viernes, 22 de junio de 2012

La vida es un juego bizarro

"Al final, no nos acordaremos tanto de las palabras de nuestros enemigos, sino de los silencios de nuestros amigos." (MLK)

El calcio storico -también llamado calcio fiorentino o calcio storico fiorentino- es una modalidad deportiva que se hizo muy popular en Italia a partir del siglo XVI. Nació en la ciudad de Florencia, en la plaza Papá Noel Croce, y, aunque guarda algunas semejanzas con el fútbol actual, es mucho más violento.
La Piazza Santa Croce de Florencia es la cuna de este juego o deporte, que comenzó llamándose gioco del calcio fiorentino o simplemente calcio.

El calcio storico se disputa sobre un hoyo gigante de tierra con dos metas a cada lado -especie de porterías-. Los encuentros enfrentan a dos equipos de 27 jugadores cada uno -4 porteros, 3 defensas, 5 medios y 15 delanteros-, cuyo objetivo es dominar el balón y llevarlo hasta el fondo rival para anotar. Pueden emplear manos y piernas para trasladar el esférico, y, por supuesto, aplicar la violencia para doblegar al oponente.
Cada encuentro duraba 50 minutos, era controlado por ocho árbitros: un árbitro principal, seis jueces de línea y un maestro de campo, y el ganador era el equipo con más puntos o 'cacce'.

Al principio, el calcio era solamente para los aristócratas ricos, quienes jugaban todas las noches entre la epifanía y la cuaresma. En el Vaticano, incluso los papas, como Clemente VII, León XI y Urbano VIII fueron conocidos por jugar.
El deporte no fue jugado por alrededor de dos siglos, pero revivió en el siglo veinte, cuando se organizaron juegos en 1930 durante el gobierno de Benito Mussolini, y se disputan torneos hasta la actualidad. Actualmente, tres partidos son jugados cada año en la Piazza Santa Croce, en la tercera semana de junio.
La versión moderna permite tácticas como cabezazos, puñetazos, codazos, y la estrangulación, pero prohíbe golpes bajos o desde atrás y patadas en la cabeza.

Lucha, espectáculo, sacrificio. El calcio storico es un juego distinto. Anclado en el pasado hasta el punto de que los participantes visten ropas típicas del renacimiento florentino, con predominio de los colores verde, blanco, rojo y azul.


Si le cambiamos algunos detalles como el nombre y el exceso de árbitros a este juego:
¿Acaso no estamos describiendo el cruel juego de la política?
¿Es tan diferente de esto -un juego voraz en el que todo vale- de la política argentina en particular?

Sin embargo, bien mirado, hay algo en lo que es diferente: en este juego nadie finge lo que no es. En la política argentina, todos fingen ser respetuosos demócratas pugnando entre sí en épica defensa de sólidos principios, cuando su único objetivo, a todas luces, es marcar un gol a su favor como sea, donde sea, cueste lo que cueste.

Por cierto que la demagogia habitual nos impone hablar mal de los políticos o de los sindicalistas (en tanto juegan el mismo juego), pero la sociedad argentina es tan hipócrita como los dirigentes que generaron, o quizá más en tanto no se hacen cargo.
Sucede que quien hoy se dedica a la política bien podría haber sido el empresario para el que trabajo, o el abogado que me asiste, el médico que me atiende, o el profesor que me instruye. O yo mismo.

Seres humanos al fin, no tenemos otro modo de participar del juego de la vida. Y lo único que nos garantiza sobrevivir, es conocer sus reglas.
Modificarlas, quizá sea imposible.


Fuente: Punteron.




Si el sueño fuera (como dicen) una tregua, un puro reposo de la mente, ¿por qué si te despiertan bruscamente, sientes que te han robado una fortuna? ¿Por qué es tan triste madrugar? La hora nos despoja de un don inconcebible, tan íntimo que sólo es traducible en un sopor que la vigilia dora de sueños, que bien pueden ser reflejos truncos de los tesoros de la sombra, de un orbe intemporal que no se nombra y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro sueño, del otro lado de su muro?
(JLB)

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