "No, estamos en el sistema exactamente contrario y, al ser exactamente contrario, es un poco lo mismo. En un sistema de tipo goebbeliano, de poder absoluto o de propaganda, sólo hay un emisor de la verdad, tan sólo un emisor del discurso. Ahora, en cambio, tenemos muchos emisores, lo cual nos da la impresión de que existe la diversidad pero, en realidad, globalmente y en la práctica, todos están diciendo casi lo mismo".

A juicio de este analista, ya están dadas las condiciones para la aparición de lo que califica como un "mesías mediático", una mezcla de Diana de Gales y la Madre Calcuta de Teresa, de Juan Pablo II y de Gandhi, de Clinton y Ronaldo, "porque los periodistas, los media y, en cierta medida, los ciudadanos, se encuentran a la espera de una personalidad portadora de un discurso de alcance planetario, basado en la emoción y en la compasión. La muerte de Diana fue un fenómeno sobre el que no hemos reflexionado lo suficiente, no me refiero al personaje, sino al acontecimiento mediático, que fue el que más cobertura informativa logró en toda la historia de la Humanidad. Todos los medios, desde la televisión, hasta la prensa, pasando por la económica y la del corazón, todos se volcaron en este hecho y, desde ese punto de vista, digo y constato que hoy día existe el dispositivo mediático que permite que algo sea visto por el planeta entero, pero no de manera forzada, como cuando son los Juegos Olimpicos o el Campeonato de Fútbol, sino cuando hay un interés mundial en seguir algo".

Otro elemento que merece la atención de Ramonet es la creencia, cada vez más palpable, de que uno puede informarse solo. "Es la idea del supermercado, ese lugar al que acudes y te sirves tu sólo lo que necesitas. Así, de igual forma, pensamos que solos nos podemos aprovisionar de la información. Yo creo que es una ilusión porque, efectivamente, existen cantidades enormes, masas de informaciones que circulan, pero informarse de verdad supondría poder tenerlas todas a nuestro alcance, poder clasificarlas, poder verificarlas, compararlas, cotejarlas... y el sistema actual lo que hace es exigir la desaparición de los periodistas, que nadie haga ese trabajo y que la gente, en definitiva, se autoinforme".

Entiende Ramonet que los periodistas tienen hoy en día una función social mucho más importante de la que ellos mismos creen y asumen, "intimidados como están por toda esa avalancha de información que se les echa encima. Por esa misma razón son tan importantes, porque hoy más que nunca es indispensable que en este océano de información alguien verifique los hechos con criterios de rigurosidad y profesionalidad. Nuestro reto es mucho mayor que hace unos años, porque antes teníamos casi el monopolio de la información, mientras que ahora somos una voz más entre otras muchas".

En este contexto, sin embargo, Ramonet estima que "la prensa independiente tiene más posibilidades que nunca de sobrevivir en la medida en que precisamente no cometa los errores de la gran prensa; es decir, ha de ser una prensa que se interese por las cuestiones más serias, que se interese por las dimensiones económicas y sociales y que le hable a la gente realmente de sus problemas concretos".

Frente a este panorama, lanza una reflexión última para todos aquellos que se sientan comprometidos con una cierta necesidad de cambio. "Yo creo que la izquierda nunca ha analizado los medios de comunicación en su complejidad y viene haciendo un análisis diríamos perezoso de lo que es la comunicación; es decir, lo que le interesa es la manipulación pero en el sentido más maniqueo, cuando hoy día la manipulación evidentemente existe pero es de otro tipo, es más complicada, a varias bandas. Por eso es necesario que la izquierda reflexione sobre lo que significa, precisamente, una información cívica y en qué medida, por ejemplo, el Estado puede tener sus órganos de información y cuál debe de ser la función de éstos que, evidentemente, no debe de ser la de propaganda".




Algo que pugna por surgir como la mano del que se hunde en el mar, algo impreciso aún, sin duda vinculado al amor, a los astros, y que por último me será revelado en su raíz.
Quizás tan sólo sea una nube, una brisa, la misma ardiente música del mundo oída siempre y siempre y siempre.

(Enrique Molina)

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