sábado, 30 de junio de 2012

Palpita convulsivamente mi concupiescencia

No comprendo. La sed del agua fría
se calma al tercer trago; la del vino,
otro tanto, y el paladar más fino
se cansa del manjar que requería.

El sueño acaba al empezar el día,
y la pereza al verse en el camino;
todo anhelo se va tal como vino
apenas toma lo que pretendía.

Y sin embargo hay una sed extraña
que mantiene sin fin toda su saña...
Quizá sean cosas de la adolescencia,

pero devoré anoche la manzana
y de nuevo me hallaba esta mañana
trémula toda de concupiscencia


Texto: Carmen Jodra Davó.


Imagen: del artista Serhiy Reznichenko.




Es la palpitación de origen quien podría acogerte, y besarte, y ofrecerte un refugio caliente de jazz-hot y trances convulsivos como, cuando bailando, se pierde la conciencia. Ven tú, amorosa, ven como la noche crece, deseo sin objeto, tú que eres el no-objeto y el placer imposible que en el límite busca infinitudes ciegas.
(Gabriel Celaya)

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